domingo, 3 de septiembre de 2017

                                                Aquella otra puerta de color azul.                                          

Madrid, 31 de diciembre de 1906, yo como un aficionado escritor me encuentro delante de un papel en blanco. A la espera del que al día siguiente empiece el año nuevo, un hecho que cambiará mi vida y la idea de esta.  Te voy a contar una historia, sí, te voy a narrar un relato discordante, de ahí depende que tú, como buen lector, te lo creas o divagas en una utopía. Ahí tú mismo, yo solo dejo resbalar mi mano…

No voy a comenzar por el final, pero tampoco voy a empezar por el principio. Lo importante, lo más  destacado de todo es prevalecer,  es mantener lo que verdaderamente importa. Vale la pena luchar, vale la pena esperar y saber pelear por lo que quiere uno. Eso te puede hacer merecedor de una torre o de un castillo, o simplemente de un sincero respeto. Todo depende de la actitud con la que te enfrentes a la situación, todo depende, con miedo o sin miedo, enfrentarte te puede hacer sentir libre. Libre y volar, volar tan alto que te sientas como un águila o un halcón. Esta, por muy adversa que sea, siempre te enseña que hay una pequeña luz al final del túnel, todo  es si quieres ir hacia ella o sentarte a lamentar tu mala suerte. Todos tenemos miedos, todos tenemos fobias, todos hemos sentido las piernas, pero no por ello las hemos doblegado. Si no, no seríamos humanos, pero quién es aquel que viene y como humo de un cigarrillo, entra por la nariz y después de abrazar toda tu alma y sale por tu boca.

Yo solo soy un simple narrador o hago de puente, quien sabe,  yo soy un simple escritor aficionado de todo lo más simple que existe en la Tierra. Me dicen, me comentan, que una vez  fui trovador, que otra vez fui escribiente y que por última vez, hace años, pero muchos años  fui guardián de armas, guardián del mismo hombre. Del mismo que viene y se va, de la misma forma que la muerte hace el amor con uno.

        Toc, toc, toc, ¿quién pica a la mismísima puerta del infierno, quién puede ser si no soy yo mismo con mis propias locuras? Debe estar loco o demasiado falto de cariño cuando busco algo que no se encuentra, solo se tropieza uno con ello. Será seguro algún osado que quiere alborotar mi tranquilidad y yo lo expulso, como el que escupe en el suelo de aquello que queda turbado.

No entiende, pero escucha y no se lamenta sin saber todavía el qué y el porqué. Pero como diablo le advierte…

        ¿Quién te crees que eres? Tan fuerte en tu silla y tan cobarde a la hora de andar por caminos tortuosos. Abre la puerta si eres capaz, abre la puerta, esa, la de color azul, si es que tienes la llave de todos los corazones de la humanidad. No golpees en una puerta que te es completamente desconocida.  Sabes que tú solo no puedes con ello, es demasiado peso para tu propio Ser. La llave no es de oro, pero pesa lo suyo porque es el peso de la conciencia de aquellos, de demasiados hombres y mujeres, y ahora te das cuenta que el óxido se apodera de aquellos que se creen listos y libres.

Son las siete de la tarde y empieza a anochecer. ¿Dónde estáis? Yo no dejo de escribir y a la luz de un candil sigo con mi fin. Si la oscuridad te envuelve y eres como el humo negro de todo aquello que se congela y queda en un “no muerto”, pero carente de ser capaz de amar y de sentir, es que eres el mismísimo diablo. Dejarme que os salude y haga de testigo de todo aquello que es referente.

        Dame una oportunidad de demostrarte mi valía, dame la opción de ser un Ser rebelde, déjame congelar mi corazón en medio del Cosmos. No hay nada que me ate a ningún jefe o amo, solo necesito sentir lo que es el respeto y el deseo de ser poseído en carne. El Cosmos… Ese sí, el que es igual de grande que el infinito. Ahí no lloverá ninguna ceniza, solo el polvo de estrellas fugaces surcarán el cielo oscuro de la noche.

Navegando a toda vela, volando por encima del mar, voy surcando los cielos de la bondad y el libre albedrío. ¿Quién me puede negar el saber? Que levante la mano quien sea capaz o cerrad el puño de la impotencia humana. No se formará ninguna nube oscura, ni se ennegrecerá mi ilusión y mi esperanza de veros libres. Sois todo lo que yo conozco y con ello no significa que me vea solo y sin compañía. No hay mayor saber que aquel que se sabe o se ignora.

        Te veo al final, en el horizonte, sí tú, el que me lees, eres mi meta. Háblame, susúrrame al oído, cántame una canción que me sumerja en el mar de la desidia y de la discordia, esa sí, la que tú y yo solo sabemos. Esa que hace que la mano escriba y no se canse, porque te quiero, te quiero, te amo y solo tú y yo somos capaces de volar cogidos de las manos. Háblame y pinta mi corazón de color azul, azul intenso como lo es nuestro amor y la oscuridad.

Yo hoy salto de alegría y desazón por todo lo que nos colma, que es lleno de alegría por saber y no ignorar. Me gustaría un día, escribir mis memorias y ser recordado, no por lo  que  fui en antaño, en otras vidas, sino por el presente y ese es estar a tu lado. A tu lado y no olvidar lo que deseo y lo que amo, al dejar mi mano deslizar y que no me duela esta de escribir de manera rápida y sencilla.

