El
beso tardío
Solo, me siento solo en medio de tanta
vorágine. Solo, me siento solo dentro de aquello que se llama sociedad, aquella
que tanto adoran y que no deja de ser una manera de actuar, de un sistema de
vida del cual yo me quiero descartar. Como si fuese un vendaval, me azota la
soledad y no me siento a gusto. Pero no quiero, no deseo entrar en la
hipocresía y la mediocridad de aquellos y aquellas, que le llaman a uno
“amigo”. La palabra “amigo”, se utiliza verdaderamente sin sentido con personas
que no pasan de ser ciertos conocidos o desconocidos.
–
Reza, ora si sabes, que lo
que haces te parece divertido pero no lo es. Tú ya sabes a lo que me refiero no
te hagas el tonto, que de tonto no tienes ni un pelo. Me dice cierta voz, que no deja de ser mi propia conciencia.
¡Besos!, qué son besos sino el fluir de
todo aquello que compone el amor y el respeto. El compartir el alma, el fundir en una solo
aquello que nos une a la otra persona. ¡Ay!, el amor verdadero es cierto que
existe aunque a veces crea uno que es una utopía, algo que no deja de ser
maravilloso, pero a la vez tan inalcanzable que me siento solo, muy solo. Será
a lo mejor porque pongo el listón demasiado alto, soy tan exigente con mis
relaciones que no dejan de ser de solo varios meses, llevándome ello a la
melancolía o a la tristeza. A veces y solo a veces, siento la perturbadora
sensación de ser acosado, acosado por la gente que no deja de reír o de hablar
constantemente. A veces o la mayoría de veces son puras paranoias o
imaginaciones mías, que me llevan al borde de la locura. Me acuerdo de mi
pasado y me acuerdo de mi presente, sabiendo ya que mi futuro está acabado,
terminado por culpa de a saber qué o ciertamente lo sé y soy tan cobarde, que
no lo quiero contar. Por eso cojo papel y bolígrafo y todo depende de cómo
fluya la energía, de cómo transcurra mi paz, de que mi alma descanse al menos
un rato, un momento que no deja de ser de incertidumbre.
–
¿Qué quieres explicar, que
deseas contar para no olvidar? Me martillea
la conciencia una y otra vez.
Yo viajaba en el tren, en busca de un
destino llamado “ilusión”, ilusión en encontrar esa mujer que me hiciera feliz
y yo la hiciera a ella y no querría bajarme de este tren, lleno de gente
solitaria con los rostros tristes y casi sin fe o esperanza, sin encontrar esa
persona que me una el amor. Sigo mi viaje en un tren de largo recorrido, ese
que tanto nos tenían prohibido por ser siniestro o quizás malvado o retorcido y
que por sorpresa de todos resultó ser como la manzana del diablo, que todo es un renacer. Renaces y
renazco cada vez que te doy un beso, que como un cálido día de verano nos
zambulléramos en las aguas limpias y transparentes de los mares del Sur.
Sobre la mediocridad y sobre la
exaltación hay un abismo, en el querer y no querer hay miles de kilómetros de
euforia. ¿Qué tren puede llevarnos a la locura y a la alegría?, ¿en qué tren se
puede perder el valor del amor de la amistad, del libre albedrío y del carpe
diem? Pues bien, no navego en ningún barco de la discordia, voy en un tren, mantén
el equilibrio y alucinarás, verás por la ventanilla hasta estrellas de colores.
