jueves, 3 de diciembre de 2015

                                                      Aquí Alpha.
Aquí Alpha, Omega, llamando…. Es una llamada de auxilio, es una llamada de alguien que se encuentra en apuros.
Aquí Tango, Bravo. Te escucho.
Vuelo alto, vuelo más allá de las nubes. Veo el Sol a lo lejos, pero también el cielo que hay debajo de mí. Está lleno de negritud y no veo tierra.
Muy bien Alpha, Omega. La tormenta se disipa y será un pequeño chubasco en breve.
Aquí a lo alto, no se ve tan claro. Tango, Bravo, es posible aterrizar?
No Alpha, Omega. Hasta que no escampe un poco no es posible. El viento viene del Este y corre de Levante. Pero no te preocupes, es poco tiempo lo que le auguro. Simplemente vuela en círculos y no pierdas de referencia al Sol.  
Así lo haré, tengo combustible para un buen rato.
Alza la vista hacia las nubes y tocarás con las manos el cielo. Dicen desde su interior. Pisa fuerte en el suelo y te mantendrás firme en tu sueño. Dice una voz, desde el exterior. Sueño? El que sea, solo tienes que pensar en él y crearlo. Dejarse llevar por una simple canción y que los espíritus que te rodean, se hagan dueño del mismo. Que arte hay más creativo que el de la pintura o el de la escritura. Ay! Si entendiera de colores, haría un mar de lágrimas. Pero no de tristeza sino de alegría, por saber que está vivo. Vive pensando que mañana también vivirá. Otras situaciones, otras circunstancias. Pero en definitiva se levantará y correrá las cortinas, abrirá las persianas para que con ello entre el aire y la luz del Sol.
Es una simple avioneta de dos plazas, una de esas de recreo. Blanca con franjas azules en los lados y una simple hélice que lleva en el morro, da todo lo que puede de sí. Volar por encima de las nubes con tal aparato, es difícil. Solo la maestría y la destreza del piloto lo puede hacer realidad. No se rompe la comunicación y siguen en contacto..
Tango, Bravo. Me escuchas?
Aquí estamos, Alpha, Omega.
La tormenta no se desdibuja, al revés parece ser que coge fuerza.
No te asustes, aquí en Cincinnati estamos acostumbrados. Pero es cierto, hay relámpagos por doquier y no sabemos cuándo te podremos bajar de arriba con seguridad.
Puedo estar unos treinta minutos, pero aquí arriba hace frío y solo veo las nubes encenderse por debajo de mí. Estoy empezando a preocuparme, como veis la pista? Yo creo que lo puedo conseguir.
Ten un poco de paciencia Alpha, Omega. Es mejor que bajes sin combustible, casi planeando es lo mejor.
El tiempo parece detenerse y el combustible a correr deprisa. El piloto sigue haciendo dibujos en el aire, como si quisiese pintar un cuadro. Se arriesga adentrándose en la tormenta. No ve, solo ve lo que no ve y eso le entusiasma y le sube la adrenalina. Sube de nuevo y observa como el Sol se marcha sin decirle un adiós.  La oscuridad, el reflejo de la Luna es solo una opción. Al fin de cuentas, nunca se muere del todo, siempre se vuelve a cantar la misma canción o al menos eso cree..  Esto se está volviendo muy espiritual!  Dice para él y es que se eleva al escribirlo y se asienta en sus convicciones. No hay una muerte total, solo carnal. Quién sabe si volvemos a nacer o simplemente nos transformamos y volamos como si no existiese la gravedad.
La noche se acerca y las estrellas no iluminan debajo de las nubes. Ya no puede mantener tan alto la avioneta y baja arriesgadamente entre ellas. Como humo que fluye en el aire, es el momento que vive el piloto. No sabe dónde está, parece que la conexión con la torre de control se ha perdido. Luces relampagueantes entre el cielo oscuro  iluminan la cabina. La lluvia resbala sobre los cristales de esta.