Suena a lo lejos una flauta, suena una canción desconocida para la humanidad, como si fuese un pistoletazo de salida y hago como un roedor y me dejo hipnotizar y me dejo llevar. Suena suave, pero su ritmo y letra me colma y me llena de gozo. No soy un roedor, eso es cierto, más bien soy un reptil que se arrastra por el suelo de manera sigilosa. No te confundas, no soy una sombra ni venero como un lobo la Luna a tus caprichos. Solo quiero estar a tu lado siempre y cuando yo, el escribiente os deje.

        No soy padre ni tutor, ¿porqué, negar tal acercamiento? Dejemos llevar nuestros propios arcos de luces,  no por el sonido de una flauta sino por el trovador que fuiste en otra vida y dejarme que os cante y os narre un hecho, una situación y un principio sin final. ¿Quién sabe si es real o es ficticio? Yo solo sé que esto te lo contó un anciano a la luz de un fuego de medianoche y este, el que lo hizo le fallaba ya la vista y por ello creo yo que se cruzó solo en mi camino.

Cuál fue el emperador de tales tierras, cuál sería el rey de tales torres y tales almenas.  Que como abejas en un panal, trabajaban para poder saciar la sed y el apetito de tales comensales. ¡Trabajad!, dicen. Zumban sus alas y de esa manera se comunican, volándome a mí, mis oídos y con ello escribo y traslado sus deseos…

        Dame un beso y te mandaré directamente al infierno, ese sitio, ese lugar donde tienes prometido tu hueco, tu pequeño espacio en un infinito Universo. Dime, atrévete y te envolveré en papel, para fumarte después.

¿Qué será de ti, qué será de mí? Yo te deseo al igual que tú a mí, atrévete y no mires alrededor tuyo, solo soy, solo te pertenezco a ti y a nadie más. Tú eres mi dueño, tú eres mi amo.

        Dame un beso y déjame fluir por tus venas, soy tu perro, soy tu fiel amante, yo nunca te olvidaré, porque nunca te dejaré. Te amaré en la distancia y te desearé en lo cercano. Como es posible que no te des cuenta de que todo es deseo carnal. No hay dinero, no hay nada que pague el alto precio de que lo que te estoy hablando. Dame ese beso y déjate de rezos y de oraciones. Da igual, deja de leerme y déjame que te quiera y te desee.

No soy un simple hombre y tú no eres un simple Ser, simplemente eres quien eres. ¿Cuánto mides, que pie calzas? Dímelo y te diré cuánto te mide la parte baja de tu cuerpo. Que eres tú, dímelo ya y no me hagas esperar, como el que espera una llamada telefónica del extranjero.

        ¡Bombea, late, corre mi corazón! Esa es mi vida sin ti. No quiero ser de nadie más. No duermo, no como, no vivo. Solo tuyo, solo deseo fundirme en una sola luz, en una sola alma y que esta no sea posible deshacerla en el más intenso fuego ni quebrada en el más helado oscuro anochecer. Qué será, vivo solo, muero solo y renazco a tu lado. Que alegría, que gozo mayor puede haber, que traspasar la puerta cogidos de la mano. ¡Dímelo! Quiéreme, quiéreme, como si fuese el último suspiro o la última calada de aquello que no se perpetúa en el hacer diario.

Quienes serán aquellos que me hacen partícipe de su verdadera historia, quienes son aquellos que me hacen escribir sin fin. Algunos dirán, algunos comentarán, pero muy pocos sabrán realmente lo que es ser como se es. No todos son capaces de canalizar, no todos son capaces de sentir el amor y el deseo de ellos dos. Como si fuese una historia que no fuera real se escribe, pero no se relata. No se puede, no, no se puede.

Desde las estepas rusas, hasta lo más recóndito de la India. Desde el más lejano insólito lugar del planeta hasta Marte, sigo buscando y sigo haciéndole escribir al sonido de una flauta. ¿Que será al final, macho o hembra, o las dos cosas juntas? Como una música en armonía será el sexo que nos une. Porque no se puede vivir sin el deseo y el amor, por eso estás dentro de mí. Cielo oscuro de la noche, duerme conmigo, cielo oscuro de la noche, vela por que mañana no sea el pasado ni el presente. Si no será el futuro que nos alberga juntos, juntos y mezclados, no unidos, para así nacer de nuevo en el Cosmos.

–          Suénate la nariz, límpiate tu respirar y deja de suspirar, que cuando sea será. No corras, no desfallezcas y verás cómo llegaré a ser tuyo y tú mío. Que es cierto y que es mentira. Que es real e irreal, nada es blanco y negro solo. Todo no es bueno o es malo, simplemente es diferente.

Me quedo atónito, me quedo perplejo y sorprendido, de la rapidez como va mi mano. No es nada verdad o todo es sincero, quien sabe. Solo sé que estoy aquí, haciendo que dos  Seres se unan o mejor dicho se mezclen en uno solo, como si fuese agua y aceite yo sigo moviendo la cucharilla. Un torbellino, una rueca que no deja de girar haciendo hilo, es lo que soy yo. Uno o desuno, mezclo en mi intento de ser bueno o malo, no lo sé, simplemente diferente. Algunos dirán, que se hizo la luz, algunos dirán que fue un milagro. Yo digo que fue un eclipse encendido, solo el arco que se formó, fue capaz de mezclar a los dos. ¿Quién engulló a quién, quién posee a quién?  Solo dos luces que como en un agujero negro se entregaron formando una sola estrella. Esa es aquella, aquella que alumbra en lo más alto del cielo y que a veces se confunde con el planeta Venus. Es muy, pero muy brillante y hoy en día, pasado ya 1906, se ve pero no se conocía la historia. La leyenda de aquel que vino y volvió, que volvió y regresó hasta que se vio completamente desnudo y tan transparente, que se convirtió en un Ser puro, puro pero no inocente y sí lleno de orgullo.



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