UN SINFÍN DE COLORES
Escucha
o lee, mi vieja amiga.
Desde
lo más profundo de mi Ser, desde lo más hondo de mi alma, intento imaginar una
vida solo, completamente solo y no me hago a la idea. Necesito una mujer o una
madre, no lo sé, solo que alguien me acompañe por los más oscuros secretos de
aquello llamado “vida”. No sé lo que es, pero es así, ¿te importaría
aclarármelo o al menos darme alguna pista? Lo siento por mis dudas, no sé, todo
lo que me ocurre no me lo podía imaginar. Aquello que voy a contar, todo lo que
voy a relatar o es cierto o es producto de algo, pero ahí está, martilleándome
la cabeza. No sé más, que estar tumbado una tarde de domingo en el sofá de mi
casa, mía porque es heredada. Si no fuera por ello, estaría vagabundeando por
alguna de las calles de esta gran ciudad. Pidiendo limosnas o un trozo de pan,
el cuál llevarme a la boca. Suerte tengo, que tengo un triste trabajo y que me
llega para comer, pero no lo niego, estoy solo, completamente solo y para colmo
se acerca el invierno, no sé si sabré soportarlo ya que yo siempre me hubiera
gustado acabar en alguna isla cálida, con vistas al mar. No rodeado de un
sinfín de mujeres, no os confundáis, pero sí al menos de una y que esta fuese
una real compañera de viaje.
No
me hables de calenturas que me conozco, no me hables de cosas tentadoras que me
conozco, lo sé, si tuviese un jardín de rosas te plantaría a ti también. Destacarías
seguramente entre todas las demás rosas,
te regaría de amor todos los días para que éste no se marchitara. Así soy yo,
no lo puedo negar.
No
soy hombre de familia, por ese motivo no soy padre tampoco, pero eso no
significa que no ame. Todo es según cómo lo veas tú en tu casa y yo en la mía,
haciendo de los momentos encuentros intensos llenos de amor y de complicidad
eterna.
–
Yo te leo y te digo que solo te quiero como
amigo o como hermano, aunque no fluya la misma sangre, las dos la podemos unir.
No
me hables de amor entonces, si no quieres que yo te ame de verdad, dime que no
es cierto, dime que no es verdad lo que yo presiento. Debes de sentir
chasquidos del fuego, lo siento pero no sé sí soy correspondido por ti y mi
timidez me aleja poco a poco de mi sueño.
Yo
echaré a campanas al vuelo si tú me dijeras que sí, pero como eso no sé, me alejo
y te mantendré en el recuerdo, en el segundo ese que te vi y que no se borrará
nunca de mi cabeza, cuantos cabezazos
contra la pared he dado, que he dejado una huella de sangre en el hormigón de
la casa, ahora ves, da un cabezazo y deja tu sangre también. Que, aunque se
mezcle, jamás seremos hermanos. De mientras voy haciendo círculos en una de las
habitaciones de mi casa, voy caminado en un sin saber, maldito corazón, tengo
el corazón hecho añicos.
–
Yo te quiero, yo te amo, yo te adoro. Grito a viva voz.
–
Dime que no es verdad y no caeré por el
precipicio de la pasión, por el barranco de la desolación y por la muerte
súbita. Susurro ahora en voz baja.
Me
eché a dormir y solamente a ti te vi, entre mis sueños yo te encontré y entre
mis sueños yo te amé. Pero ella no puede seguir por este camino, porqué es un sin
retorno y un sin destino, ya sea de día o de noche, ya sea en otoño o en
invierno y en la primavera, que es cuando realmente florecen todas las de las
flores y tú como en un jardín eres la más bonita. Eres la más guapa, la más
bella de todo el país y yo, me quedo sin uñas intentando tu amor conseguir.
¿Quiénes serían aquellos que se retaran un duelo conmigo, si de ellos
dependiera el poder conseguir tu corazón? Andaría por las brasas sin quemarme,
ya que tocaría con la cabeza el cielo.
