sábado, 4 de marzo de 2017

                                          A la sombra del adiós.

Pasea por el parque, ¿qué parque? Yo no lo sé, a saber. El Sol está en lo más alto y hace de testigo de aquello que puede ser él, su misma sombra.  Esta no dice ni su nombre ni tampoco se lo puede sacar nadie de la cabeza. Anda, camina ligero, pero no corre, nadie le persigue, solo su conciencia. Esa misma que día tras día, le martillea la cabeza y le ahoga hasta la garganta, para que no pueda decir palabra. Solo su “no fe”, su “no esperanza” en ver cosas que con los ojos, a simple vista no se puede ver, le hace arrastrarse por el suelo, dibujando una silueta ennegrecida por el Saber y no por la ignorancia.

¿Quién será, quién le hará caminar, en un sin parar? Está al otro lado, pero no el otro plano. Aquel que se desdibuja, como si nos reflejáramos en un espejo roto.
      
  ¡                 - Nunca serás tú! Yo te prohíbo que lo seas, tienes que ser una oveja más y no salirte del redil. Dijo la comadreja al que tiene tatuado el escorpión.
                          
                                -   ¿Quién te crees que eres tú? Le respondió él en voz alta y clara.

Redobles de tambores y cornetas soplando al aire turbio de la “no esperanza”. No hay guerra, pero sí batalla, lucha por el honor y por el poder. Toma asiento y descansa, suspira y dando un golpe en la mesa, con la palma de la mano, la retiene. No tiene narices, no tiene valor la comadreja. Se esconde debajo de una de las  mesas del merendero, temblando entre las cuatro patas.
                                - ¡Qué más da! Dijo ella. Yo soy valiente, lo que pasa es que no quiero enfrentamiento ni confrontación.

Ondean banderas celestes, ondean en el palo más alto del orgullo. Uno de esos que no miran y que no ven, lo que es la prudencia. Él, solo él, se levanta de la mesa y en voz agrietada dice.
        ¿Qué es el valor? Si no enfrentarse a la muerte, luchar y superar adversidades. Esto, significa tener valentía. Uno puede luchar y luchar, nadar y nadar en contra de las lenguas y la palabrería de aquellos que se dicen “dignos”.

Solo un murmullo, solo habladurías en voz baja, pero entre ellas, se escucha una que es fémina.
        
                      -  Busca una estrella alejada de ti. Busca en tu interior, lo que significa la palabra “amor”. No busques el odio ni el rencor, busca todo aquello que te dé confort.

Jaulas de oro, para aquellos pájaros que cantan, pero que realmente no viven.
        
                         -  Siempre y no nunca, llores por aquello que dejaste escapar, que ya no volverá a ser como fue. No busques nada ni nadie que reemplace lo perdido. Le dice una voz en un susurro.
        
                          - ¿Quién soy yo? Sino tú verdadero sentir, tu verdadero nombre, lo que le da sentido a tu existencia, que no es otro que el de “Lucifer”. Quién sabe si él y solo él fue tu verdadero creador. Quien sabe quién envenenó tu alma, para que odiases y quemases todas tus fuerzas en tu “no interior”.

Moscas, solo moscas en la pared. No hay nada más que revolotee, ¿qué puede desear si el camino lo tiene trazado? No es un Ser normal, pero no por ello es ni se cree superior. Incluso, vagamente siente cierta envidia por aquellos que viven ciegos a una realidad que no es otra que la viven cada día.
Moscas, solo moscas en la pared. Como gárgolas hacen que su vida sea gobernada por la Oscuridad que a su alma le embriaga, solo se dice a sí mismo, “tócame, tócame, acaríciame hasta que sienta el frío del anochecer”.

Moscas, solo moscas en la pared. Estas dibujan entre ellas, una puerta dimensional. ¿Es posible encontrar alguien o algo por lo que merezca la pena existir? Solo el hecho, solo el orgullo personal e individual, hace que la propia existencia de él, hace que merezca la pena y no escuche la palabrería de cierta comadreja.
        
                              -  Me tienes cansado, ¿Quién te crees, para gobernar así el mundo? Yo soy tú hermano, soy tu segundo “yo”. Soy una parte de ti y no puedes despegarte así como así. Solo marchándote a la Oscuridad, conseguirías que no fuese contigo, soy tu reflejo, soy tu sombra, soy tú en un espejo roto. No puedes verme, no puedes tocarme, pero ardo igual que tú, pero en deseos de poder disfrutar de los mismos derechos.

Ya no va la comadreja, esta se retira después de tanta servir a un astro que se dice Rey. Solo se deja resbalar, solo se deja caer en un zambullir en la orilla del mar. De un mar de dudas en la orilla de la arena de la libertad. ¿Quién sería libre de poseer o desear? ¿Quién está libre de caer en las tentaciones del Mal? Todo lujuria y desenfreno, para aquel que ha estado sometido y ahora ve la libertad.
¿Quién tiene la llave para abrir la puerta trasera?, esa sí, la que decimos que no existe y la tenemos enfrente de nuestros propios ojos. Solo es zambullirse y dejarse arrastrar por las olas de las almas “no muertas”, que siguen con un ritmo frenético en las profundidades de las aguas heladas de a saber que mares.

¿Quién fue primero, la sombra o el propio Ser? ¿Tienen los mismos derechos y deberes? A saber. Solo aquel que se refleja es la duda y lo contrario al Ser propiamente dicho. Todos somos poseedores de nuestra sombra, todos somos poseedores de la existente duda de todo aquello que hacemos o nos concierne. En un mar de dudas está la sombra, aquella que dice ser el “no yo” del Sol. Se enamorará de la Luna, quién sabe si en un año de estos o bisiesto, harán eclipse y se enfrentaran a aquel que nos da la vida.
          -  ¡Este es el momento! Alargándose de forma elástica se dirige y se alza.

Busca a aquel que es como él, busca el poder destronar a aquel que es él. Como es posible, no se da cuenta que si lo consigue, lo más seguro es que desaparecerá. Entonces y solo entonces, se hará la Oscuridad y la Luna reinará. Toda la humanidad está durmiendo, ajena a lo que está a punto de acontecer. Quién sabe lo que realmente sucederá, si será capaz o no, si será absorbido en un agujero negro.
        
                     - Perdóname hermano mío, he nadado por mares de codicia y de envidia y no me he dado cuenta que sin tu calor yo no podría existir. Aquello que es oscuro, es frío eterno y me congelo. Busco algo, pero no encuentro nada, nada que se asemeje a ti.

Como espada forjada en el más fuerte acero, es ahora la sombra de aquello que nos alumbra cada día, de aquello que nos da la claridad enfrente la adversidad. Solo el Astro Rey, puede y debe ser quién, sin juzgar dé la vida a aquel que solo quiere crecer en libertad.
                                   
                                     -  Vuelve, pero no hagas caso a ninguna de las voces que nos desunen y solo escucha la mía, esa es la verdadera. Sal, salta y corre hacia la orilla a descansar, en sus arenas podrás encontrar todo aquello y toda aquella respuesta de la verdad. Todo lo que es real y lo que es irreal, deja que te seque, las lágrimas de aquella que te quería dominar.

¿Cuál es el verdadero, sino de todo aquello que tiene sombra? Solo el seguir pegado a uno, como referente de aquello que verdaderamente somos. Nadie, absolutamente nadie puede despegarse de aquella que se hace inversa. Como saber lo que es real o irreal si todo está plagado de dudas e incertidumbres. La sombra, aquella que pensaba liberarse, no puede, ya ha aprendido que no existiría sino fuese por el que domina y le da calor.


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