MÁS ALLÁ DE LA AMISTAD.
Sinceramente, me quiero morir, ya que no soy
capaz de amar. Sinceramente me quiero morir, es así, yo me quiero morir como si
la vida fuese un crimen pasional. Así lo narro, así lo relato y tal como
sucedió así lo escribo. Quién me quiera creer, que me crea. Quien esté de
acuerdo y me apoye, que me lo diga. Las cosas, al igual que la vida,
evolucionan.
Chico
busca chica, chica busca chico o ¡porqué no!, chico busca chico y chica busca
chica. Todo es relativo, sí, todo cabe en el amor y en la amistad, ¿porqué, no
puede ser así?, si alguien no lo sabe qué me lo diga, que tranquilamente se lo
explicaré. Es fácil de entender, aquello que nace del corazón es siempre verdadero,
porque todo es relativo si es cierto y sincero.
Mi
amigo José Luis, se encontraba esperando el autobús como cada mañana para ir a
su trabajo, eran las seis y cuarto y estaba sentado esperando, faltaban diez
minutos para su llegada. Ellos, los que no trabajaban sabían cómo perder el tiempo
o como adelantarlo, pero él lo que no quería era pararlo. Por su parte, es
porque parar el tiempo es sinónimo de tiempo perdido, entonces con más razón,
sin esperar el autobús reaccionó y se levantó, anduvo veinte minutos hasta su
trabajo. Llegó tan aprisa, tan ligero que llegó diez minutos antes de empezar a
trabajar. Mientras tanto esperaba, se encendió un pitillo y se asomó a la
puerta de la fábrica, miro para arriba y sin pestañear le retó al alba y le
dijo….
–
Yo camino, pues todos los días yo también ando,
porque ha habido toda mi vida una chispa de corazón dentro de mi Ser, nada más
y nada menos que eso.
No
sé qué más podré decir y quién más podría llamar la atención de un hombre como
yo, trabajando en una fábrica como esta. Una fábrica del sector del plástico en
la que he forjado mis cimientos para ser alguien en la vida, pero muy a mi
pesar siempre hay un talón de Aquiles. Siempre hay una debilidad y eso son los
hombres, no lo puedo negar, me amo y me gustaría que me amaran también. Pero
cómo decirlo de una vez, solamente quiero ser libre con la capacidad de amar y
sin resentimientos.
Se
lucha, se vive y se muere, así es la vida, porque así está escrito que le vamos
a hacer. Si no remamos, la barca se hunde, si la barca se hunde y no nadamos
nos vamos a lo más profundo del océano. Un océano lleno de lágrimas por aquel
que no es comprendido, un paño seco como sea vivo quien es quien el que quiera
decir, ese, además, le puede decir algo a José Luis que no sepa ya. Quisiera y podría
decir a este buen hombre, para que comprenda qué hay cosas que no son de razón
y hay cosas que más vale llevarlas en el corazón y no publicarlas a todo el
mundo. Hay cosas que todavía se llevan en privado, muchos, muchos por el cansino
andar por un camino tortuoso el cual debería ser entre algodones y que las
nubes del cielo se abrieran para que el Sol calentara a toda la sociedad de
forma igual, no solo no se pueden mostrar, además es que algunos mueren tristes
en el frío silencio de las tormentas ácidas del miedo.
Sigue en lo suyo, sigue trabajando ahora
hasta la una de la tarde, hora a la que saldrá a no saber qué. A lo mejor come
en el bar, a lo mejor come en su casa, ese lugar que tanto le ha gustado
forjarse como un hogar solitario.
