domingo, 8 de septiembre de 2019


                                              SUNDAY AND MONDAY

¿Que va de un domingo a un lunes?, solo va un día, solo va una noche, ni iluminación ni oscuridad, quien sabe si solo son sombras o almas perdidas las que andan y caminan por la acera de la discordia. A saber

Yo aquí, fumando con mi amigo. No sé si hago bien o hago mal, porque lo que fumo no es nada normal. Solo veo sombras en el muro de enfrente, solo veo almas desdibujadas que se me aparecen en medio del vacío oscuro de la noche. Puedo estar satisfecho o renegarme y negarme a mí mismo mi propia existencia. Mi amigo, digo bien, mi amigo, no digo su nombre para no delatarle, es un poco negativo. Yo quiero ser positivo, yo quiero ser su amigo y deseo que sea feliz, que encuentre a la mujer de sus sueños y que a mí, que a mí solo me invite a su boda. Yo iré con la que es ya mi esposa y madre de mis tres hijos.

Sacamos a escondidas una botella de Bourbon, la noche promete, aunque mañana tenga que madrugar, por un amigo se hace lo que no tiene lugar. Trabajo de mecánico de camiones, sí, de camiones, los coches se me quedan cortos a la hora de arreglar. La noche es larga y por un amigo se hace lo que hace falta, así que abrimos la botella y fumando cosas raras, vemos imágenes que no son habituales y que nuestras mentes las crea. Echamos unas risas, todo va genial, todo va estupendo. Parece que el tiempo se desvanece y la amistad se dispara. Me hace ver el mundo de una manera, en una situación en la que mis alas volverían a volar y quien sabe, si llegaría a ver otros planetas, otros mundos.

Haré o no haré la maleta para marchar, ¿hacia dónde?, no se sabe, lo único seguro es que este lunes será diferente. Enarbolaré la bandera de la libertad y lo haré con mi nueva  amistad y seguiré caminando.

          ¿Tú me conoces, verdad?, le digo, dándole una palmada en la espalda.
     
           -               ¿Yo soy aquel que tú sabes ya mi nombre, cierto?, le comento y le pregunto de nuevo delante de su cara.
                     
              -              ¡Qué va!, si nos hemos conocido hoy. No te había visto en mi vida, pero me caes bien. Me dice, mientras echa humo en la mía.
       
           -        Dime tú, que sabes mientras fumo un poco más, porque creo que no voy a ir este  lunes a fichar. Dime tú, que sabes que solo sé que debo marchar sino quiero acabar loco de verdad.

Todo son sombras, todos son cánticos y risas a la luz de una farola. Los dos sentados en el suelo, botella en mano y con las piernas dobladas, miramos el muro que hay enfrente. Contamos hasta sus ladrillos y estampamos con un rotulador nuestros nombres en ellos. Hacemos sombras en la pared o son ellas las que nos acechan. Quién sabe la verdadera verdad, a saber.

Solo sé que el que creía mi nuevo amigo, sin saberlo, sin comérmelo y ni creyéndome hasta el final, he sabido que es rara la fidelidad. Todo depende de la unión y yo realmente estaba más pensando en la luna con mis humos en el ambiente de los bares de las afueras, que en el querer convivir en un ambiente familiar. Y es que, una cosa con la otra no tiene lugar, si ni yo mismo a veces me sé juzgar. El tiempo pasa rápido o pasa despacio, todo depende de lo animado que se encuentre uno. Todo puede ser como un rayo o un relámpago y después sonar un tañido, un trueno que hace temblar los muros de la conciencia humana, porque la de los animales está más qué comprobada. Estupefacto, me quedo estupefacto a saber que está solo, ni mujer ni hijos, rozando los cuarenta y sin pasar por ningún juzgado. No ha de caer en la cárcel, no, no digo eso, pero sí para casarse o qué más da. Lo importante es ser feliz y estar tranquilo, así que yo le apoyo y me hago su amigo.
   
               -       ¡Tú te crees!, yo con tu edad ya me han echado el lazo y tengo tres criaturas a las que vestir y alimentar. Son mi única razón de mi existencia, ellos tres y mi mujer, la que me tiene todavía, hoy en día, encandilado y enamorado como el primer día.

Le enseño una foto que llevo en la cartera, y cuál es mi asombro, cuál es mi sorpresa, cuando él, mi nuevo amigo me responde….
      
            -        Te ruego me disculpes, pero su cara me suena. ¿No es la que trabaja en un pequeño boulevard en las afueras de la ciudad?

Me lo quedo mirando, lo miro fijamente a los ojos y al mismo tiempo que niego con la cabeza, asiento con la boca.

          Es cierto, trabaja en una de las tiendas, es dependienta.
       
            -      No me pegues, no te alteres, pero estos últimos dos meses he salido unas cuantas veces con ella y para mí es alguien especial, de verdad.

Como el que escucha llover, no quiero oír, no deseo escuchar y cogiendo la botella a medias me levanto, desvaneciéndose por completo las imágenes y las sombras. Ando medio borracho y me subo en el coche, dejando al que pensaba que era un nuevo colega, sentado, ahí sentado fumando cosas raras o mejor dicho, un poco de hierba. Conduzco despacio, no tengo los reflejos al cien por cien y por ello y solo por ello, hago y circulo como si me hubiese sacado el carnet hace un mes.

Imágenes, o mejor dicho voces son las que escucho. No es muy tarde, es temprano y debo pensar que hacer, o mejor dicho que decir al llegar a casa. Los niños, los niños deben de estar durmiendo, miro el reloj, son las nueve y media. La cena estará aún caliente, lo que no quiero pensar si pasará lo mismo con la cama o si habrá  sábanas limpias o me acostaré en cama ya usada por otro hombre. ¡Ya no sé que creer!

Pero una cosa digo de verdad, no se debe arriar ninguna bandera de venganza ni remordimiento, porque toda la culpa no la tiene aquella persona con la que convives, sino todo lo contrario, todo es un mero escarmiento. Borrón y cuenta nueva, a cero pon tu cuenta y empieza y sigue buscando, buscando pero cambia, cambia o sino los humos de la felicidad te traerán todo lo contrario. Todo no es de color de rosa, pero tampoco, tampoco es todo negro.

Llego a la calle, llego al barrio, todo alrededor son sonrisas cómplices como si fuese el último en enterarse de las cosas. Aparco casi debajo de la ventana de mi piso, no me bajo, me quedo sentado y pensativo.

“Sigo aquí, no te preocupes sigo aquí, han pasado quince años ya y estoy aquí, con alguna que otra cana, pero sigo aquí, buscándote a ti. Tú eres mi Sol, tú eres mi Luna, ¿que espero, a qué se haga el eclipse y nos fundamos en uno solo? Todo pasa rápido, todo corre demasiado, quizás hasta la vida, pero es así. No depende de uno, si así fuere seguiría siendo como el de ayer o quizás no. Solo éramos unos jóvenes felices, ahora me he dado cuenta de cuanto sabíamos antes y lo de ahora no todo es solo basura la que tirar. Volvamos a ser lo que éramos, volvamos a ser tan rápidos como un cohete espacial. Pongo la mano en el fuego por ti y seguro que no me quemo, que en el fondo, en todo tu interior, me deseas, me quieres y no era solo humo de placer, que era de verdad sentimientos y cariño de verdad, dímelo y volveré a rastras. Como si fuese un gato en celo maúllo, como un perro me siento y sigo tu olor. Ese olor que te hace especial, dime la verdad, yo soy el  que tú deseas y nadie más. En verdad, no somos ni de un lado ni del otro, somos solo almas, almas que se conocen en misma sintonía, en misma vibración y eso se hace notar en las largas noches de verano o en las cortas de abrigo en invierno. Yo te sigo queriendo y ya he dejado de ver a mis amistades, vuelve conmigo, que soy lo que tú deseas.”

Me bajo del coche y cierro la puerta, pero no la de mi corazón, así que en vez de subir a casa y soltar toda la descarga, bajo y calle abajo y me dirijo pasito a pasito, camino y camino por la avenida Cataluña, camino por la avenida de una gran ciudad, de una gran y cosmopolita capital. Viendo lo que veo, solo deseo ir cogido de tu mano y reír hasta llorar. Dime la verdad, dime que me equivoco y no sé lo que haré, no sabré reaccionar.

Pienso, pero ahora en voz alta y las personas que pasan por alrededor se asustan, piensan o creen que estoy loco.

