martes, 3 de abril de 2018


                                    Dame un poco de paranoia, por favor.

Como puñales en el corazón, van pasando las horas y va pasando lentamente de bar en bar. No tiene familiares, no tiene amigos, solo su propia conciencia. Sí, esa misma a la que no deja de traicionar, no llora, solo lagrimea por su fatal desdicha. Las nueve marca su reloj, cuando decide volver a su casa, diciéndose “nunca más, que es hora de cambiar”. Pero el alcohol hace su efecto y sentándose en el bordillo de la acera, vomita y reflexiona.

“Todo lo que hay en mi corazón es odio, como lo hago para expulsarlo, no, ¿una simple mujer cambiaría la cosa?  No tengo padres, no tengo amigos, solo un asqueroso y rutinario trabajo de siete de la mañana  a las tres de la tarde. Solo eso y encima debo sentirme agraciado, ya que con ello subsisto, ya que con ello me mantengo en pie. Por unos pocos euros, vendo mi cuerpo y mi alma. A cambio de unas monedas, hago un trabajo de operario en una pequeña fábrica de química, de las afueras de la ciudad.”

Pasan los minutos, no las horas y se incorpora y camina de noche, camina, la mitad de las farolas están de luto, visten de negro al ver el andar en zigzag de Toni. Se alumbra mejor con el mechero, mientras que con la otra mano, agarra fuertemente una botella de licor envuelta en una bolsa de papel.  Le entra de forma agría y fuerte, el líquido obscuro por la garganta. Le hace apretar los dientes en cada trago, mira por la boquilla de la botella. No ve nada, todo es negro, hasta la Luna se ha marchado, se ha retirado para no ser testigo de tal tétrico principio o final.

Habla solo en voz alta y piensa, si es posible llegar a pensar en este estado. Habla consigo mismo o con su conciencia, quién lo sabe, yo, el que escribe, soy un simple narrador de la historia, que verdadera o falsa, quedará en el anonimato. Nadie sabrá si es cierto o es mentira, todo es banal, todo es inventado o antes observado. Quizás el que narra, es solo una sombra, un reflejo de él, visto por la noche.
     
                          -       ¡Soy un paranoico y qué más da! A la gente que le importa, si yo soy así, ¿qué quieren descubrir? Vago por la calle y bebo en cada esquina, tapando la botella con una bolsa de papel. Nadie me dice nada, pero todo el mundo me mira.

Se detiene, mira a las estrellas, alza los brazos y los pone seguidamente en cruz. Se siente libre, libre dentro de su mísera esclavitud. Se siente como Jesucristo, pero no sabe quién es quién el que le clava los clavos en el madero. Reacciona por un segundo, un momento de lucidez y bajando los brazos, se mira las manos. Ello le lleva a ver la botella en una de ellas. Se enfada, se enoja y la lanza, la envía lejos, estrellándola contra una pared y sin pensarlo dos veces, pone dirección a su casa de forma lenta, apoyándose en las paredes de los bloques de la barriada.  Solo camina, solo anda, pero no hace nada por evitar quedarse en la cloaca, dónde está inmerso. Está ya cerca de su casa, mira alrededor y se detiene, se para en el umbral de una puerta y bajándose la bragueta, mira al suelo.
        
                  --  Veo caer bombas desde el cielo, abro la boca con una sonrisa, hasta me da una carcajada. No es nada habitual, no es nada común, pero en la oscuridad de las noches, orino en cada portal.  Todo me da igual, ¡qué más da!, solo veo gente normal.
     
                              --          ¡Eh, tú!, ¿qué haces? Le pregunta un policía municipal. 

Se pone nervioso y se le cortan las ganas, con rapidez se incorpora subiéndose la bragueta. Mira para atrás y pegando pequeños brincos, vuelve a la “normalidad”.
       
                     --   Disculpe agente, es de noche y no hubiera llegado a mi casa,  le doy veinte euros si hace la vista gorda.

