BODAS DE FUEGO
Un
domingo de un noviembre de 1971
Parecía
una boda diferente, pero no dejaba de ser una de tantas que no dejan de
desfilar por el catolicismo de un
régimen que tiene los días contados. Son las 11:00 de la mañana o mejor dicho,
día del mediodía. Yo, el presente, debido a la situación que me envuelve me
encuentro aquí esperando, esperando a mi prometida, sin saber si va a venir o
me va a dejar plantado. Juan Antonio, que es mi nombre, me encuentro a pie de
altar con mi traje de 2.000 pesetas. Me siento un señor, pero no dejo de ser lo
que soy, aunque no lo demuestre y no lo muestre, lo llevo oculto dentro de mí Ser.
¿Qué será de mí si no aprendo la lección?, no sabré salir de esta, igual que no
sé salir del armario. Yo que siempre lo he tenido claro, me veo abocado a un
matrimonio sin amor, todo por el qué dirán, todo por el que hablarán y querer
seguir el curso de la vida. Placer incauto, procrear y morir, ese es y será mi
destino, si no lo cambia nadie es y será porque no tengo la libertad de hoy en
día. Porque no tengo el coraje de decir a los cuatro vientos quién soy y lo que
soy en realidad, pero en fin pasan los minutos y no viene. Esbozo una sonrisa
hipócrita, esta me la llevo para adentro, creo que me estoy salvando. Pero
cuando más pensaba yo que me iba a librar, se abre la puerta y ahí aparece con
el padre. Que cualquiera le dice algo, ya que es Brigada de Infantería de
Marina, no me lo quiero imaginar si supiera mi verdadera condición sexual. En
fin, haré lo que pueda y me esforzaré en conseguir que su hija sea feliz,
aunque todo sea un engaño. Todo sea un paripé y una mentira, tendré hijos o al
menos intentaré llegar al coito con ella, en verdad no lo sé porque no nos
hemos mantenido vírgenes al haber estado con otras personas. Al menos ella para
consumar el acto esta noche, no sé si podré, no sé si llegaré ya que como digo
mis inclinaciones son otras y eso se nace no se hace.
Es un
noviembre lluvioso, hemos decidido casarnos mejor en otoño que en pleno verano,
si llueve mejor que mejor porque no es un día para mí muy dichoso. Siendo una
persona que ya que no cree en ello, ya que no creo en nada y no sé a simple
vista razonablemente digno de justificar.
Yo no
me puedo justificar que estoy engañando a todos ellos, me estoy engañando a mí
mismo. No hay peor engaño ni peor mentira, la veo caminar ha pasado lento
cogido del brazo de su padre, la música para la ocasión se escucha a un volumen
alto y lo que tiene que ser un jolgorio, para mí es algo fúnebre de que hoy
acabo con mi vida, esa vida que he llevado a doble juego.
Parece
que soy escuchado y empieza a llover, ella llega mi altura y el Brigada dándome
la mano, acercando esos cinco me da la mano de su hija, él se siente orgulloso y
cree que será decisión acertada, ya que yo no estoy muy mal posicionado. Pero
ello no quita de que sea todo el engaño acumulado, que llegará un día que acabe
todo en una fuerte tormenta de discusión y de decir la verdad. Un engaño que me
rasga el corazón y me hace claudicar, aunque me case con ella y en quedarme en
la soledad perpetua, todo por no tener las narices, todo por no tener en la
suficiente valentía de decir quién soy en realidad, de que alguna vez me
escaparé para hacer lo que debo de hacer. Satisfacerme en mis juegos de sexo y
amor sí que correspondido, siempre con cuidado ya que luego debo cumplir con
ella.
Cosas
de la vida, he invitado a la boda a mi mejor íntimo amigo, aquel con el que he tenido
algún roce cariñoso y que nos miramos de manera cómplice, diciéndonos a nosotros solos ”jamás
volaremos al viento”, pero en fin es lo que hay por aparentar todos salimos ganando
y aquel que es mi mejor amigo, siempre se presentará en mi casa como tal.
Los
días o los ratos que ella no esté, serán bien aprovechados por nosotros dos,
porque era deber saber lo que llevamos en privado. Lo miro de reojo, lo veo tan
guapo y tan apuesto que daría todo mi Ser, por que ocupara la posición, el
lugar y la vida de la que va a ser mi futura esposa. Todo por querer aparentar,
no me imagino al Brigada de infantería dándose cuenta de las faltas de respeto
a su hija. Ya, en la Iglesia debemos hacer lo que hay que hacer, ya es
demasiado tarde. El cura ha empezado ya el sermón, pronto vendrán los anillos,
pronto vendrá el desespero y el claudicar en un “si quiero”, en aquello que yo
no quiero para mi vida. En fin, es lo que hay, no se puede pedir más al menos
tendré una vida normal y la vida esta es la única que vale, porqué volando
hacia el viento yo me dejo llevar como una cometa de la que tiran de las
cuerdas y yo solo obedezco las órdenes del qué es, ya que él que tira de los
hilos. Qué le voy a hacer, me entran ganas de llorar, ellos piensan que es del
amor y de la emoción del casamiento. Yo sí, sí sé por lo que es, es porque mi
compañero no puede ocupar su lugar. ¡Placer!, la dicha hubiera sido eterno,
tendremos que refugiarnos en lo oculto, en la mentira. En fin no escucho al
cura, indico que las palabras me resbalan, hasta que llega el momento de firmar,
pues sí, no sé si hacer una x o firmar con mi nombre. Nervioso, cojo la pluma
de mi compañero y amigo que hace de testigo firmando también así su palabra de
no decir ni pío.