Un relámpago y un trueno, le hace temblar y no solo de miedo. Por una vez en su vida le entra el pánico y empuja los mandos hacia abajo. A los diez segundos está fuera, no escucha a nadie por la radio y no sabe realmente que pasa. Otro destello, como un relámpago, pero sin trueno. Se ve envuelto en un manto magnético y consigue ver algo parecido a un objeto redondo. Como si alguien le hubiera cogido en sus brazos y suavemente le dejara cerca del suelo.
Sudor frío, corazón caliente. Nervios a flor de piel, no siente del todo las piernas. Las mueve buscando los pedales de control. Las manos en cambio, sujetan firmemente los mandos del equipo y solo se acuerda de sus seres más allegados. Como si fuese presente de una despedida se encuentra, mentalmente se recuerda de cada uno de ellos.
No ve nada y planea en el aire, hasta tocar el suelo. Un solo contacto, un solo golpe de rueda hace recorrer varios metros a la nave. Suspira cuando está parada, se cree en el aeropuerto pero dos luces que vienen por delante a larga distancia le hace reaccionar. Se encuentra parado en una autopista, es de noche y el coche que se intuye, aminora la velocidad y frena en el arcén. Intentan en vano apartar el aparato. Este se encuentra en el lado derecho de la calzada, pero es imposible adentrarlo fuera del perímetro de la vía.
Alpha, Omega…Aquí Tango, Bravo, conteste….
El piloto escucha la radio, una radio que pensaba perdida. Corre y coge el micrófono, esbozando una sonrisa. Se siente lleno, lleno de vida.
Aquí Alpha, Omega….he aterrizado en medio de una autopista. No sé en qué milla ni en qué dirección.
No pasa nada, ahora avisamos a la policía del condado.
27 de marzo de 1980, autopista interestatal de Ohio. Será una fecha recordada en las páginas de los periódicos. Una avioneta aterriza en medio de la autopista en plena noche, después de una tormenta. Gracias al esfuerzo de la policía y de los ahí presentes, se ha evitado una tragedia. Lo que no está claro es como lo consiguió, pero no hubo que lamentar daños personales.
Pasan un par de minutos y se escucha con una voz del cielo, que dice…….JULIO, A COMER!
Es solo un niño en su mundo de juegos y sueños. Se encontraba en el séptimo de esos cielos y le han tenido que despertar de golpe. De golpe despierta de su sueño de ser mayor y obedece a su madre…..
Ya bajo mama!
El niño deja la avioneta y se dispone a bajar para comer, solo piensa en lo que su imaginación le hace ahora dudar. Piensa en la creatividad, piensa en lo que puede llegar a crear, no diciéndole nada a sus padres. Con lo a gusto que estaba jugando con la avioneta…. había llegado un momento, quizás solo un instante que ha parecido ser real.
Por la ventana ve que ha escampado la verdadera tormenta y los rayos del Sol se cuelan por toda la sala. La avioneta sigue ahí, parada en una imaginaria autopista que no es otro lugar que la mesa de su dormitorio. El piloto es un muñeco diminuto de plástico de color azul,  que va en la cabina.
Piensa en lo verdadero de lo que ha hecho, ha jugado, cierto. No ha dejado de ser un juego, pero le entra miedo a volar de verdad. Piensa en si tuviera que subir a un avión comercial, de esos de verdad y solo tener el cinturón de seguridad, para atarse al asiento. Corre a su dormitorio subiendo las escaleras. Se tumba de golpe en la cama y mira de refilón al juguete. Está tal y como lo ha dejado, el coche y la avioneta. Piensa en seguir jugando, jugando o aprendiendo experiencias sin llegar a la realidad.
Ya no es lo mismo, pero sabe que puede hacer la noche o el día, solo tiene que encender o apagar las luces. Ello le llevará a coger con los dedos de una mano la avioneta y con la otra el coche…..
