Vísteme
de negro.
Luís, hombre de mediana de edad, soltero
y truhan, ronda a cierta señorita. Quiere que sea una más de sus conquistas,
pero se lo pone difícil y eso le hace más interesante el deseo de enamorar a tal
cierta dama. No sueña, no levita, no divaga ni reflexiona. Pero le escribe
cierta carta, para que como si fuese un trovador y esta le llegue a ella al
corazón.
“Vísteme
de negro, no me lo digas más. Vísteme de negro, que voy a un evento oscuro de
deseo. A un evento, a un festival
fantasma, no sé a qué hora volveré, no sé si en verdad, sinceramente volveré a
acercarme a ti. Todo depende del color de tu corazón, todo depende del aura que
desprendas y si me quieres de verdad. Si no es así, no volveré, no volveré a
insistir en nuestro amor.”
Suena el replicar de las campanas, suena
el sonido grave de aquellas que se sostienen en lo alto de los campanarios. Como
una marcha fúnebre actúa en el cerebro y en la mente de tal hombre. Ello le
lleva a lo más alto del deseo carnal y bolígrafo en mano, sigue con su carta
manuscrita.
“Tú
eres mía, tú, sí tú, no eres de nadie más, me perteneces. Es la mejor compra
que le he hecho al mismísimo diablo. Él sí me quiere, él sí me respeta y me
hace los honores de ser mi amigo. ¿Qué se puede pedir más? Yo no quiero ni pan
ni dinero, te lo regalo todo ello. A mí dime que eres mía y que yo te poseo, te
poseo y te hago de nadie más. No me digas que no cumplo, no me digas que no
llego, cuando suspirarás de felicidad, suspirarás cada vez que te encumbre
hacia las nubes del éxtasis.
¿A qué
te dejo entusiasmada, a que te dejo de piedra?, pues esto no es nada, imagínate
dos meses conmigo. Llorarás cada vez que me vaya para el tajo, sonreirás cada
vez que vuelva. Dime que no lo deseas, dime que no me quieres y no volveré.”
Suelta el bolígrafo y suelta al aire, a
grito pelado con toda su energía, como si en un estado de éxtasis se encontrase.
–
- - Estoy
harto de todas aquellas que quieren que las convierta en reinas por una noche,
eso no me satisface, eso no me llena. Yo quiero a una mujer, yo quiero una
amante, yo quiero una cómplice. Solo soy un hombre, solo soy aquel que no
piensa o sí con la cabeza. Aunque a veces y solo a veces, me enrojece el
ponerme el mérito de ser el mejor, el ser el más hábil. No hables más de mí y volveré, volveré
como un relámpago a tu vera, para hacerte todavía más bella.
Levantándose de la mesa y colocando las
dos palmas de las manos, se dice ahora para sí mismo…
–
-- Pregunta
sobre mí, ponte al corriente y ya sabrás…
Se hace con un vaso de vino, le da un
sorbo y respira y suspira. Ya más tranquilo, vuelve a tomar asiento y
haciéndose con el bolígrafo, sigue con su misiva.
“No me
digas que estás enferma, no me digas que no puedes, cuando te hago reír a
carcajadas. Todo depende, todo es relativo, todo es según lo mires, irreal.
Todo depende de que quieras hacer algo al respecto. Todo es según por la
ventana o cristal que lo mires. Aquí me tienes, me tienes a ritmo de blues,
todo es así. Todo es si lo deseas como yo, te canto una canción y verás lo más
profundo de mi corazón. Solo deseo que me ames, solo deseo y anhelo lo que es
amarse de verdad.
Te
regalo una rosa en forma de prosa, para que veas, que mi sin razón se llama
como tú. Tú y nada más que tú, me hace vibrar de forma inusual. Ven conmigo y
te encumbraré a lo más alto.
Pregunta
si quieres, indaga si lo deseas, no he dejado mujer insatisfecha. Aunque sea
por una sola noche de cama, les he dado más calor que una manta de lana.
Te
seguiré rondando, seguiré merodeando por tu barrio, ese barrio con los
farolillos que alumbran sus pequeñas callejuelas. Que daría por ponerte de
espaldas a la pared y robarte un beso, para que sepas que lo mío es único y
sincero.
Espero
y deseo, que leas esta carta, por eso y por ese motivo. Porque se me da mejor
escribir, que hablar, ahí va, a tu buzón. Dime algo, pero que no sea un no o no
volveré, no sabrás nada más de mí, como no sea que vaya vestido de negro y
dentro de una caja de madera de color marrón. No me pongas si eso ninguna cruz,
solo la tapa lisa y dame unas horas, dame un tiempo vaya que despierte.
Vísteme
de negro y entraré en el libro de los records, no hay nadie que sea capaz, no
hay nadie tan singular como yo. Déjame que te lo demuestre, déjame que te
invite y celebremos nuestra unión. Una unión que será efímera, no llegará al
enlace matrimonial, pero será sincera y para ella no hace falta firma.”
Pasado unos días, veo que la carta, que
el mensaje ya no está en su buzón. Nervioso piensa,
temblándole las piernas se encuentra, no sabe con certeza si han llegado esas letras a sus ojos.
Habla con su mejor amigo, que es el
mismo. ¿Lo
habrá leído, se habrá reído, o simplemente se habrá ruborizado? Me siento
inquieto, me siento que no ando si no vuelo como un halcón. Todo es lo que
deseo y todo es lo que no tengo nada que perder. Solo la vida si no me quiere,
si no me ama.
Pasea por las callejuelas, son las ocho
de la tarde o de la noche, qué más da. Da patadas al aire, anda bailando una
canción de blues.
¿Qué será de mí, y si me rechaza?
Quizás hubo un tiempo, en el qué, debido
a su juventud, hubiera deseado que le olvidara y no sentir el sentimiento de
culpa. Ahora no sabe qué hacer, el ayer es el pasado. Ya no desea nada más que
envejecer a su lado, toda la gente tiene su derecho, ¿porqué, él no? Canta una
canción sorda y a capela unas cortas frases…
–
--- Hace
frío, son ya las diez, ahora sí es de noche. Quiero abrazarla y no sé qué está
en mis manos, me sitúo enfrente de su portal, en el mismo donde eché la carta.
¡Sorpresa!
Le da un vuelco su corazón, es ella, no puede ser otra con esa larga melena
morena. ¡Frustración!, es lo que siente dentro de su Ser. Largo, largo es el
beso que se da con un desconocido. ¿Quién será y qué será de él?
Me
parece que le espera la caja y vestirse de negro…
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