Dime
que sí, dime que me quieres alcanzar a las tres de la tarde las estrellas y por
ti, si hace falta iré, pero no me hagas entrar en caída libre, porque mi amor
por ti es sincero. No me hagas caer en caída libre, porqué mi amor es solo tuyo,
así que quiéreme, quiéreme tuyo y yo te abrazaré, yo te acariciaré. Solamente
tienes que darme un beso y te demostraré lo que es realmente el amor puro y el
deseo carnal, así que quiere mucho, quiéreme todo tuyo. Es real todo lo mío
está en mi mente y en mi corazón, ¿crees de verdad, la verdad?, que no podemos
llegar a ser una sola unidad, el fundirnos en el amor y el querer ese solo,
quiéreme mucho, quiéreme tuyo, eres solamente solo para mí.
Llamo,
hago de saber al diablo de mi sin razón y ello me lleva a caer en el lodo, en
el fango, en las aguas movedizas del pantano de la tristeza y de la desolación.
No puedo gritar, es como si me hubiese quedado afónico y no pudiera además casi
ni respirar. Yo ya no soy un niño, yo bastante adulto y por ello debo de
luchar, de pelear cada día por aquello que deseo. Si la chica no me quiere como
amante, no me tendrá como amigo. No porque no quiera, es que mis deseos me
llevarán siempre al más instinto animal del deseo sexual.
Ahora
llamo a las puertas del cielo, doy golpes, no le doy con una maza porque no
puedo, intento saber cosas que nadie sabe, pero en fin, así son las cosas.
Llamando a las puertas del cielo, en una de esas, en uno de mis golpes, las puertas se abren y
como si fuese la vista de un niño, veo la imagen de mi madre. Me quedo atónito,
me quedo perplejo y no sé más que decir lo siguiente….
–
¡Mamá, estaré aquí contigo!, siempre a tu lado mama.
¡Mama!, dime que no te marcharas, que siempre estarás a mi lado y no te perderé
porque sí esto ocurre me querré morir, no puedo vivir sin ti. La chica de al
lado no me quiere, por muchas cartas de amor que le envíe, no me quiere.
No
existe ningún libro sagrado, lucharé para que por mis propias creencias y no
por la fe que promulgan algunos, que alcance la felicidad, la dicha completa
por mis propios méritos. Soy mi propio conductor en mi cuerpo, mi coche, un
vehículo que me transporta caminando hacia dónde quiero ir. Que no es otro
sitio, ya que camino detrás de la paz, una paz deseosa, una paz que veo aún
lejana y que no creo mucho en ella, pero tengo en ella esperanza. Cómo es
posible, dame un poquito de dinero, solo un poquito mama, ayúdame, que la mujer
de al lado no me quiere. No hace nada por mí, ni se acuerda de mi nombre, no es
posible ello, pero es así de cierto, todo depende de lo que depende. Que no es otra
cosa que es de buscar el amor sincero, no sé por dónde caminar, no sé por dónde
andar por miedo a resbalar en tentaciones oscuras. Mi madre, dime que no me
abandonarás y estarás siempre a mi lado, ya sé que no tengo edad para pedirte
de ello. Pero te necesito a mi lado de la misma forma que un niño de 10 años
necesita una madre, me iría bien que me cogieras de la mano y me guiaras por
los caminos que son de mayor éxito. Tengo miedo a resbalar, a patinar, a caerme
de bruces y que la paranoia se una a mí. Paranoico, que acabe paranoico y no
sepa de mi ni mi nombre, decir paranoico gritando a los cuatro vientos,
mientras pierdo el norte. ¡Qué más da!, todo lo veo girar, ¿qué será de mí? Veo
la puerta de un bar y abro entro y me pido una cerveza, una cerveza que me abre
la puerta a un mundo de fantasía y de irrealidad, porque no es una son dos y
tres. Me salen amigos hasta de debajo de los pies, pago la cerveza una detrás
de otra, sigo pagando cervezas a todo el mundo hasta que me quedo si un euro en
la cartera. Entonces los amigos se alejan, se desvanecen en la niebla del humo
del bar.
