QUIEN DIABLOS ES
Entre
las tierras mundanas del lejano occidente, escribo este relato, de lo más
original e interesante posible, siempre
y cuando salvaguarde las letras de aquellos tiempos y sea legible para todos
los que son en este mundo. Yo, un simple trovador, intentaré explicar la
verdadera historia de aquel que abrió al mundo, una sociedad que hasta
entonces, estaba maldita y sucumbida al desastre.
No
hay cuchillo más afilado que la lengua, eso, eso todo el mundo lo sabe. No hay
yugo más eterno y más fuerte, que aquel que uno mismo se hiere. A saber el
porqué, en aquellos tiempos, cuando Constantino el Grande, dominaba el mundo.
Todos se empeñaban en creer en dioses y en cosas en las que hoy en día, en un
siglo que no merece ser dicho, yo escribo, yo me traslado a aquel mundo, en el
que los siglos y los años, todavía no se contaban, al menos como hoy en día se
hacen.
Yo
soy quién no soy, yo soy el que perturba la paz del escritor que se traslada,
con su música y su letra, a tiempos en los que los escribientes escaseaban y
aquellos que no eran analfabetos eran considerados mentes privilegiadas. Todo
ocurrió así, ¿mi nombre?, poco interesa y el del escritor ya lo sabéis.
PRELUDIO
Apostar,
apostar es de necios o de valientes, quien lo sabe, a saber. No se jugaba todo
a las cartas ni se emborrachaba con el nefasto vino que servían en según qué
cantinas o posadas. Todo era relativo, todo era un suponer, solo aquel que
nacía con estrella era en verdad maldecido y marginado por los tiempos de los
tiempos. Mi señor, mi gran y envidiado señor, era ni más ni menos quien quería
ser. Nadie, absolutamente nadie, le dijo lo que tenía por obligación que hacer
o deshacer. Todo fue como la seda, hasta que una muchacha, si, digo bien, una
muchacha se dirigió a mi gran maestro y lo embaucó, lo engañó y después de dos
buenas noches, lo estafó, dejándole sin caballo y sin espada. Él, no
acostumbrado a tales cosas, juró venganza y así fue como fue y ocurrió.
EN BUSCA Y CAPTURA
Andando,
caminando fuimos los dos. Yo, estaba acostumbrado a correr, pero esta vez nos
tocó a los dos. Sin más que un cuchillo o machete, era lo que portaba.
Suficiente, como para abrirle el gaznate. Aunque era capaz de ser clemente, con
tal bella chica no creo que lo fuera. Bueno, ya se sabrá al final de dicho
relato.
Caminamos
y caminamos, pasaron meses o quizás algún año calculando en los tiempos de
ahora, preguntando, haciendo dibujos de su rostro y describiendo como era,
llegamos a lejanas tierras, que ahora no me acuerdo o simplemente no quiero
nombrar. No por nada, simplemente ya sea por respeto, prudencia o pereza, deseo
guardar en el anonimato. Los días fueron largos, tan largos, como el hambre y
la sed, puede llegar a dominar a tales hombres, como mi señor y yo. Entonces y
solo entonces, cuando estábamos a punto de sucumbir, de claudicar en nuestra
búsqueda. Una anciana, pero no por eso con mala memoria, nos dijo, nos guio a
cierto lugar de cuyo sitio si se recordar, nos indicó.
EL DESCUBRIR
Sodoma
y Gomorra se abrió a nuestro pies, era y seguirá siendo seguramente en todas
las mentes, una bacanal, un lugar infestado de seres e individuos que les daba
igual una cosa que otra, que mujer u hombre, joven o viejo. Borrachera, tras
borrachera, allí estaba ella, jactándose del logro conseguido, de que todo lo
manipuló a su antojo, dejando a quién ella creía astuto y valiente, de forma
ridícula e insignificante.