Sentado
en una silla, le quita las rebabas a los cubiletes de plástico mientras empieza
a escuchar voces y más voces. Es un sin fin de gritos y amenazas lo que lleva a
José Luis a ir corriendo al lavabo a vomitar todo tipo de injusticias. Será
cierto o será mentira, será real o será invención de su mente, qué más da. Qué
más da lo que sea, qué más da su condición, lo importante en el Ser humano es
tener la capacidad de amar y tener la capacidad de ser receptivo para ser amado
por igual. Pero eso, si no aprende estando en el siglo XVI hay cosas que no se
deberían hacer, José Luis se mira al espejo y llora otra vez, llora se lava la cara y tirando de la cadena
sale y vuelve otra vez a su puesto de trabajo con constancia y orgullo, sigue
en su puesto hasta donde sea, da igual si es amenazado por un despido inminente,
todo es así como sucede pero llega la hora y se va para casa pensando.
“El
día que yo muera, el día que yo ya no exista en este mundo me gustaría ser
recordado por mi corazón y por mi empatía hacia el prójimo. No como un escritor,
no como un cantante y no como un compositor y tampoco como un operario de
fábrica que no hay nada malo en serlo sino que me gustaría ser recordado
simplemente por mi capacidad de amar. Porque sí, todo es amor, aunque también
tenga que reconocer que no soy capaz de poner la otra mejilla y por ello haber
llegado a enfrentamientos. No de peleas bárbaras, pero sí de dialécticas, me
gustaría subir a un escenario, a un púlpito con un atril, el poder relatar todos
aquellos escritos que dejo plasmados en papel. Cuando yo muera, ese día que
planten un árbol, qué planten una flor y verla crecer. Y flor, usted porque
seguro que será usted, en ella estoy seguro que en ella habrá clemencia que
perdurará por los años de los años, porque así será porque así lo dejó escrito
y así se leerá el día que yo muera.”
Amigos,
yo siempre he querido tener amigos, pero la vida es así de cruel y no me ha
permitido llegar a ello. Amigo, simplemente amigos es lo que me hubiera gustado
tener, ahí va de una relación de pareja en pareja, pero qué le vamos a hacer si
la sociedad, si el mundo todavía no está preparado para ello.
Descorcho
una botella de champán porque quiero brindar por el nuevo año, siempre pido lo
mismo para el nuevo. Amor y salud, porque el dinero va y viene, pero el amor y la
salud, eso ni se compra ni se vende. Se tiene o no se tiene y acabado el día,
acabada la noche, me retiro a mi dormitorio y mirando al techo la luz apagada,
hago ver que veo las estrellas y empiezo a contarlas, hasta que en una de estas
se queda dormido en un profundo y letargo sueño. Este, este sueño le hace levitar
a él en su cama al evitar el tanto amar a alguien, a alguien quién no conoce y
no conocerá nunca jamás. Qué le vamos a hacer si esto es así, no sé si en algún
lado está escrito el destino pero José Luis tiene el suyo propio y si ese está
llamado soledad, pues bonito nombre para que acabe en él mi amargura. Qué le
vamos a hacer, yo quiero relatos, yo
solamente sé lo que sé porque también vivo solo y no miro el techo, pero miro
enfrente a las paredes blancas sin recuerdos colgando de sus paredes.
No
hay mayor recuerdo que aquel que se disfraza de soledad, dejando a la
intemperie el alma, no sabes si dormir o soñar, no sabes rezar u orar. Qué más
da, todo es así o quizás no, quién lo sabe, a saber.
–
Mamá yo me acuerdo de ti y José Luis se acuerda
de la suya también. Entro en cascada con un
llanto que parece no tener fin, qué vamos a hacer si esto funciona así.
Nadie
se queda en este mundo, todo Ser humano viene a aprender y nadie se queda
aunque parezca mentira, es esa la
verdadera verdad, si procreas o aprendes o escribes o relatas. Cantas o te
quedas mudo quizás, pero algo haces, porque todo el mundo viene aquí por alguna
razón a este mundo, a este planeta llamado Tierra.
Pasa
al rato y se queda dormido, quizás mañana será un nuevo día, quizás mañana no
despierte o quizás sí, quién lo sabe. En vez de despertar un día, a lo mejor le
visite una muerte placentera y si despierta a lo mejor es una pesadilla, la
realidad es a veces como cuchillos ardientes que penetran en el Ser de todo
aquel que dice estar vivo, qué más da.
