viernes, 24 de febrero de 2017

                                    En nombre de quién.

Miro al cielo, miro al Sol, le desafío, le muestro que no me falta valor para ello. Qué más se puede desear, solo la mujer de la que siempre me enamoré hace antaño. Ahora no soy nada más que un hombre de cierta edad, al que la pasión le ha sido relevada por la prudencia, pero al mismo tiempo por el desasosiego. A mis años y despertar ahora como si fuese un recién nacido, me hace llorar y gritar alto, tan alto que se me debe de escuchar desde los más lejanos planetas. Muchos dicen, algunos hablan, de que cada uno de nosotros tenemos nuestro propio planeta o venimos de él hasta este. Quién sabe la verdadera verdad, la verdad absoluta. No sé si existe algún Ser supremo, no he tenido ocasión de conversar con él. Pero si es así, le ruego que me diga mi nombre, mi verdadero nombre, aquel que me haga renacer del olvido y seamos todos recordados.
        
                ¡Por Júpiter!

Naves del espacio interestelar, ¿quién soy de verdad? No me digáis que he sido expulsado de un planeta mejor y mandado al mismísimo Infierno, que es La Tierra. Planeta donde reina la avaricia y la codicia, planeta dónde el amor se confunde con el ser débil y dejar toda alma pura atormentada.
        
                ¡Por Júpiter!

Naves del espacio interestelar. ¡Decidme! Mi verdadero nombre, ¿cuál es? Cuál es aquel de que se me priva de saber.  Seré acaso un títere, un payaso a quién gobernar. ¿Quién maneja los hilos, eres tú Sattan? Quien pueda perturbar un alma sincera, será el que tenga el poder de la Oscuridad.

Hola, no sabes quién soy, pero yo sí sé quién eres tú. Me perteneces, soy tu amo, soy tu conciencia y tu saber. No puedes escapar de mi fuerza y de mi poder. Serás siempre, no un títere o un payaso, sino mi perro de presa, aquel a quién lanzar como guardián de lo tenebroso. Has viajado hasta las entrañas de La Tierra y ahora explora aquello que tiene que ser de quién es verdadero o impuro. Recuerda tu destino, eso sí que ya eres poseedor.

Yo no recuerdo ningún viaje, al menos de que yo sea consciente de ello, para mí no ha ocurrido, no está en mis recuerdos. ¿Quién es el Centinela, que posee las llaves del Infierno? ¡Cuál será su nombre! Este se me ha sido borrado, así como el mío propio.

Para qué quieres saber tanto, no es bueno. No sabes que cuanto más ignorante eres, más rebosas felicidad, sí, rebosas del agua de que los demás dicen que es La Luz. Y ahí quiero que sea tu lugar, un lugar prohibido para aquellos que sienten inquietud por aquello que no es claro y que se confunde con lo malvado. No te apures, el Centinela ya sabe a quién encerrar por mil eternidades. No sufras que tú vienes de otros mares y de otros planos.
        
                  ¡Por Marte!

Seguro que si recordara tal nombre, recordaría tal hecho, tal que me ha llevado a sumirme en la tristeza y melancolía de saber que he vivido en un mundo mejor. ¿Solo soy acaso un hombre anónimo y sencillo, un hombre y ya está? Un cuerpo lleno de carne, con una mirada a veces perdida. ¿A quién le escribo la carta? Esta es de puño y letra, para después ser quemada y enviada al ser más oscuro que puede haber.

Tú eres energía, tú tienes el poder humano, aquel de que todos los que no conformamos el plano terrenal, somos negados. Tú, no te das cuenta, que intentan privarte de tal cosa, porque saben o intuyen o quizás y solo quizás saben que has nacido en la Oscuridad, con la llama de aquello que es impuro y prohibido.
        
                    ¡Por Venus!

Chico busca chica, chica busca chico, para poder procrear.  Quién sabe lo que hay después, pero hay que multiplicar y sumar a la población mundial. Somos los reyes, somos los amos de un planeta que se consume poco a poco.

Chico busca chica, chica busca chico, a quién enamorar. Mostrándole sus encantos, lo atará, lo embrujará de por vida a una existencia marital.

Mira, no seas tonto y mira por este agujero que hago en mitad del plano, sí, ese que se dibuja en la pared. ¿No es acaso aquella chica que tanto te hizo suspirar? ¿No es la que tú querías llevar hasta el altar? Ella sabe que existes, tiene algo que pertenece en el cajón y que le diste en prueba de tu amor. ¿No te acuerdas?