Al que viste de azul, la vista no se le pone gorda, pero sí los testículos y lo esposa. Lo maniata y lo dirige al coche patrulla. “Soborno y orinar en plena calle “, lo quería sobornar por solo veinte euros. Pasará la noche entre las rejas de la comisaría. ¡Paranoia!, paranoico se vuelve y no lo pueden contener. Sus gritos y alaridos se escuchan desde el bar de la esquina. Ahora es el agente el que bebe, solo una cerveza o dos, en dicho bar, quien sabe. Lo que es cierto, es que las voces parecen retumbar en las paredes de la comisaría y del local.
       
                    --  Señor de las Tinieblas, Grande de la Oscuridad, ayúdame a salir. Voy a cambiar de actitud, voy a cambiar mi forma de ser. Te haré sentirte orgulloso de mí, pero ayúdame. Sácame de las mismísimas cloacas y hazme sentirme digno de mí.

¿Aprenderá a respetar su cuerpo, aprenderá a respetar su alma y su camino hacia al que adora?, a saber…
     
                                      --      No me dejes que sea un títere,  dentro de aquello que se llama sociedad. Solo, yo solo conseguiré salir y no volverme como las ratas. Ayúdame y conseguiré llegar a mi meta.

¿Quién mueve los hilos, quién es el director de todas aquellas marionetas que siguen un patrón establecido, es realmente Dios o solamente es un vivir para solo morir?, quién sabe, a saber. Yo solo sé, que todos los años son iguales, nos movemos en círculos como las moscas. Pero estas al menos creen que siguen una línea recta, pero el Ser humano no, es un nacer para morir.

Es por la mañana y sigue encarcelado, hasta que venga el abogado de oficio no podrá marcharse. Ya no grita en voz alta, está calmado y solo piensa, piensa ahora para sí mismo. Siendo cómplice de la Oscuridad y de todo aquello que envuelve la niebla de aquello que se dice que es demoníaco.

“Dame la mano maestro o córtame los hilos, que me llevan al precipicio. ¡Quiero volar!, quiero alcanzar las estrellas, deseo triunfar, deseo ganarme el respeto. No es fácil, es difícil, pero a ti me encomiendo, a ti te llamo por tu nombre, Lucifer, Lucifer tú sí que me salvarás y me harás digno de mí mismo. Yo sé que me lo vas a poner que no sé si seré capaz. Pero todo depende de la actitud, todo depende de la forma de actuar.”

Está sentado cabizbajo, se vuelve a mirar las manos. Las tiene ásperas, trabajadas, pero su cabeza, su alma está deshecha, no encuentra la paz que busca. Suenan las ocho en un campanario cercano,  cuando se presenta el hombre del maletín y firmando un papel, lo libera de tal amargura. Le da las gracias, le estrecha la mano y se sorprende, la tiene fina y suave. ¡Ahí!,  ahí está la diferencia. En fin, solo le dice, solo le comenta, que le llegará una carta con una multa. Toni asiente con la cabeza y se marcha, no corre, pero anda deprisa, como si llevará detrás al mismísimo diablo.

Adversidades hay en el mar, adversidades hay en tierra firme…
    
                                 --          Solo soy como un barco pesquero, rodeado de peces a los que llaman “sociedad”.

“Será el miedo a vivir, será el miedo a gozar de la vida, lo que me ha llevado a buscar lo que deseo en las cloacas de la ciudad. ¡No sé,  porqué!, no entiendo el motivo y como he llegado hasta aquí, a este punto. Será el no querer llegar a ser anciano, ¡no!, no quiero vivirlo. Tengo miedo, tengo un miedo atroz y ello, ello me lleva a mi situación. Solo me siento a gusto de tres a nueve, el resto del día es para olvidar, solo es trabajo y dormir. Que se le va  a hacer, todo no depende solo de mí, ¿o sí?”.

Siente punzadas en la cabeza, siente como si despertara, hoy lo tiene bien, es sábado y no trabaja. Nadie, absolutamente nadie debe enterarse de dónde ha pasado la noche. Solo desea, no comer, beber. Beber y beber, mientras alguien le sigue clavando los clavos en el madero. No es ladrón ni pendenciero, pero no entra en sociedad. No conoce a nadie por su nombre, no sabe de nadie. Todo eso le da igual, solo pasa por el supermercado y compra un pack de cervezas. Eso, esto, solo para empezar a “disfrutar el sábado”.