Cada
latido que me corazón palpita, no es por ella, es por la amistad tan completa
que tengo con mi amigo anónimo. Después de firmar los papeles salimos por la
puerta, no sé si será el arroz para darnos buena suerte en la vida, una vida
que será la que de ellos solo es la vida
y para ello solamente hay un patrón. Bajo las escalinatas de la Iglesia, temblándome
las manos y los pies. Si pudiera ser él con el que bajara, sería todo para
atrás, maldito el día que la conocí a ella o a él. No sé qué es estar destinado
a todos, pero da igual ahora me dirijo hasta la gran comilona. Mientras tengo
el estómago cerrado por los nervios y por presionarme a mí mismo, simplemente
para qué dirán. Los deseos fueron los de mis padres y familiares, ya que ellos
no entienden y no me entenderán jamás mi forma de ser en particular.
Y aquí te escribo, antes de decírselo a él
vaya que sea posible que la muerte antes de que la muerte me alcance, ya que está
chapado a la antigua y no sé cómo será su reacción a saber decidir y armarme de
valor.
Todas
las verdades quedaron atrás, me monto en un coche grande parecido a una lemosina,
me espera un banquete, las novias no van a poder conmigo o al menos eso pienso.
Yo no es que odie a la mujer, es simplemente que no deseo de ser amado por
ninguna y eso me lleva arrastras a una locura. Una locura permanente, claro es así,
lo primero es hacernos las fotos de recuerdo en un campo cercano, con la atenta
mirada del Brigada. El fotógrafo nos indica y nosotros solamente posamos como
si fuera un book de casting, todo aquello que va a relucir a partir de ahora,
qué le vamos a hacer son los años 70 y
todavía cosas que no cambian. Estaba haciendo un otoño lluvioso, así que
voy a caer solamente para el momento de las fotos, pero si existiera algo que
dijera que estaba haciendo lo correcto, en fin es como son las cosas y yo no
debo nada a nadie.
Pasar
el rato y luego llegamos al banquete, miro a mi compañero y amigo que ya lleva dos copas de vino. Me da miedo de que
se vaya de la boca, me da miedo que tire todo al traste por los nervios y por
los celos. No sé qué hacer si sentarme con la que es ya mi mujer o hablar en
privado antes con él. Voy a todas, así qué más da, acceder y coger que él está
en una esquina del salón y explicarle la verdadera realidad y que es él el que
ocupa mi corazón y entonces que se dé cuenta de que ellas simplemente serán de postín
de una vida sin fin.
– Hola
viejo amigo. Te he dejado solo todo el día, no me malinterpretes porque tú eres
el amor de mi vida. Le digo, posando mi
mano encima de su hombro.
– Cómo
creerte que eso es verdad, ¿cómo crees que te vas a volver a enamorar, si de mí
pasas totalmente? Me responde lleno de
enfado y con el sentimiento de traición.
– Eso no
es cierto. Luego por lo que lo hago es porque tengo que mantener una apariencia
de lo más normal, pero que sepas que tú eres mi demonio de mil demonios. Es el
único que con el que el enfado me seduce, pero espero contener mis ganas pero
no levantar sospecha alguna. Le digo con
una sonrisa.
– Así
que es cierto entonces. Tendrás hijos con ella y yo a mirarte desde un cristal,
¡tú lo ves eso normal! Se marcha, dejando
las palabras correr.
– No, no
lo veo normal, pero es lo que hay. Las cosas son así en este mundo, al menos en
los años que vivimos. En los próximos, en los venideros, quién sabe lo que
pasará, será entonces colega. Pero antes lo primero paciencia y somos jóvenes y todavía
podemos hacer muchas cosas juntos.
Nos
separamos. Se sienta en una de las mesas redondas con la cara mustia y yo me
siento en la principal con la que es ahora mi mujer. Primero viene el primer
plato, después el segundo y después el postre. Todo son cantos de los gloriosos
“vivan los novios”, viva los ratos al cantarse la misma canción una y otra vez.
La cabeza me estaba entrando en la locura transitoria, cómo es posible.
En un
momento de la celebración, me entran ganas de orinar y voy a los servicios, ahí
me encuentro a mi amigo. No puedo, no puedo, no puedo y no quiero evitar poder
besarle. En esas que entra el Brigada, la cara de alegría y orgullo le cambia
en el acto, sumándose en una rabia que no quiere y no puede evitar.
Siendo
de antaño lleva cuchillo en mano, en vez de apuñalar a mi amigo, cosa que no lo
consigue. Hace de los primeros gritos al foro y está tal las voces y los gritos
que se escuchan en todo el salón. Viene a mi mujer, el padre nervioso explica lo
que todo es verdad, que anda forcejeando. Mi mujer intenta quitarle el cuchillo
clavándoselo a ella misma en el estómago. El Brigada queda parado, ahora llora
de no poder hacer nada, nosotros nos orinamos encima, no sé si al final de saber
de esta historia.
La
policía no tarda en venir, no se calla ni una. Es detenido por homicidio
involuntario y nosotros por ser de una condición que entonces todavía era
delito. Como acabar la vida en la cárcel, estuvimos poco por buena conducta,
pero el Brigada, además de perder a su hija, perdió su libertad.
Pero
no todo es malo, solamente la falta de saber hacer el tomar una decisión
entonces y haber luchado por quién soy yo ahora. Ya de mayor puedo decir a los
4 vientos lo que soy hoy en día no pasa nada en la España de hoy. Antes no era
así, pero quién iba a saber cómo iba a acabar todo. Que me va de acabar de los
nuevos temas de negocios que fueron al traste, acabé completamente arruinado, hoy
en día me mantengo gracias a la familia que todavía aun así, no entiende ni
comprende.
Que de
haber sido una final feliz y un deseo privado, muy hermoso, acabó fatalmente,
pero bueno lo que ocurrió a partir de ahí es otra historia que ya contaré.
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