viernes, 20 de abril de 2018


                                         Vísteme de negro.

Luís, hombre de mediana de edad, soltero y truhan, ronda a cierta señorita. Quiere que sea una más de sus conquistas, pero se lo pone difícil y eso le hace más interesante el deseo de enamorar a tal cierta dama. No sueña, no levita, no divaga ni reflexiona. Pero le escribe cierta carta, para que como si fuese un trovador y esta le llegue a ella al corazón.

“Vísteme de negro, no me lo digas más. Vísteme de negro, que voy a un evento oscuro de deseo.  A un evento, a un festival fantasma, no sé a qué hora volveré, no sé si en verdad, sinceramente volveré a acercarme a ti. Todo depende del color de tu corazón, todo depende del aura que desprendas y si me quieres de verdad. Si no es así, no volveré, no volveré a insistir en nuestro amor.”

Suena el replicar de las campanas, suena el sonido grave de aquellas que se sostienen en lo alto de los campanarios. Como una marcha fúnebre actúa en el cerebro y en la mente de tal hombre. Ello le lleva a lo más alto del deseo carnal y bolígrafo en mano, sigue con su carta manuscrita.

“Tú eres mía, tú, sí tú, no eres de nadie más, me perteneces. Es la mejor compra que le he hecho al mismísimo diablo. Él sí me quiere, él sí me respeta y me hace los honores de ser mi amigo. ¿Qué se puede pedir más? Yo no quiero ni pan ni dinero, te lo regalo todo ello. A mí dime que eres mía y que yo te poseo, te poseo y te hago de nadie más. No me digas que no cumplo, no me digas que no llego, cuando suspirarás de felicidad, suspirarás cada vez que te encumbre hacia las nubes del éxtasis.

¿A qué te dejo entusiasmada, a que te dejo de piedra?, pues esto no es nada, imagínate dos meses conmigo. Llorarás cada vez que me vaya para el tajo, sonreirás cada vez que vuelva. Dime que no lo deseas, dime que no me quieres y no volveré.”

Suelta el bolígrafo y suelta al aire, a grito pelado con toda su energía, como si  en un estado de éxtasis se encontrase.
   
                            - -    Estoy harto de todas aquellas que quieren que las convierta en reinas por una noche, eso no me satisface, eso no me llena. Yo quiero a una mujer, yo quiero una amante, yo quiero una cómplice. Solo soy un hombre, solo soy aquel que no piensa o sí con la cabeza. Aunque a veces y solo a veces, me enrojece el ponerme el mérito de ser el mejor, el ser el más  hábil. No hables más de mí y volveré, volveré como un relámpago a tu vera, para hacerte todavía más bella.

Levantándose de la mesa y colocando las dos palmas de las manos, se dice ahora para sí mismo…
    
                   --  Pregunta sobre mí, ponte al corriente y ya sabrás…

Se hace con un vaso de vino, le da un sorbo y respira y suspira. Ya más tranquilo, vuelve a tomar asiento y haciéndose con el bolígrafo, sigue con su misiva.

“No me digas que estás enferma, no me digas que no puedes, cuando te hago reír a carcajadas. Todo depende, todo es relativo, todo es según lo mires, irreal. Todo depende de que quieras hacer algo al respecto. Todo es según por la ventana o cristal que lo mires. Aquí me tienes, me tienes a ritmo de blues, todo es así. Todo es si lo deseas como yo, te canto una canción y verás lo más profundo de mi corazón. Solo deseo que me ames, solo deseo y anhelo lo que es amarse de verdad.

Te regalo una rosa en forma de prosa, para que veas, que mi sin razón se llama como tú. Tú y nada más que tú, me hace vibrar de forma inusual. Ven conmigo y te encumbraré a lo más alto.

Pregunta si quieres, indaga si lo deseas, no he dejado mujer insatisfecha. Aunque sea por una sola noche de cama, les he dado más calor que una manta de lana.

Te seguiré rondando, seguiré merodeando por tu barrio, ese barrio con los farolillos que alumbran sus pequeñas callejuelas. Que daría por ponerte de espaldas a la pared y robarte un beso, para que sepas que lo mío es único y sincero.

Espero y deseo, que leas esta carta, por eso y por ese motivo. Porque se me da mejor escribir, que hablar, ahí va, a tu buzón. Dime algo, pero que no sea un no o no volveré, no sabrás nada más de mí, como no sea que vaya vestido de negro y dentro de una caja de madera de color marrón. No me pongas si eso ninguna cruz, solo la tapa lisa y dame unas horas, dame un tiempo vaya que despierte.

Vísteme de negro y entraré en el libro de los records, no hay nadie que sea capaz, no hay nadie tan singular como yo. Déjame que te lo demuestre, déjame que te invite y celebremos nuestra unión. Una unión que será efímera, no llegará al enlace matrimonial, pero será sincera y para ella no hace falta firma.”

Pasado unos días, veo que la carta, que el mensaje ya no está en su buzón. Nervioso piensa, temblándole las piernas se encuentra, no sabe con certeza si  han llegado esas letras a sus ojos.

Habla con su mejor amigo, que es el mismo. ¿Lo habrá leído, se habrá reído, o simplemente se habrá ruborizado? Me siento inquieto, me siento que no ando si no vuelo como un halcón. Todo es lo que deseo y todo es lo que no tengo nada que perder. Solo la vida si no me quiere, si no me ama.

Pasea por las callejuelas, son las ocho de la tarde o de la noche, qué más da. Da patadas al aire, anda bailando una canción de blues. ¿Qué será de mí, y si me rechaza?

Quizás hubo un tiempo, en el qué, debido a su juventud, hubiera deseado que le olvidara y no sentir el sentimiento de culpa. Ahora no sabe qué hacer, el ayer es el pasado. Ya no desea nada más que envejecer a su lado, toda la gente tiene su derecho, ¿porqué, él no? Canta una canción sorda y a capela unas cortas frases…
   
                            ---   Hace frío, son ya las diez, ahora sí es de noche. Quiero abrazarla y no sé qué está en mis manos, me sitúo enfrente de su portal, en el mismo donde eché la carta.

¡Sorpresa! Le da un vuelco su corazón, es ella, no puede ser otra con esa larga melena morena. ¡Frustración!, es lo que siente dentro de su Ser. Largo, largo es el beso que se da con un desconocido. ¿Quién será y qué será de él?

Me parece que le espera la caja y vestirse de negro…



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