Así se me aparece en mis sueños, tira
para adelante Juan que en nada te
frenarán, hasta que dándote de cara con la mismísima muerte, sucumbirás al olor
de algún perfume femenino. Yo lamenté el no tener ni amor ni la amistad, lo
menciono porque no es lo mismo una cosa que la otra, del aprecio y el afecto se pueden
llegar a confrontar con el despecho y el desprecio. ¡Qué más da!, pero si este es
llevado sin duda al lugar donde se mezclan los sueños, se pueden perder la
realidad con la irrealidad. A mí ya me gustaría tener una chica guapa a mi lado,
a mí hoy en día ya me gustaría tener una casa bien grande en medio del campo. Pero
qué más da, todo esto es relativo entonces, será entonces cuando desperté de mi
sueño o seguí durmiendo. Verdaderamente lo que es la vida es, es simplemente eso, una película que puede tener
un final triste, alguien sabe de lo que hablo. Lucía hablo del amor y del cariño, hablo de
aquello que debía ser la vida. No como la pinta la sociedad que es de fastidiar
al prójimo, por el simple hecho de regocijarse en el daño ajeno, todo es
relativo y ello me lleva a soñar. Accederán despiertos, a soñar dormidos, a
tirar para adelante a tirar para atrás, así sea mi valentía o cobardía. Todo es
relativo, incluso según por la calle que cruce tendrá sentido mi destino a la
larga, todo funciona así y ahora en mi casa pensaré en dormir un rato la
siesta. Para ello necesito algo más que el deseo, fumo un poco de hierba, ello
me evade, todo absolutamente todo es para olvidar. Al mirar lo que se vive y lo
que vivo, uno se da cuenta de que no merece nada la pena. Pero en fin, así es
la vida, así es de cruel que pueden dejarnos tirados en una acequia. Dime hasta
donde podrá llegar la alusión al sueño, no todo es un despertar, para venirse a
saber adónde.
–
Tú ya tienes destino y ese,
ese es de las sombras, ¡mala sombra! Vocea
en voz alta y grave.
Qué sería de mí, si no fuera por tus
buenos ratos, aquellos que me llevan a lo más alto. El tren tiene muchas
paradas, pero tú, alma gemela no te bajas en ninguna. Todo es un renacer, cada
parada que te quedas conmigo es un no olvido. Cada parada que te quedas conmigo, es un volver a comenzar, comenzar lo andado,
comenzar lo ya vivido. Yo solo sé que te necesito conmigo, yo solo sé que yo
sin ti yo no vivo. Qué más da lo que haga, primero está lo que escriba, si todo
es así yo solo digo “viva”.
Déjame saborear la vida de tus labios,
acércate a mí y abrázame con tus brazos, dejemos que las paradas sigan su curso,
al igual que el tren. Deseemos que vaya despacio, para que por las ventanas
podemos ver el Sol que no nos confunde, todo es relativo hasta que en una
parada te bajas y me dices adiós. Yo ahora entonces, me desconsuelo llorando,
saboreando con los dedos el sabor del
carmín de tus labios. No sé en qué parada me tocará bajarme a mí, pero me agarro fuertemente a la butaca dónde
estoy sentado. Pasa el revisor y me mira el billete, qué sorpresa es la mía
cuando este resulta ser el tuyo, no el mío, te lo llevaste tú al confundirte de
parada. Qué le vamos a hacer, el revisor hace la vista gorda diciéndome que me
baje en la en la próxima. Qué puedo rogar a mi esperanza, cuando la otra parada
no es otra que mi propio despertar de mis sueños, un sueño llamado realidad en
el que faltas tú, hasta en mis recuerdos. Me levanto de la cama, es viernes por
fin el último día de trabajo la semana, salgo y hago una parada en el portal. Me viene un olor peculiar, como si ya lo
hubiese olido, es tu perfume de amor que me tiene cohibido, puede ser real o es
mentira. Yo solo sé, que yo no sería nada y eso me lleva a la locura.
–
Tú, de qué derechos hablas,
que dices y maldices. Es Lucía a lo mejor
la que me habla, ahora ando confundido.