Soy yo mismo, a lo mejor el narrador soy yo mismo, a lo mejor el que escribe, solo transcribe lo que le dicta algún director de orquesta. Todo depende del prisma con el que se mire, y con los ojos con los que se escribe. Da igual, ya llevo cuatro cervezas y me da absolutamente igual.

          Déjame el teléfono, que quiero poner una conferencia con el cielo. Pásame el cigarrillo, que consiga evadirme.

“Mama, perdona. Amigo disculpa. Solo quiero luchar, luchar para llegar feliz al triste final. Dime que no me pare, dime  que siga por el mismo camino, ese que parece un bucle, un espacio donde me siento a gusto.”

¡Cada uno es como es! Podría ser peor, pero también podría ser mejor. Podría ser un arquitecto, podría ser un prestigioso abogado…  ¡Pero no!, solo es un simple operario químico de una pequeña fábrica. ¡Ojo!, que todo trabajo es digno, mientras sea honrado.  No es ladrón ni estafador, no desea hacer el Mal ni desea tampoco hacer el Bien, todo hay que decirlo. Solo quiere que le dejen en paz, solo desea aletargar su vida de tal forma que esta parezca que siempre está dormido.

Hay una frase célebre, que dice lo siguiente, “quién esté libre de pecado, que tire la   primera piedra”. Es algo cierto, es algo real. Quien dice que el que narra no ha hecho algo así o simplemente se envuelve con mantos blancos, por la pureza que desprende. No creo que sea verdad y si lo es, entonces, entonces me guardaré yo mismo mi  máximo respeto.

“Oro, plata, bronce…  Tres metales preciosos, quién dice que no nos forjamos de la  misma forma.”

Fuegos encendidos, fogatas hacen aquellos que no tienen la suerte de dormir en una cama caliente. Él, los mira y los observa, y entonces se da cuenta de la suerte que tiene. No desea cambiar nada, no quiere que nada provoque una tensa situación, solo desea trabajar y dormir, dormir y sentir su cerebro parar de pensar.
        
                      ---    Veo luces de colores, son como pequeñas motas de polvo que dibujan un arco iris en la noche. No sé si es real o es efecto alucinante del cannabis. ¡Qué más da! No quiero llorar, quiero reír.

“Bailo un baile, una danza, que no puede ser la de la muerte, porque ya hace años que morí. Todo es según se mire, todo es según se escribe o se transcribe. No sé si estará de acuerdo el narrador, pero quiero vivir y que el tiempo pase deprisa, tan deprisa que vuele en mi letargo. Todo es así, vivir y vivir, algunos hasta se ríen de ella.”

Claveles rotos, rosas marchitas, por el sin querer de Toni. Solo espera dormir, hasta que un día, le explote el hígado o lo eche por la boca. No espera más, son las doce del mediodía y necesita descansar. No desea más, y liándose un cigarrillo con algo de hachís, sueña en que es el rey de algún lejano país. Solo sueña de diez a seis, pero hoy hace una excepción y ya está en la cama. Solo duerme e intenta no recordar lo vivido y solo quiere vivir una noche más. Solo, solo dentro de sus sueños, hay chicas bonitas y algo más. Ahora duerme y descansa, solo es un hombre anónimo o como quiera decir yo, el narrador.

Cada día se levantará con el mismo gesto, poner los pies en el suelo para incorporarse y colocarse de pie. No levantará y estirará los brazos, pero se mirará las manos. No se verá el paso del tiempo, ya que aún es joven, aún puede cambiar y decidir. El camino que lleva no es el más correcto y sabe, que como una marioneta le mueven los hilos para beneficio de los demás. Aquellos que se llaman amigos, son en verdad unos vividores y unos noctámbulos. Solo desean lo que desean y de mientras él, sigue bebiendo, bebiendo y orinando en portales, como si todo le diese igual. No desea vivir, solo desea dormir, dormir la borrachera y descansar, descansar para volver al día siguiente a la carga.

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