sábado, 1 de agosto de 2015

Estoy cansado, muy cansado. Cansado y triste de ver, como funcionan las cosas. Que más da, que más se puede pedir. Que si no esperar, un esperar que puede ser largo. Largo y penoso, penoso como aquello que se hace, sin ilusión y con esfuerzo. Gira, que gira. Como un ratón en una rueda, es a veces la vida. Una vida, que puede tener dos caras o dos cruces, todo depende de donde nos ubiquemos. Todo y todo es relativo. La felicidad en sí, es relativa. Solo, solo un hecho en un momento puede provocar la tristeza, dentro de tu ser.
Abrázame, dame un abrazo y sentiré la felicidad de nuevo. Que más da, hay muchas clases de amor. Pero ya sabes, cual es la que más necesito. A lo mejor es el amor y deseo carnal o simplemente es el cariño y el mutuo respeto. Cógeme de la mano, apriétala fuerte y hazme sentir seguro, seguro de mí mismo. En un entorno, que parece hostil.
Llueve, llueve a cántaros y yo lo miro a través del cristal de la ventana. Viento, mucho viento. Me hace estremecer y me abrazo yo mismo, dándome cuenta que no me hace falta nadie. Solo yo mismo, yo mismo con confianza. No dependo de nadie, solo de mí mismo. Ahora, un abrazo real y no hipócrita sienta bien. Solo aquel, que no viene acompañado con un puñal, es de agradecer.
Blanco o negro, porqué no puede ser gris. Hay muchas tonalidades de grises, pero solo un blanco o negro. Solo un sí o un no, solo lo real o lo irreal. No puede ser todo relativo, tiene que ser como debe de ser. Todo tiene un precio, hasta un beso lo tiene. Que puedo pedirle a la vida, que sea gratis. Gratis, casi no lo es, ni el aire que respiramos. Que va a ser gratis, que va a ser si hasta el amor tiene un precio. Dime cuanto tienes y te diré lo que vales, dime un precio por quererte y yo me lo pensaré detenidamente. No te estoy poniendo en venta ni quiero que me regales tu cariño, solo saber si es de verdad o tiene una etiqueta por detrás,  por la espalda que no veo claramente.
Estoy solo, muy solo. Ni la compañía de la televisión, llena mi cuerpo ni mi tiempo y decido escribir, escribir para poder soltar. Soltar por no llorar, porque la humanidad no tiene corazón. Solo tiene el recelo de el del al lado, de aquel que tiene cerca. De aquel, que dice ser amigo. Pero que a la hora de cerrar la puerta, no se sabe si por dentro  escupe y  maldice.
Quien está libre? A saber, yo no sé nada. Solo que el que dice, que tiene muchos amigos, en verdad tendría que contar los enemigos. Seguro que son cientos, pero el que dice tener pocos, es aquel que los cuenta con los dedos de una mano.
A veces y solo a veces, vale solo escuchar el sonido del viento. Nada más, ni música ni lamentos. Solo el viento, que se cuela por una rendija. Eso significa soledad? No es así, eso significa compañía. No hace falta, estar acompañado físicamente. Para sentir el aire colarse a gran velocidad, como si quisiese decir algo. Como si quisiese dar palabra y con su sonido interpretar algún mensaje. No hay que pensar mucho y solo tener cuidado, de cuando hace viento. Viento y agua, que golpea sobre el cristal de la ventana. Mientras yo me siento seguro dentro de casa, solo el aire que se cuela. Me avisa y me alerta, de que nunca se está solo y que nunca se sabe, de donde puede venir un abrazo.
Duermo o sueño despierto, que es real? Solo lo que vemos o sentimos, es lo que verdadera-mente creemos. Lo demás, solo no queremos verlo o sentirnos identificados. Por la sencilla razón de que somos así, escépticos para lo que no queremos. Que es más real, que el propio nacimiento y la propia muerte. Solo la vida está por el medio, una vida en la que intentamos querer o abrazar a los que más sentimos cariño sin preguntarnos si realmente nos quieren a nosotros mismos.


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