El piloto se encuentra dispuesto, siempre en su cabina. Esperando las órdenes de Julio, unas órdenes que no tardan en llegar y en un momento se encuentra volando en el perímetro de la habitación. No hay ninguna nube, solo la luz de un Sol artificial. El niño se estira en la cama y deja su mente soñar. No hay música, no hay danza para el protagonista. Eso le hace pegar un brinco y sentarse de nuevo en el borde del colchón y animar el juego con un poco de música. No la pone alta, no quiere ni molestar ni ser molestado. El muñeco, parece hablarle con ansiedad. Quiere ser partícipe del momento. Vuelve a tumbarse en la cama y hace piruetas con el avión. Le sopla a la hélice para que esta gire y lo hace volar sin soltarlo, imagina que imagina. Juega que juega…
Aquí Alpha, Omega. Me encuentro en el aire.
Aquí Tango, Bravo. Le recibo.
Es la misma voz, el niño sonríe. Vuelve a estar en las nubes con el aparato y sigue con su juego. Pero se escuchan interferencias, será la radio, será la música. A saber. Él sigue a lo suyo, nadie le molesta y sigue creando con su mente, una mente que no deja de ser la de un niño.
No se levanta de la cama, mira el reloj de la mesita y ha pasado ya una hora. Todavía tiene tiempo, es domingo y no hay nada mejor que hacer. En la vida real se está haciendo de noche, pero en la suya, en la de un niño no existe el tiempo. Para él pueden ser las ocho de la mañana y el piloto seguir volando por el aire. Todo es relativo, todo es creer en lo que quieres creer. Su imaginación le desborda y se levanta de la cama. No coge el coche, solo juega con la avioneta.
Hola Tango, Bravo. Pido permiso para aterrizar.
Hola Alpha, Omega. Aquí Tango, Bravo. Permiso concedido, aterrice en la pista número seis.
Gracias Tango, Bravo. Tengo un poco de prisa, con que allá voy.
Acerca a la mesa el aparato, ahora es una pista de aterrizaje y aunque todavía es pequeño, para pensar en ello.  Piensa en que alguien le espera en su llegada. Le busca una novia al piloto, una chica para un chico. Así que agarra lo primero que le viene en mano y la presenta en la pista. Es una goma de borrar que le ha dibujado con un bolígrafo la cara de una joven.
No se borra la sonrisa de la cara del pequeño, juega que te juega. Ajeno a la realidad y a los peligros que acechan en la verdadera oscuridad. No sale de habitación, no sale de casa. Al menos por la tarde y por la noche. Solo se une a la pandilla por las mañanas y cuando tiene que ir al colegio. Mientras tanto el piloto es su compañero de aventuras y su mejor amigo.
Le busca un nombre para la chica y como no, también para el piloto. Pero no sabe cuál les puede quedar mejor y omite ese pequeño detalle. Serán unos sin nombres, como son unos simples juguetes. Una simple goma de borrar y un piloto de plástico.
Juega que te juega, se le ocurre cortar un pedacito de la goma y sentarla en la cabina. Ya pueden volar los dos, quien sabe si en la vida irreal e ilusionaría le dan las gracias. Ahora sí que son chico y chica o chica y chico. Con que a volar, a dejar volar la imaginación. No habrá tormenta lo suficientemente violenta ni nube demasiado alta, como para qué eso destruya la aventura de volar y seguir soñando.
No entiende de amores, solo de motores y es qué a su corta edad, no sabe de más allá de los sueños. Como en un infantil cuento, sigue jugando. Sigue jugando y se piensa y cree que todo es como dicen sus héroes de su pared. Posters de aquellos verdaderos protagonistas de su corta vida.
Caballos alados y superhéroes, así es el forro de la pared de Julio. También la foto de una avioneta biplaza y sueña con pilotar una cuando sea mayor. Mayor para él, que edad será. Solo desea que un día lo consiga, porque los sueños a veces si lo pides con fuerza  y lo intentas de forma testaruda, se logran.
Mira por la ventana, solo ve lo oscuro y fría que es la noche. Solo los gatos se atreven a cruzar la calle y osan dormir al raso. Otra voz suena, esta vez es la del padre,  que sube por las escaleras. Le pica con los nudillos al mismo tiempo que abre la puerta.
Julio echa la mirada para atrás y lo mira, mira lo mayor que es. Un hombre de mediana edad y piensa, solamente para él piensa. Cuanto tiempo tiene que pasar, para ser como su padre. Para ser como su padre y poder volar como un pájaro en libertad.


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