No hay ser viviente que me diga que estoy
equivocado, que no eres real, invoco a todo aquel y toda aquella que me lleve a conocerte realmente. Subo al tren
para ir a mi trabajo, busco asiento y lo consigo, la casualidad del destino hace
que la chica de al lado huela como tú, la chica de al lado es la chica de mis
sueños. La miro fijamente, ella me sonríe y con ello damos el comienzo a una
fuerte amistad, que no sabemos a dónde nos llevará, pero seguro que al corazón la flecha llegará.
Un diablo nace dentro de mí, quiérame
destino si es el que yo me imagino, el diablo sabe de hacer dentro de mí, será que ellos de
aquellos que solo se intuyen son lo que yo creo. El diablo no nace dentro de mí, soy yo el diablo, soy yo el que habla
ahora. Mira la vida ahora que estás despierto, mira realmente por la ventanilla
del tren, ese tren que en todas las llamadas que hace al amor aprovechas, ¿qué
llamadas tienes en la vida, tres o cuatro a lo largo de la vida?, es así. Solamente
así hay que aprovecharlas y no sumirse en la tristeza o en la melancolía.
Como si me arrastrara un pedazo de mi
cabeza por el suelo, dándome martillazos me siento, ¿qué será de mí y en qué
ciudad será ella, aquella que vi y que empezaba a qué sintiera latir mi corazón
como la más bella?
Todo es relativo, todo el destino no está
marcado, todo aquello que tú piensas puede ser realmente verdad. Porque
solamente hacemos realidad aquello que imaginamos, ya sea por un amigo o por una novia. Por una mujer,
cuando estaba a punto de comenzar una relación creó unos mil demonios a una
chica hermosa. El viento del Norte me la quitó todo, fue un vendaval de tragedia, todo fue lo que
fue, yo no creía lo que veía ya que todo estaba en llamas. Ahora despertaba del
sueño, son las nueve de la mañana de un domingo cualquiera, la resaca me
dominaba y veía que todo lo había lanzado al fuego. Aquellas cartas de amor,
aquellas cartas de amistad de jugar partida tras partida, cómo será la vida….
No fueron ellos, todo fue quemado y ahora
bien despierto ya lo veo todo ardiendo, es posible que ello que siento es decir
un sueño y que ahora despierte, pero queda en que acabe la cosa, La policía me
detiene como autor del fuego, creen firmemente que he sido yo el que ha creado
tal tragedia, cuando yo no sé qué creer.
Como buen tema de los cambios de la vida,
me lleva a ser una tarde un actor de la tragedia, en que como una tragedia
griega acaba todo. El tema es que acabo encarcelado y sin casa, sin saber el
por qué motivo, pero en fin así acabó todo. La verdad, es que a mi edad,
todavía no sé lo que se siente al recibir un beso en los labios, un beso
sincero, de esos de tantos que hay pocos.
Cuando salga de la cárcel vagabundearé,
seré libre de mis ataduras, pero ya mayor para buscar ciertas aventuras. Andaré
por quién sabe dónde, lo único que sé es que ahora escribo desde la prisión,
pero no es una prisión normal o sí, aquí al menos me tratan y me intentan
redirigir, quién sabe hasta dónde, solo el destino lo sabe. Son solo unos años,
después quién sabe, además tengo amigos o al menos conocidos con los que hacer
unión y aliarme en los buenos y malos momentos dentro de estas paredes de
hormigón.
Todo amanece y se desvanece, ahora la
ilusión aviva en mi alma, ya seré consciente del acto que he cometido, solo al
destino le pido una oportunidad. Esa oportunidad quién sabe adónde la
encontraré, si será a tu lado o como siempre solo. Viajando en trenes sin
destino alguno o dando vueltas como una noria, hasta que esta se pare y me
encuentre en la cima. Entonces y solo entonces, diré “viva”, porque seré entre
las nubes si no es que el Sol me tapa esa ilusión llamada “vida”, ya que la
muerte la tenemos en la mochila y es la última piedra de la que nos desprendemos,
para iniciar el verdadero viaje, un viaje también desconocido pero al menos
lleno de paz si es que me dejan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario