SUNDAY
AND MONDAY
¿Que va de un domingo a un lunes?,
solo va un día, solo va una noche, ni iluminación ni oscuridad, quien sabe si
solo son sombras o almas perdidas las que andan y caminan por la acera de la
discordia. A saber
Yo aquí, fumando con mi amigo. No
sé si hago bien o hago mal, porque lo que fumo no es nada normal. Solo veo
sombras en el muro de enfrente, solo veo almas desdibujadas que se me aparecen
en medio del vacío oscuro de la noche. Puedo estar satisfecho o renegarme y
negarme a mí mismo mi propia existencia. Mi amigo, digo bien, mi amigo, no digo
su nombre para no delatarle, es un poco negativo. Yo quiero ser positivo, yo
quiero ser su amigo y deseo que sea feliz, que encuentre a la mujer de sus
sueños y que a mí, que a mí solo me invite a su boda. Yo iré con la que es ya
mi esposa y madre de mis tres hijos.
Sacamos a escondidas una botella
de Bourbon, la noche promete, aunque mañana tenga que madrugar, por un amigo se
hace lo que no tiene lugar. Trabajo de mecánico de camiones, sí, de camiones,
los coches se me quedan cortos a la hora de arreglar. La noche es larga y por
un amigo se hace lo que hace falta, así que abrimos la botella y fumando cosas
raras, vemos imágenes que no son habituales y que nuestras mentes las crea.
Echamos unas risas, todo va genial, todo va estupendo. Parece que el tiempo se
desvanece y la amistad se dispara. Me hace ver el mundo de una manera, en una
situación en la que mis alas volverían a volar y quien sabe, si llegaría a ver
otros planetas, otros mundos.
Haré o no haré la maleta para
marchar, ¿hacia dónde?, no se sabe, lo único seguro es que este lunes será
diferente. Enarbolaré la bandera de la libertad y lo haré con mi nueva amistad y seguiré caminando.
– ¿Tú
me conoces, verdad?, le digo, dándole una
palmada en la espalda.
–
- ¿Yo soy aquel que tú sabes ya mi nombre,
cierto?, le comento y le pregunto de
nuevo delante de su cara.
–
- ¡Qué va!, si nos hemos conocido hoy. No te había
visto en mi vida, pero me caes bien. Me
dice, mientras echa humo en la mía.
–
- Dime tú, que sabes mientras fumo un poco más,
porque creo que no voy a ir este lunes a
fichar. Dime tú, que sabes que solo sé que debo marchar sino quiero acabar loco
de verdad.
Todo son sombras, todos son
cánticos y risas a la luz de una farola. Los dos sentados en el suelo, botella
en mano y con las piernas dobladas, miramos el muro que hay enfrente. Contamos
hasta sus ladrillos y estampamos con un rotulador nuestros nombres en ellos.
Hacemos sombras en la pared o son ellas las que nos acechan. Quién sabe la
verdadera verdad, a saber.
Solo sé que el que creía mi nuevo
amigo, sin saberlo, sin comérmelo y ni creyéndome hasta el final, he sabido
que es rara la fidelidad. Todo depende de la unión y yo realmente estaba más
pensando en la luna con mis humos en el ambiente de los bares de las afueras,
que en el querer convivir en un ambiente familiar. Y es que, una cosa con la
otra no tiene lugar, si ni yo mismo a veces me sé juzgar. El tiempo pasa rápido o pasa
despacio, todo depende de lo animado que se encuentre uno. Todo puede ser como
un rayo o un relámpago y después sonar un tañido, un trueno que hace temblar
los muros de la conciencia humana, porque la de los animales está más qué
comprobada. Estupefacto, me quedo estupefacto a saber que está solo, ni mujer
ni hijos, rozando los cuarenta y sin pasar por ningún juzgado. No ha de caer en
la cárcel, no, no digo eso, pero sí para casarse o qué más da. Lo importante es
ser feliz y estar tranquilo, así que yo le apoyo y me hago su amigo.
–
- ¡Tú te crees!, yo con tu edad ya me han echado
el lazo y tengo tres criaturas a las que vestir y alimentar. Son mi única razón
de mi existencia, ellos tres y mi mujer, la que me tiene todavía, hoy en día,
encandilado y enamorado como el primer día.
Le enseño una foto que llevo en
la cartera, y cuál es mi asombro, cuál es mi sorpresa, cuando él, mi nuevo
amigo me responde….
–
- Te ruego me disculpes, pero su cara me suena.
