Tacones rubios.
Chica rubia
90-60-90 es lo que soy, solo un cuerpo bonito en un mundo feo y egoísta. Nadie
quiere ver más dentro de mí. Solo me ven
pasearme y deslizarme por la barra que hay en el centro del escenario, solo
eso. Y yo veo, veo y sigo viendo, un montón de hombres de mediana edad, sin
mayor deseo que el de comerme con los ojos. No hay nadie que les espere, no hay
nada en la nevera que les llene, solo tienen la bebida aguada de cierto local
de una ciudad perdida.
Que será de mí,
que será cuando ya no sea tan joven, solo cumplo ahora los 27 y me veo sola,
sola y sin destino ni futuro cercano. Sigo adelante y sigo en la barra, hasta
que veo como el tiempo de mi turno se agota, dándome un descanso y me marcho a
mi camerino. Llego a la puerta y esta está abierta, solo el salir del humo del
tabaco delata que hay alguien dentro. Yo me pregunto, yo le pregunto “que hace
usted aquí”, sin cortarse ni un pelo me dice y me comenta que le ha dado un
buen dinero a “mi amo” por verme en privado. Yo le comento, yo le afirmo que
“no tengo ningún amo” y que del dinero que le ha dado yo no veré ni un céntimo.
Cosa que él me responde enseñándome la risa que le da a la cartera, una cartera
de piel llena de billetes grandes. Me hipnotiza, me deja perpleja y echando la
cabeza para atrás tomo asiento en mi silla y le escucho y le observo por el
espejo del tocador.
Baila para mí “nena”, baila y hazme vibrar y
disfrutar de algo que hago con pronto pago. No puede ser de otra forma, yo
quiero que tú “nena”, seas mía y solo mía. Quiero que tú “nena”, me hagas subir
hasta el cielo, demuéstrame que puedes, que vales para algo. Yo no quiero más
de ti, yo no deseo otra cosa que encontrar el placer en ti. Demuéstrame que no
me equivoco y te daré una buena suma por los servicios prestados. Quiero que tú
“nena”, me hagas volver loco, solo tú “nena”, me puedes hacer subir al éxtasis.
Se me va el lápiz
de los ojos, se me va la cabeza y casi esta se une con los codos. Me quedo
desconcertada y tengo que poner límites, porque este hombre no es cualquier
hombre. Su traje marrón con corbata a juego, uno de esos que debe de valer unos
500$ y que él lo lleva con una buena percha encima. Su pelo engominado con el
flequillo hacia un lado, un hombre de mediana edad y templado por los años. Yo
me giro al mismo tiempo que le doy la vuelta a la silla. Trago saliva y le
digo, en voz respetuosa, pero se lo hago saber…
Te has vuelto loco, solo es un deseo sexual para
ti, no quieres saber si llegué a la Universidad o me quedé en Secundaria, no
deseas nada más de mí. No sabes si vivo sola o estoy casada, si tengo hijos y
algún padre o madre a la que atender. Que buscas aparte del sexo, yo solo
bailo, pero no hago nada más. No traspases la línea, esa sí, la delgada línea
que nos separa.
Solo la quietud
de aquello que parece en calma, solo el deseo carnal del sexo más salvaje,
puede originar tal detalle. El hombre, el ser humano en sí, solo ve lo que ve,
sin darse cuenta en que a la gente, a las personas hay que mirarlas a los ojos,
hay que saber si aquello que nos acecha es cálido o al contrario es algo tan
adverso, que nos puede dejar helados. Qué más da si es de alta o baja estopa,
lo que verdaderamente importa es saber si es bueno. Dame un poco de ese elixir,
elixir mágico, que me vuelva otra vez joven, joven y llena de vida. Dame un
poco de esa crema, crema blanca y aceitosa, con la que pueda disimular en mi
cara el paso del tiempo. Solo quiero eso, solo deseo ser joven hasta que me
mezcle con el viento. ¿Quién cree en profecías, quién cree en adivinanzas?, si
todo es constante movimiento. Se enciende la
bombilla roja, me hace la señal de que mi descanso ha acabado y salimos,
salimos los dos, no sin antes que el caballero en cuestión, me diga que
volverá. Yo suspiro, será mi salida del antro donde tengo que pencar y bailar.
Como si fuese una muñeca muevo las piernas, las tengo de “porcelana” o serán de
plástico barato. Quién sabe, a saber solo sé que mi oportunidad a lo mejor pasa
por delante y tengo que estar atenta para echarle el lazo. De mientras, sigo
bailando hasta que dan las doce y mi turno acaba, acaba pero no termina la
jornada. Un número de teléfono hay escrito en un billete de 100$ y pienso y
repienso, “que hacer”, dudo mucho, pero al final llamo y me responde un tal
“Jack”.
Hola “nena”, por fin te has decidido, no te
arrepentirás y encima te llevarás una suculenta propina. Eres guapa sabes, solo
tienes que bailar para mí, para mí y algún amigo, solo eso, no vamos a tocarte.
Solo deseo mirar y disfrutar de la belleza de una dama, solo eso. Ahora
relájate y dúchate, que un coche te va a ir a esperar a la puerta. No te
preocupes soy de fiar, no sufrirás percance alguno.
Suelto el móvil,
me tiembla hasta la mano, pero voy a hacerlo, es necesario y un extra. En la
ducha dejo caer el agua caliente, esta me resbala, llevándose, limpiando todo
lo sucio del trabajo. Me tiro casi una hora, me dejo llevar y se me pasa el
tiempo. “Toc, toc”, suena en la puerta. Es el encargado, me avisa, cosa rara en
él. Seguro que también tiene interés, seguro que se lleva parte del baile
privado. Solo soy eso, una “bailarina erótica”. Voy a coger tal borrachera, que no recuperaré
mi estado sobrio, hasta que la Luna haga el próximo eclipse al Sol. Voy a coger
tal mona, que todo parecerá que es cierto. Todo me lo creeré, todo lo tocaré
con la punta de los dedos y con ello conseguiré dormir el tiempo.
No es una
limosina, no es un Cadillac, pero impone. Su chofer y todo, me abre la puerta y
muy gentilmente, me hace subir. Entro en él y él está dentro con una botella de
champagne, parece que me haya leído la mente. No me lo pienso ni quiero echarme
para atrás y agarro una de las copas de cristal. Luces de la gran
ciudad, una ciudad perdida, como los dos que estamos dentro del coche. Este va
despacio y puedo disfrutar de un buen sorbo, mientras observo las luces de la
noche. ¿Quién será el invitado, quién será quién me espera? Solo espero y dejo
pasar el tiempo, total siempre corre deprisa, deprisa y a contra de la
corriente. ¿Qué será de mí? Triste y melancólica, no puede ser. Llegamos a una de las casas de la zona alta y
se para, se para mientras el portón se abre y pasamos, entramos y él me guiña
un ojo. No me toca, pero me siento perturbada.
No te asustes “nena”, no me como a nadie, solo soy
un empresario de algo que fabrico. Cada uno es profesional de lo suyo y hoy,
precisamente hoy, mi hijo cumple los 18’. Y que mejor fiesta por conseguir la
mayoría de edad, que la de presentarle una de las mujeres más guapas de la
ciudad. Seguro que me entiendes y le harás sonreír. No, no quiero que te
acuestes con él, no eso no, pero sí hazle brillar los ojos.
Sus palabras me
hacen sonreír, al mismo tiempo que entiendo la invitación. Un joven que está
despertando al mundo, solo un recién llegado a la mayoría de edad que no está
del todo preparado para la vida tal como es. Le enseñaré la manzana prohibida,
le enseñaré lo oculto que se lleva el erotismo y la carne. No de aquella que
debe ser mordida, sino saboreada y mimada, hasta llegar al éxtasis.
Relájate, no te pongas nervioso, para eso me has
hecho venir, ¿quién es el joven? Siempre es bienvenido un nuevo, un nuevo a la
vida, una vida que a veces parece una montaña rusa y a veces y solo a veces,
parece un mar en calma con estrellas en el cielo. Así, así le haré sentirse, no
estés preocupado que no traspasaré la línea del respeto y conseguiremos que sea
un feliz cumpleaños.
Noches de baile y
danza en la gran casa de la gran ciudad. Porteros, vigilantes y hasta perros de
presa en la puerta. ¿Quién será dicho empresario? ¿Quién será, que teme y se
protege de manera exagerada?. No lo conozco, no es ningún famoso, sino lo
tendría visto. Lleva su buen traje y hasta al joven se le ve bien educado. Nada
más importa, solo un poco de danza para que despierte su virilidad, pero sin
traspasar las leyes del juego.
¡Oye, tú! Tú sí, el que cumple los 18’, ¿has
conseguido hacer tuya alguna chica? A mí no me poseerás, pero mira y disfruta,
disfruta y solo saborea con los detalles de mi baile y de mis carnes. ¡Sabes!
Yo también tuve tu edad, no hace mucho y es que el tiempo corre rápido, con que
disfruta. Rompe el muro de la timidez y sal y encuentra, todo es lanzarse al
vacío, sabiendo que se lleva paracaídas.
¿Vértigo, que es
el vértigo? Si no sufrir el rasgarse uno mismo, sus propias vestiduras. ¿Qué
vestiduras? Pues las propias carnes, el sentir el alma como se separa de los
huesos, flotando dentro del cuerpo.
Dame un poco de ese licor,¡ ese sí! , el que
tienes en aquella estantería y que tiene un número escrito y ese es el “1983”.
Quieres beber de ese año, ese año en el todo era tiempo y juventud, que más
será sino todo flor y rebeldía.
He desencarnado,
pero sigo todavía dentro de mi cuerpo. Solo me he desgarrado, solo me he
liberado de tanto apego. Pienso a veces que sería de mí, si tratase de salir
del todo, si intentara socorrer y consiguiera lanzarme a un nuevo mundo, un mundo que creo por ahora cercano, pero
lejano en el tiempo. Con qué tendré que esperar, esperar y esperar, hasta que
den las doce o las seis, las tres o las cuatro de cualquier día, qué más da.
Seguro que tenemos nuestra hora marcada en la pared y nuestro tren parta hacia
un nuevo destino, un destino sin frío ni calor, sin hambre y sin sed. En el que
todos nos alimentemos de nuestra propia luz, esa sí, la que nos alimenta el
alma dándole alas a nuestro corazón.
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