ESCALERA AL INFIERNO
Sale el Sol por la mañana,
se esconde ya la Luna a descansar, después de alumbrar la noche gélida en este
otro lado del confín de la Tierra. Sentado estoy, mirando hacia las imágenes
pintadas en los cristales de la iglesia. Tierra santa, espacio sagrado se dice,
alumbran con velas el lugar. Sentado en silencio, escucho una voz que me
susurra y no tardo en con papel y lápiz, el empezar a hacer al principio garabatos, para acabar
escribir cierto relato, que no está lejos de la realidad, aunque sea un secreto
a voces, como voces son las que me vienen y me susurran, diciendo de mí
verdaderas barbaridades, haciendo que hinque al final las rodillas y mirando a
Jesucristo y me ruegue a él, como aquel que le pide explicaciones, pero no
escucho su voz ni veo que se mueva. Solo noto una energía que me envuelve y me entra dentro de mi
cuerpo, llenando toda mi alma dejándome casi sin movilidad.
–
Señor, dame fuerzas para que sea capaz de
relatar todo aquello que para mí es verdad. Señor, yo de ti canalizo toda tu
energía para que esta me llene de valentía y pueda gozar del libre albedrío,
como libre soy y a ti no me siento atado y por eso no voy de lado a lado. Como
el que sube una montaña, ¿qué habrá arriba de esta, estará la verdadera verdad
o simplemente esta la cumbre desde donde todo se ve? Seguro que solo es todo aquello en lo que
todos somos ciegos, porque no hay mayor ciego que aquel que no quiere ver,
aquel que se enerva en discutir lo que es de verdad. Dame la razón entonces y
dame la fuerza para que ellos lo puedan contar, no quiero correr, quiero
caminar despacio ya que es lo que me pide aquel que se introduce en mi interior,
aquel al cual le mantengo su máximo respeto es solo dar su palabra.
Ya no se cruzan espadas sino energías, para poder
seguir luchando forzando así que la cortina transparente se rasgue
completamente, dejando ver, dejando vislumbrar, todo aquello que hasta ahora
nos ha sido desconocido. Todo por creer en aquello que posiblemente no sea
cierto o quizás sí y yo solamente haya sido tergiversado por en una realidad
paralela.
–
Dime, dime hermano tú que entras dentro de mí de
forma respetuosa, di mi hermano que quieres realmente para que yo pueda contar
tu historia. Tienes que dejar verte o al menos dejarte percibir, para que yo
pueda escribir. ¡Ay!, qué será de mí después de coincidir contigo, ha sido una
casualidad, aunque estaba escrito que todo esto iba a ocurrir.
Que
se puede decir, yo no me levanto, sigo de rodillas como si fuese rezando una
plegaria lo que cantara. Todo son otros tiempos y otros momentos los que me llenan de gozo y recuerdos, como si aquel
que me entra hubiese sido en otro momento alguien importante en una de mis
tantas vidas.
–
No lo sé ciertamente, no lo sé, yo como amante
de las letras canto a veces acompañado por mi mandolina, canto y bailo contando
historias de caballeros y templarios. No hace falta que diga mi nombre, ya que
he tenido tantas reencarnaciones que no sé cuál es el verdadero. Le respondo, entrando poco a poco en su
mente, haciendo de esta agua clara de
algún manantial.
–
Sangre en el campo de batalla es lo que se ve,
sangre y más sangre hace de ella brotar flores como flotan rosas en el mar, pétalos
de todos los colores como de razas y condiciones han caído en la tierra. Yo fui
testigo de algo que es difícil de olvidar, la batalla era lo de menos lo más
malvado y lo más cruel eran los saqueos, todo el pueblo corría y de espaldas morían
por el golpe de la espada de aquel que se creía dueño de la vida de los demás,
sangre y más sangre corría ladera abajo, como un reguero sin piedad.
Sombras
percibo y me pongo de pie, y sin mirar hacia la cruz que tengo en frente, salgo
de la iglesia con mi papel y lápiz….
–
Yo solamente escribo, no me digas esas cosas que
me acaban en paranoia, no puede ser cierto. ¿Cómo puede ser verdadero, aquello
que cuentas?, aunque tengo una vaga
realidad de que todo es posible.
–
Bebe mi caballo, come y descansa, que mañana nos
queda un día más de lucha, lucha contra aquel que nosotros decimos diferentes,
porque lo dice así, lo dice y nosotros nada más obedecemos órdenes, qué más da Se dice
a sí mismo, como si todavía estuviera en el plano terrenal.
–
Viviré para luchar, viviré para saquear, ¿quieres
ser mi recompensa?, pues ponte delante de mí y dame todo lo tuyo. Así es y que
así se escriba y así se lea, porque todos somos portadores de nuestra verdadera
verdad, porque todos creemos tener la conciencia tranquila, aunque sea esta de
asesino y ladrón.
Lanzas
de poder se alzan hacia lo más alto del castillo, construido por las manos
sangrientas y los cuerpos desnutridos de aquellos que llamaban esclavos. Lloro, lloro desconsoladamente por aquellos que me invaden
el alma llenándome de la pena, del horror que vivieron en una época dónde lo
desconocido era fe. Donde aquello que no se le puede dar nombre era considerado
sagrado, como sagrado es aquello que me invade y canalizo para poder
transcribir, escribir y relatar lo sucedido.