¿No es la que trabaja en un pequeño boulevard en las afueras de la ciudad?
Me lo quedo mirando, lo miro
fijamente a los ojos y al mismo tiempo que niego con la cabeza, asiento con la
boca.
– Es
cierto, trabaja en una de las tiendas, es dependienta.
–
- No me pegues, no te alteres, pero estos últimos
dos meses he salido unas cuantas veces con ella y para mí es alguien especial,
de verdad.
Como el que escucha llover, no
quiero oír, no deseo escuchar y cogiendo la botella a medias me levanto,
desvaneciéndose por completo las imágenes y las sombras. Ando medio borracho y
me subo en el coche, dejando al que pensaba que era un nuevo colega, sentado,
ahí sentado fumando cosas raras o mejor dicho, un poco de hierba. Conduzco
despacio, no tengo los reflejos al cien por cien y por ello y solo por ello,
hago y circulo como si me hubiese sacado el carnet hace un mes.
Imágenes, o mejor dicho voces son
las que escucho. No es muy tarde, es temprano y debo pensar que hacer, o mejor
dicho que decir al llegar a casa. Los niños, los niños deben de estar
durmiendo, miro el reloj, son las nueve y media. La cena estará aún caliente,
lo que no quiero pensar si pasará lo mismo con la cama o si habrá sábanas limpias o me acostaré en cama ya
usada por otro hombre. ¡Ya no sé que creer!
Pero una cosa digo de verdad, no
se debe arriar ninguna bandera de venganza ni remordimiento, porque toda la
culpa no la tiene aquella persona con la que convives, sino todo lo contrario,
todo es un mero escarmiento. Borrón y cuenta nueva, a cero pon tu cuenta y
empieza y sigue buscando, buscando pero cambia, cambia o sino los humos de la
felicidad te traerán todo lo contrario. Todo no es de color de rosa, pero
tampoco, tampoco es todo negro.
Llego a la calle, llego al
barrio, todo alrededor son sonrisas cómplices como si fuese el último en
enterarse de las cosas. Aparco casi debajo de la ventana de mi piso, no me
bajo, me quedo sentado y pensativo.
“Sigo aquí, no te preocupes sigo
aquí, han pasado quince años ya y estoy aquí, con alguna que otra cana, pero
sigo aquí, buscándote a ti. Tú eres mi Sol, tú eres mi Luna, ¿que espero, a qué
se haga el eclipse y nos fundamos en uno solo? Todo pasa rápido, todo corre
demasiado, quizás hasta la vida, pero es así. No depende de uno, si así fuere
seguiría siendo como el de ayer o quizás no. Solo éramos unos jóvenes felices,
ahora me he dado cuenta de cuanto sabíamos antes y lo de ahora no todo es solo
basura la que tirar. Volvamos a ser lo que éramos, volvamos a ser tan rápidos
como un cohete espacial. Pongo la mano en el fuego por ti y seguro que no me
quemo, que en el fondo, en todo tu interior, me deseas, me quieres y no era
solo humo de placer, que era de verdad sentimientos y cariño de verdad, dímelo
y volveré a rastras. Como si fuese un gato en celo maúllo, como un perro me
siento y sigo tu olor. Ese olor que te hace especial, dime la verdad, yo soy
el que tú deseas y nadie más. En verdad,
no somos ni de un lado ni del otro, somos solo almas, almas que se conocen en
misma sintonía, en misma vibración y eso se hace notar en las largas noches de
verano o en las cortas de abrigo en invierno. Yo te sigo queriendo y ya he
dejado de ver a mis amistades, vuelve conmigo, que soy lo que tú deseas.”
Me bajo del coche y cierro la
puerta, pero no la de mi corazón, así que en vez de subir a casa y soltar toda
la descarga, bajo y calle abajo y me dirijo pasito a pasito, camino y camino
por la avenida Cataluña, camino por la avenida de una gran ciudad, de una gran
y cosmopolita capital. Viendo lo que veo, solo deseo ir cogido de tu mano y reír
hasta llorar. Dime la verdad, dime que me equivoco y no sé lo que haré, no
sabré reaccionar.
Pienso, pero ahora en voz alta y
las personas que pasan por alrededor se asustan, piensan o creen que estoy
loco.
“Te acuerdas, sí, yo sé que sí,
cuando subidos, montados en nuestra particular nube, me enseñabas las estrellas
y yo creía caer en tus brazos, en tus brazos de forma segura y sin pensar, sin
cavilar el deseo de caer en el lodo, yo era todo lo que yo creía que querías en
este mundo. Soñaba contigo, reía sin ti al lado, era feliz porque sabía que al
finalizar el día tú estabas ahí. Esperándome a medianoche, para poder salir,
aunque hubiese nubes de tormenta, tú estabas como un paraguas abierto para
recogerme y protegerme de todo aquello que no quería tener a mi lado”.
Yo sé, admito que no volveré a
verte y por eso, por este motivo, me quedo en la calle, enjaulado para poder
llorarte en la flor de mi segunda juventud. Tú que prefieres, tú que deseas si
no es reír a mi lado. Yo, siempre yo, no he sabido hacerlo. Por estúpido o por
necio, me deje llevar por la sociedad y ahora soy padre, padre y huérfano
divorciado del amor que siempre he deseado y que el destino, por su capricho me
ha negado estar a tu lado. Dime que no me quieres y cogeré el primer vuelo, el
primer avión y si es posible cambiaré hasta de país, cambiaré hasta mi nombre,
para poder esculpir y construir un nuevo yo, una nueva persona que me haga
nacer de nuevo. Que me haga volver a ser yo
y conozca, no a ti, pero sí a alguna parecida, y que mientras esté con
ella, piense solo en ti, porque yo por siempre de los siempre, te querré solo a
ti.
Va pasando la noche, voy cerrando
bares y una cosa lleva a la otra y no sé si por hecho o por despecho. ¡Qué
pasa!, me he despierto en una vieja pensión y la mujer que hay a mi lado no es
la mía, ¿qué ha sucedido?, yo no recuerdo nada. Así, que sin molestarla, me
levanto y me visto y cerrando la puerta me escapo, me voy corriendo, como si
hubiese fuego en el edificio salgo, cuando realmente el fuego sale de dentro de
mí. No sé qué ha pasado, no sé qué ha sucedido, una mujer extraña a mi lado y
la de verdad quizás esperando o quizás está con aquel compañero de juerga de
una sola noche. No sé de qué dependerá, pero lucharé por lo que me une, no lo
que poseo, porque de poseer nadie posee a nadie ni nadie es dueño de nadie y
eso me hace feliz, pero también me entristece. Porque, a ver si me deja por
aquel que invité a un par de tragos a cambio de un poco de humo. Que cretino
puedo llegar a ser, que necio se puede llegar a convertir una persona, todo por
no estar por lo que hay que estar. Así, que enterándome que había pagado ya la
habitación me marcho.
Caminando, me voy andando, ¿pero, a dónde estoy? Nada me
suena, nada me es conocido y nada me es familiar, así que miro el móvil y ya me
ubico. Tengo que coger el metro y eso hago, media hora después me presento en
casa, en la que es mi propia casa y como se me queda la cara al abrirme la
puerta mi compañero de fiesta en calzoncillos.
Quien soy yo para juzgar, cuando
hace una hora estaba con otra mujer. Pero todo tan rápido no me lo esperaba y
menos cuando veo la cabeza de mi esposa asomar. No tiene argumento ella
tampoco, no tiene palabra o disculpa que decir. Así, que cerrando yo mismo la
puerta, bajo escaleras abajo, corriendo otra vez. Es lunes, ella va por la
tarde, pero yo tenía que estar en mi puesto ya.
Llego rápido, hoy parece que es
el día de correr, pero llego, llego dos horas tarde, pero llego. Mi encargado
me pregunta y yo le pongo una excusa, él hace el que se la cree y me deja
pasar. Tornillo a tornillo, tuerca a tuerca voy haciendo hueco en mi cabeza.
Sigo pensando, mis compañeros se sorprenden al verme tan callado y sin abrir
boca.
Es peligroso un hombre engañado y
con una llave inglesa en la mano, aprieto y aprieto a conciencia las tuercas,
al igual que hago con los dientes. Hasta que al final llega el descanso para
almorzar y la suelto de mala manera. Se me quedan mirando y me dirijo al
vestuario y me quedo sentado en el banco, con las manos cruzadas, pero sin
ninguna lágrima. No hay vuelta de hoja, no hay vuelta de tuerca. Así que me
pongo en pie, y mojándome la cabeza, grito “libertad, libertad”. Salgo con una
falsa o verdadera sonrisa, quién lo sabrá, pero ya no habrá nadie que me ate,
no habrá nada ni nadie que me engañe. Todo cambia, miro la fecha y la grabo en
mi mente, solo la sé yo, solo diré que fue un lunes, ¿de cuándo?, a saber.
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