“Te acuerdas, sí, yo sé que sí, cuando subidos, montados en nuestra particular nube, me enseñabas las estrellas y yo creía caer en tus brazos, en tus brazos de forma segura y sin pensar, sin cavilar el deseo de caer en el lodo, yo era todo lo que yo creía que querías en este mundo. Soñaba contigo, reía sin ti al lado, era feliz porque sabía que al finalizar el día tú estabas ahí. Esperándome a medianoche, para poder salir, aunque hubiese nubes de tormenta, tú estabas como un paraguas abierto para recogerme y protegerme de todo aquello que no quería tener a mi lado”.

Yo sé, admito que no volveré a verte y por eso, por este motivo, me quedo en la calle, enjaulado para poder llorarte en la flor de mi segunda juventud. Tú que prefieres, tú que deseas si no es reír a mi lado. Yo, siempre yo, no he sabido hacerlo. Por estúpido o por necio, me deje llevar por la sociedad y ahora soy padre, padre y huérfano divorciado del amor que siempre he deseado y que el destino, por su capricho me ha negado estar a tu lado. Dime que no me quieres y cogeré el primer vuelo, el primer avión y si es posible cambiaré hasta de país, cambiaré hasta mi nombre, para poder esculpir y construir un nuevo yo, una nueva persona que me haga nacer de nuevo. Que me haga volver a ser yo  y conozca, no a ti, pero sí a alguna parecida, y que mientras esté con ella, piense solo en ti, porque yo por siempre de los siempre, te querré solo a ti.

Va pasando la noche, voy cerrando bares y una cosa lleva a la otra y no sé si por hecho o por despecho. ¡Qué pasa!, me he despierto en una vieja pensión y la mujer que hay a mi lado no es la mía, ¿qué ha sucedido?, yo no recuerdo nada. Así, que sin molestarla, me levanto y me visto y cerrando la puerta me escapo, me voy corriendo, como si hubiese fuego en el edificio salgo, cuando realmente el fuego sale de dentro de mí. No sé qué ha pasado, no sé qué ha sucedido, una mujer extraña a mi lado y la de verdad quizás esperando o quizás está con aquel compañero de juerga de una sola noche. No sé de qué dependerá, pero lucharé por lo que me une, no lo que poseo, porque de poseer nadie posee a nadie ni nadie es dueño de nadie y eso me hace feliz, pero también me entristece. Porque, a ver si me deja por aquel que invité a un par de tragos a cambio de un poco de humo. Que cretino puedo llegar a ser, que necio se puede llegar a convertir una persona, todo por no estar por lo que hay que estar. Así, que enterándome que había pagado ya la habitación me marcho. 

Caminando, me voy andando, ¿pero, a dónde estoy? Nada me suena, nada me es conocido y nada me es familiar, así que miro el móvil y ya me ubico. Tengo que coger el metro y eso hago, media hora después me presento en casa, en la que es mi propia casa y como se me queda la cara al abrirme la puerta mi compañero de fiesta en calzoncillos.

Quien soy yo para juzgar, cuando hace una hora estaba con otra mujer. Pero todo tan rápido no me lo esperaba y menos cuando veo la cabeza de mi esposa asomar. No tiene argumento ella tampoco, no tiene palabra o disculpa que decir. Así, que cerrando yo mismo la puerta, bajo escaleras abajo, corriendo otra vez. Es lunes, ella va por la tarde, pero yo tenía que estar en mi puesto ya.

Llego rápido, hoy parece que es el día de correr, pero llego, llego dos horas tarde, pero llego. Mi encargado me pregunta y yo le pongo una excusa, él hace el que se la cree y me deja pasar. Tornillo a tornillo, tuerca a tuerca voy haciendo hueco en mi cabeza. Sigo pensando, mis compañeros se sorprenden al verme tan callado y sin abrir boca.

Es peligroso un hombre engañado y con una llave inglesa en la mano, aprieto y aprieto a conciencia las tuercas, al igual que hago con los dientes. Hasta que al final llega el descanso para almorzar y la suelto de mala manera. Se me quedan mirando y me dirijo al vestuario y me quedo sentado en el banco, con las manos cruzadas, pero sin ninguna lágrima. No hay vuelta de hoja, no hay vuelta de tuerca. Así que me pongo en pie, y mojándome la cabeza, grito “libertad, libertad”. Salgo con una falsa o verdadera sonrisa, quién lo sabrá, pero ya no habrá nadie que me ate, no habrá nada ni nadie que me engañe. Todo cambia, miro la fecha y la grabo en mi mente, solo la sé yo, solo diré que fue un lunes, ¿de cuándo?, a saber.



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