–
¿Quién será aquel que me invade, que será aquel
que me lleva a borde de la locura, no serás tú verdad? Alguien será de verdad,
porque si no yo no encuentro razón alguna para que esté yo de esta manera.
Como
legiones espartanas luchan dentro de mí aquellos que se dicen ser mis amigos,
pero no saben todavía aún que me guardo una carta, un As debajo de la manga que
es difícil que ellos vean. Todo sucedió o muy rápido muy lento, según se crea
todo puede ser verdad, no todo puede ser mentira o quizás sí sea verdad. Sí es
simplemente una herejía, si es así, si
hay algo después que me perdonen, pero yo no creo en cosas que no veo. Soy tan
escéptico, que me cuesta creer aunque sea yo el que escriba tal relato, todo
sucedió tan deprisa, todo se dio en un instante y yo me quedé perplejo al ver
realmente lo que sucede cuando nuestro cuerpo perece. Podría llamarle Juan,
podría llamarle Antonio, da igual el nombre, ya que en el otro lado somos uno
más del conjunto de toda la luz.
–
Corre,
corre me decían de joven. Corre, corre con espada en mano, ya luchaba
aunque esta fuera al principio de madera, todo, como en todo en esta vida se
necesita un aprendizaje y yo no fui menos y así ocurrió y así lo relatarás.
Solamente
había un error, solamente hay una habilidad y una debilidad, la habilidad era
el coraje y la valentía y la destreza con aquella que es con la que se defendía.
La debilidad era simplemente las faldas de aquellas jóvenes que corrían a su
alrededor, qué puedo contar para que me creáis que hay algo después de esta
vida. Qué puedo decir, lo que sea que me invade se merece un respeto por su
valentía, qué puedo decir más sino simplemente que si se lea y así se escriba.
–
Puedo caminar, puedo andar por las llanuras,
puedo trotar a lomos de mi caballo por según qué caminos de paz o de guerra, ¿qué
será de mí cuando yo muera, qué será de mí cuando la letra ya no sea impresa?, cuando
nadie lea y aquellos trovadores dejen de cantar aquellos relatos épicos, que a
mí ciertamente, me hacen recordar que vivo en otro tiempo y en otro espacio.
–
Todo es posible viejo amigo, todo es posible
mientras todo sea de abrigo, no por el frío y la lluvia sino por la amistad y
la concordia. Le contesto, abriéndole mi
alma y mi corazón.
–
En eso tienes razón, porque realmente la gente
se pelea, la gente discute sin darse cuenta de la suerte que tienen.
Como
en la noche perpetua, duerme en letargo aquel templario que se cree dueño y
señor de todo aquello que alcanza a ver
con la vista, con la mente puesta en más allá del horizonte. Descansa la noche
en paz, porque le esperan días de guerra, todo es relativo, menos el golpe de
espada que puede recibir cualquiera detrás de la cabeza al pasar, dejando la
sangre brotar de nuevo sin parar. ¡Ay señor!, ¿qué será de mí si yo solamente
en mi corazón albergo la paz del amor?, cómo me puedes venir tú señor a decirme
que coja con la mano derecha la espada y con la izquierda maneje el escudo de
la venganza.
No
se abren puertas a golpe de maza, son solo con las buenas palabras como se
llenan los corazones faltos de cariño….
–
Por favor señor, date cuenta de tu error y no
canalices energías negativas que pueden llegar a arrancar corazones llenos de
amor y valor, qué es lo que verdaderamente ha de prevalecer en el mundo que
conocemos, ya que tú me hablas desde el otro portal, desde un plano adónde
llegaremos todos al final.
Me
comenta y me dice, me dice y me comenta que ardieron las casas como hogueras
por San Juan a tu paso y tú te escudas en que son solamente son órdenes
llegadas desde lo más alto. Yo me pregunto qué beneficio y qué respeto puede
tener todo aquello que no da al final con la amistad hacia la concordia.
–
Te digo y me marcho, que contigo yo me enervo y
me enojo. Ya que la amistad y la concordia son para los débiles. Yo solo deseo
volver, pero no sé si lo conseguiré. Estoy encerrado, es cierto, encerrado como
una sombra en el anochecer tardío de una montaña tan alta, que no se ve ni el
Sol ni la Luna. Atisbos de lo que un día yo fui se me reflejan, hechos por los
cuales me maldicen pero que yo, siendo como soy, valoro y alzo a lo más alto.
Solo puedo decir que un día volveré y seguiré y seguiré, ya que ese es mi
objetivo y mi empeño, aunque para ello deba de convencer a quién haga falta.
Espantado
me quedo con sus palabras, hace frío y más aún con sus palabras, casi quedo
congelado, no por el frío de la mañana sino por el futuro incierto de un ayer.
Cansado estoy, agotado me encuentro, pero asustado y de piedra se hace mi
cuerpo y mi alma, al ver el reflejo de la iglesia en el suelo. En este se ven
ciertas cosas y otras quedan ocultas, ya que los cristales no dejan traslucir
toda la verdadera verdad. Solo veo una cruz invertida, que me hace ver lo que
es cierto, aunque no lo quiera creer a lo primero. Me voy, me alejo y vuelvo a
respirar con toda mi alma, solo me encuentro y feliz por saber lo que sé.
No hay comentarios:
Publicar un comentario