–
Corra a la colina. Me dicen,
–
Corra a la colina y fíjese si hay flores en ella,
porque en ella está enterrada, está su madre.
Al
escuchar lo último, se me desgarra el corazón, al escuchar la palabra “muerte”
se me hace un vacío en el estómago que me duele. Que corra a ella, no llegó
allí, no soy capaz de subir ni borracho, cómo voy sé que no soy capaz de andar
tres pasos sin hacer eses. En un momento de lucidez vuelvo para mi casa, no se
me ocurre mejor idea que una buena ducha de agua caliente que me despeje y me
abra los ojos. Estoy solo, qué le vamos a hacer, no soy la única persona en el
mundo que se encuentra esta situación así y sin beber menos de cuatro o cinco
cervezas. Tomo asiento del sofá y mientras veo la televisión, me lloran los
ojos de tristeza porque miro al lado mío
y ahí estaba sentada, en un hueco mi madre. Qué le voy a hacer, la vida tiene
que seguir allí, en la colina está enterrada y mi corazón se desgarra en dos
partes, en una mi madre y otra la chica de al lado. Sí, la misma que no quiere
nada conmigo, me siento falto de cariño, me siento falto de amor, quisiera de
mí por favor lo que no sé.
Echo
la mirada al frente y miro hacia la pared, en ella hay un cuadro enmarcado en
plata de ley. En él estamos los dos, mi madre y yo, eran otros tiempos, quién
me iba a decir que tan pronto iba a ser, cuando lo veíamos tan lejano. Yo tengo
ya mi edad, lo reconozco, necesito una madre, pero una madre no se puede
sustituir por otra persona, porque el amor de un hijo hacia una madre es lo más
grande que hay. No digo que se dé de menos el amor de una buena moza, como la
chica de al lado, pero es un amor diferente. El amor de una madre, es el amor
más tierno que se puede encontrar en la vida, en cambio ardo de pasión, deseo sexual hacia mi desconocida. Hacia
aquella que no me hace caso, me enteré que quiere que seamos amigos, pero yo eso
no quiero, me dice que puede estar a mi lado pero solo como una amiga o incluso
como hermana y yo no quiero. Yo quiero abrazarla, besarla, hacer el amor con
ella todas las noches, levantarme cada mañana como si fuese el mismo día.
No
hay que recoger más paja que me pincho con ella y vuelvo a la realidad, despierto
de mi siesta y no quiero saber más, si me voy a dormir solo en una cama de
matrimonio, cuanta cama para un hombre en soledad…. Qué será de mí, hoy es
domingo y si todo lo narrado por mí es cierto, en fin es lo que hay. No puedo
pedir más vueltas y más vueltas, doy un sin sentido alguno a todo lo que puede
ser como es o simplemente romper el papel, romper contrato y saltar por la
ventana pero no soy de esos yo.
Lloro,
yo no solo, nadie me acompaña y no quiero refugiarme en el alcohol, porque es
una triste compañía. Ya lo he hecho antes con la cerveza y no lo voy a hacer
ahora otra vez, me refugio en la cama el domingo que no tengo que trabajar, ¿qué
será de mí cuando se abran las puertas del cielo?, ver a mi madre sería lo más
grande, si ello no sucede qué más da. A lo mejor para entonces, habré
conquistado el corazón de la bella mujer que tengo como vecina o me consolaré
solo, como hacen muchos. Qué más da el color que le dé a la vida, esta puede
ser blanca o negra, pero yo la que deseo es que sea de color de rosa, como la
mujer que me invade el corazón, dejando si no mi alma negra como el tizón.
Espero
que eso no ocurra, espero que para entonces haya llegado a la cumbre, no sé a
cuál, pero que consiga mis proyectos y pueda llamar a un pintor y que me pinte
un cuadro, sí, un cuadro lleno de colores, para poder perderme en ellos
dibujando el arco iris en el cielo.
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