EL CARRILERO Si existe Dios, porque lo permite, si existe Dios, porque lo consiente. No hay barcos en el cielo, como no hay estrellas en la mar. Yo tenía mi amigo, era un buen amigo, íbamos juntos a todos los sitios, a todos lados y a todos los lugares. Hoy por ti, mañana por mí decíamos, era una buena amistad, una fuerte amistad y duradera, hasta que una enfermedad me arrebató lo que físicamente veía y sentía. Ya no está a mi lado, ¡oh! si no es que fuese el día de los difuntos, lo que esperaba en el día que hoy ha muerto mi amigo. No lo podía consentir, no lo quería creer que fuera así, pero no podía hacer nada por cambiarlo, ya que todo está leído y escrito, el destino amargo de la persona allegada. O sea, a veces sube al cielo, me baja ahora y me dice…. – Hola, viejo colega de batallas. Yo siempre guardaré en mi alma tu recuerdo, yo siempre guardaré en mi alma tu nombre y tu respeto. Lo que sin él me llevaría a hacer nada ni sería na...
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