Me acerco y cerrando un ojo, miro a través del otro.  Que veo, está cada día más guapa, me va a hacer enloquecer y ya siento el suspiro del deseo y de la atracción.  ¡Cuál ha sido mi sorpresa! Ella tiene mi número de teléfono. ¿Me llamará? Seguro que me llamará y me rogará que la haga mía. Seguro que volaré en éxtasis  y pisaré los jardines carnales. Aquellos que yo me creía privado y que yo me quedaría sumido en la tristeza y en la melancolía.  Solo han pasado unos cuantos años, unos cuantos amaneceres y anocheceres, qué más da. Yo siempre me he mantenido igual, solo mi cuerpo ha envejecido ya y no mantiene la libido con el pabellón en lo más alto.
        
                         ¡Por Venus!

Reboso felicidad, tal como decía la “voz que me susurraba”. No salgo de la habitación y permanezco ahora inmóvil, tumbado en la cama con la mirada fija en la bombilla encendida. Pienso, solo pienso que si la bombilla fuese una rosa, no dudaría en cogerla y quemarme con ella. Solo pienso y me quedo absorto y después dormido.
        
                      ¡Por Neptuno!

Dos aviones en el aire, planeando entre las nubes respiran libertad, mientras hay algunos pájaros que dibujan esvásticas en el mar. Son gaviotas cazando indiscriminadamente aquellos peces que son débiles o simplemente diferentes. ¿Qué será de ellos, qué será de mí? ¿Me pasará lo mismo, me habrán dibujado una esvástica en la pared? ¡Quién sabe, a saber!
        
                       ¡Por Neptuno!

Yo solo sé que me niegan mi posición y mi nombre, me niega mi  “yo”, me niegan e intentan someterme. ¡Qué sea sumiso! Me dicen y yo no hago caso alguno, yo me niego en absoluto a ser uno más, uno más como en un viejo corral. Yo no quiero ser ni oveja ni pastor, yo solo deseo correr como un león en libertad. Pegar tal rugido que se me escuche en todo el planeta. Ese, ese mismo que me niega, lo que por derecho no se me puede quitar. Solo soy un extraño sin nombre, un hombre anónimo sin más. ¿Qué será de mí, si ansío mi libertad? Una libertad que no puedo en este mundo encontrar. ¡Ay,ay,ay!  Mi corazón late prisionero, bombardeando las ansias de volar.

¿Soy un alma o que dejo de ser? Si no quiero más que vivir y morir en paz, sabiendo que en el otro mundo puedo encontrar. Encontrar, como si fuese la imagen de algún cuadro de algún mediocre pintor, lo que realmente es la sinceridad. Como saber quién lo puede firmar si no es aquel que conmigo viaja con cadenas y sin libertad. Solo el deseo del amor, me hace caer en un estado febril y como si delirase recuerdo las siguientes frases…
      
                       -   Hola grandullón, soy yo tu dulce y bonita chica, aquella que por tanto haces suspirar, estoy aquí al otro lado, en otro plano. No me dejaste despedirme de ti, aquel día, solo nos vimos una vez, una sola noche. Esa vez que recuerdo como si fuese ayer y es que como no recordar tal bello y cálido encuentro. No, déjame hablar, no intentes hablar conmigo, seré yo el que te escriba cartas en el amanecer sombrío de la Oscuridad. Seré yo quien no te deje marchar. Pero por ahora seremos solo compañía, una de esas que se hablan en la lejanía. Rogando un encuentro, que tiene fecha pero no te la puedo decir.
       
                         ¡ Mi Luna!

Pico a la puerta, a una puerta trasera, rasgo la cortina. Sí, esa tela invisible que separa lo real de lo irreal. Qué más da, abrázame, da igual si eres joven mujer, solo deseo sentir el calor. Gozar del cálido sentir de todo aquello de lo que se me priva. ¿Quién es quién? Pica a mi puerta y yo no quiero que nadie me despierte de este sueño. ¿Quién osa molestarme en mi momento de plenitud?


Reza, ora y duerme, pensando que existe algo superior. Algo que se te sumerja en lo más profundo del sueño. Uno de esos que sientes hasta la caída en el vacío, una caída sin fin, pero con retorno al despertar. Vuela hacia abajo, desciende a lo más bajo de La Tierra. Al abismo, al mismísimo infierno. Vuela, vuela hasta que no puedas volver, hasta que no recuerdes el camino y  te dejen en el olvido. Que nadie te recuerde, que nadie te mencione, como si tu vida no hubiera existido jamás.

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