Enciendo una vela por él y la pongo a modo
de altar, no tengo ninguna foto, pero da igual, con solo el pensamiento le hago
llegar toda mi fuerza y voluntad. Que más se me puede pedir, que más se puede
donar si no es toda nuestra fuerza y energía, a por ello voy y a él se lo
dirijo.
En
un algún lugar el amor existe de verdad, sí, no es mentira, existe de verdad y
yo lo amo, lo amo de verdad. Es cierto, más allá de la amistad existe la
caricia, el deseo y el sentimiento cercano de ser dos fundido en uno solo y
vivir, vivir intensamente el amor. Será un sueño, será real, que será, será. Yo
no lo sé o quizás sí o sea todo un suponer, un divagar de aquello que es
incierto y que José Luís solo lo vive mientras duerme. Como si conectará a
través de ondas imaginarias, explora todo sus sentimientos y vuela, vuela libre
como un halcón. Porque en algún rincón de su alma existe el amor y el mío se
junta con el de él.
Entre
la libertad y el libre albedrío, la distancia es muy corta, tan corta que nos
cogemos de las manos y saltamos entre las nubes. Como si fuese el himno de
alguna canción, volamos libres, libres de alma y de corazón. Esperando que se
nos abra las puertas del cielo esperamos, mientras se nos hace entrar vivimos,
mientras se nos hace entrar nos amamos y mientras se nos hace entrar soñamos,
sin despertar de un nunca jamás. Porque jamás hemos estado despiertos, como
nunca hemos visto lo que es amar, nosotros dos lo descubrimos. Mañana por la
mañana será otro día, por ahora hay que disfrutar del momento y el momento nos
lleva al roce y la caricia de nuestras almas, unas almas en la distancia, que
lo único que nos une son los corazones y los sueños, unos sueños siempre
truncados en la realidad, pero que ahora se unen ante la adversidad.
Nos
fundimos, nos abrazamos. Cada uno en su cama a cien kilómetros de distancia,
como si no nos conociéramos nos hablamos, mantenemos una conversación, una
enamorada charla de hablar solo del amor y de la amistad, como si toda nuestra
energía fluyera en el mismo sentido y bajase en cascada por un manantial, por
un río sin final. Es así, no hay mayor letra, palabra o frase que describa lo
que ocurre que aquella que se escribe con todo el corazón y esa es, más allá de
la amistad. Esa es aquella que nos une en alma y corazón sin saber de más
palabras, que aquellas que cogidos de las manos saltamos por encima de las
nubes alcanzando las estrellas.
Pero
todo tiene su fin, todo tiene su tiempo y este, no se puede como dije al
principio, parar. Ahora se da cuenta de que parar el tiempo, no es perder el
tiempo, que parar el tiempo es querer amar hasta el infinito sin saber cuál de
los dos envejecerá primero y cuál será el primero en marchar. Suena el despertador y sabe que debe volver a su
triste trabajo, pero hoy va con una sonrisa y sin prisa se sienta en el banco a
esperar el autobús. Con fuerza se enfrentará a todos aquellos que ponen en duda
su actitud y condición. Lleno de ánimo le muestro desde mi corazón el camino
hacia la felicidad y como son las cosas, como es el destino, que al picar la
tarjeta del bus ve en su reverso un número de teléfono, ¿será el mío o quizás
no?, solo sonríe y marcha hacia su destino. ¿Qué cuál es ese?, a saber. Lo dejo
en duda, si llegará a la fábrica o cogerá el primer tren para verme, eso no lo
sé, eso es otra historia, que otro día contaré, pero que hoy lo dejo aquí. No
es por nada, solo el tiempo es tiempo y por eso se vive el instante, de los dos
depende vivirlo esperando el futuro que quién sabe lo que nos depara, a saber.