Tenía
que por orgullo y dignidad que recuperar su buen nombre y su buena fama era
importante. No tuvo clemencia, se adentró entre la multitud lasciva y cuando
ella menos se lo esperaba, la agarró del cabello y echándole la cabeza hacia
atrás, se la separó del cuerpo. La multitud quedó asombrada, mi señor estaba
allí, de pie, mostrando la cabeza de la que fue una bella mujer. Se quedó buen
rato, quizás de la mañana pasamos a la noche, no lo sabría decir, pero al final
lanzó la cabeza al foro, al mismo tiempo que le escupía. Todos, absolutamente
todos quisieron salir por temor y cobardía en desbandada. Se agolparon en la
entrada y más de uno cayó muerto, ya sea por ser pisado, ya sea por asfixia. Yo
solo cuento lo que vi, o lo que creo que me quiere decir aquel que no digo su
nombre. Todo fue como fue, todo ocurrió como esperaba mi señor. Limpiado su
nombre, tomamos camino de vuelta, pero esta no iba a ser sencilla, ya que
muchos soles y muchas lunas tuvimos que pasar, no todo sin la compañía de las
voces de aquellos que decían ser sombras, sombras en la noche.
CAMINO DE BAILES
Si
hubiera tenido una guitarra en aquellos tiempos, la hubiera echo servir, pero
al no ser posible, solo mi flauta toqué y como si fuese como en el cuento, las
ratas surgieron y acompañados fuimos por ellas.
Quien
puede ser el tentador y quien puede ser el tentado, solo aquel que no domina su
mente no lo sabe, todo es relativo. Pero no por mucho taparse los oídos, los
tímpanos no dejan de cimbrear como abejas en un panal.
–
- Eres tú la luz y yo
soy la sombra, conque corre a guarecerte debajo de las faldas de tu madre, que
sino yo te absorberé como si fuese un agujero negro del espacio exterior.
Recuperada
la espada, la alzó hacia la Luna y hablando o siendo brabucón, soltó al aire,
como si este fuese poseído por algo o por alguien.
–
- Dicen o solo
murmuran, que soy la bestia, que soy el anticristo. Que da lo mismo vivir o
morir, que da lo mismo sonreír o sufrir, ¿quién es capaz de asegurarlo, tú? Dime realmente quien eres, dime realmente si eres la luz que tanto brilla y que
yo y solo yo, no temo a nadie para nada.
Como
una ligera brisa, le pasó rozándole la cara y entonces y solo entonces, la Luna
ya sea por casualidad o respeto, se volvió roja, como si fuese teñida de
sangre, haciendo aullar a los lobos de la zona. Ello hizo que yo me asustara,
pero no le dije nada a mi señor, solo me oriné en los pantalones, fingiendo me
quedé, para que no se avergonzara de mí. El viento susurró y dijo lo siguiente…
–
- Seis, tres veces
seis, es el número de la bestia, aquellos que tanto temen y no se dan cuenta
que lo que es de verdad lo que da temor. De lo que realmente tienes que
resguardarte y no es precisamente una tormenta tropical. Con sus rayos y sus
truenos, con su diluvio, que parece que sea el fin del mundo. Es el hombre, el
Ser humano en sí, lo que hay que temer.
Estupefacto
me quedó, al saber que la gente, la sociedad al completo sigue hacia una
promesa, una cortina de humo dentro de una densa niebla.
EL ENCUENTRO
–
- Dos extraños en la
medianoche es lo que somos, ¿no te das cuenta, no lo percibes? Tú en la luz y
yo en la oscuridad, o mejor dicho encarcelada sin energía por mi maldad. Todo
aquello que es malo, que es despiadado ahí, ahí afuera, cuando tu cuerpo
expira, es imantado perdiendo su energía. ¿Qué no me crees?, se malo toda tu
vida y lo sufrirás toda tu propia eternidad, y date cuenta que aquí el tiempo
no se mide ni por minutos ni por horas, sino por las veces que una estrella, un
Sol de poniente o de oriente se funde, formando un gran cataclismo universal.
Era
la voz de aquella que fue muchacha de aquella que fue la que una vez sedujo con
malas artes a mi señor. Ahora parecía querer embaucarle para que le siguiera o
le diera descanso eterno. Yo, al ser un simple lacayo, callaba en boca, pero
los pantalones me delataban aún húmedos del miedo. Ella, no callaba, al menos
eran las voces que se escuchaban venir desde a lo lejos, haciendo parar a su
recién recuperado caballo, como así su autoestima.
–
- No llores, no
merece la pena, nada merece la pena, solo la propia felicidad y ésta, ésta casi
nunca es completa. Conque no saltes, no brinques como una criatura, que ya
tienes una edad. Rompe tu muro interior, sal desnudo al lugar donde se reúnen
los árboles y forma un bosque de almas incorregibles, pero nunca, nunca os
inundéis de maldad, porque entonces, ¡ay! Entonces, seréis sombras.
Harto
de escuchar tales voces y tales mensajes, se detuvo y bajó del caballo y
volviendo a alzar la espada, lleno de rabia y enojo le dijo una sola vez…
–
- ¿Cuando veas que se
te acaba el tiempo en este mundo, que harás?, ya no tendrás ni la misma fuerza
ni las mismas energías, o quizás sí, quien sabe.
Como un cometa vio en el
cielo oscuro de la noche y alejándose escuchó entonces…
–
- Yo, aunque no me
creas, te seguiré amando, te seguiré queriendo al mismo tiempo que te odiaré.
Te odiaré, por no darme una segunda oportunidad y aquí continuaré, seguiré
siendo una sombra.
EL RETORNO A CASA
Con
el amanecer de una mañana de invierno, llegamos, retomamos nuestros quehaceres,
tomamos unas copas. Gracias a mi señor, que me dejo mezclarme con los grandes
de aquellos tiempos tan difíciles y fui muy feliz. Correteaba por allí su hijo,
aquel que debía seguir los pasos de su padre, cosa que no era tarea fácil, ya
que el listón lo había puesto muy alto.
–
- ¡Padre!, asegúrame
de que no me va a pasar nada. Dime la verdadera verdad, no me mientas más ni
intentes consolarme, tengo derecho a saber.
–
- Te equivocas hijo,
yo no dejaré de consolarte. Si lo hago, dejarás de sufrir y eso, eso no me
interesa, no interesa ni a ti ni a nadie.
Como
el que vagabundea, camino por la calle, llueve. Al principio tímidamente, luego
se convierte en un chubasco, para acabar granizando. Me cubro, me cobijo debajo
de un puente, el mismo por donde pasa el río. Al poco lleva poco caudal,
después se muestra con algo más de fuerza, para acabar siendo una verdadera
riada, en la que me arrastra sin consuelo alguno. No muero, no fallezco, no sé
cómo sucede.
Como
un martillo de goma que golpea en un muro de metal, es esa mi voz. Apagada,
silenciada por un griterío de una multitud que no sabe o no entiende. Que no
sabe y sigue la onda o la cadena de la vida. Morí,
es cierto, fallecí en tal trágico desenlace y llegué a encontrarme con esa
bella mujer. Era tan preciosa, que no sé si con buenas o malas artes, también
me sedujo. Pero al no estar ya en este mundo, no fue nada carnal, fue algo
precioso. Tanto, que me dejé convencer, me dijo ella que era el momento de
devolverle la venganza. Que solo deseaba verle bañado no en un mar de sangre,
sino en un río de lágrimas. Que estas, resbalasen por su rostro, volviéndole
frágil. Yo no quise al principio, pero al final me convenció y ello me
convirtió durante alguna eternidad en sombra.
Quería
ver al hijo fuera de su mundo, que aquello que tanto quería y tanto apreciaba
fuera suyo, aquí en el mundo de las sombras.
No
podía creérmelo, pero me vi, susurrando como si fuese una mosca en el oído a mi
propio señor. Le convencí de que tan joven muchacho conspiraba en contra él. Le
fui minando la cabeza poco a poco y al mismo tiempo se le aparecía la joven
muchacha, pero cuando él creía poder alcanzarla, se desvanecía como el humo.
Una
mañana de primavera, cuando el Sol estaba en lo alto, agarró el mismo cuchillo
y se lo clavó a su propio primogénito. Dejándole no solo sin heredero de todo
lo suyo, sino también huérfano de sentimientos y sus días fueron largos. El
alma del joven logró escapar de las garras de la muchacha y hoy en día, ya
reunido con su padre en el otro lado. No dejan de unirse en una sola luz, tal
es, que brillan los dos en la oscuridad e intentan iluminar a todo aquel que
piensan que puede ser tentado o engañado, haciendo de guías para aquellas que
se encuentran en la niebla de la discordia.
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