sábado, 27 de octubre de 2018

                                 Desde a lo lejos.

Desde a lo lejos, nos están mirando. Nos observan y no dicen nada. ¿Quién sabe si tienen un tercer ojo?, una gran pantalla, desde la que les servimos de entretenimiento. Son seres de otro planeta u otra dimensión, esa dimensión que no conoce nadie y en la que hay vida. Una vida, una inteligencia superior. Máquinas super poderosas que manejan computadoras que están demasiado avanzadas que las nuestras y que el hombre no se las imagina ni en ficción. Naves que van más deprisa que la luz y no dan opción a ningún terrestre. No son visibles aquí, con los telescopios de una generación, que debe avanzar todavía mucho más.

Dejar de mirarme, os estoy viendo a través de los rayos telescópicos. Dejar de mirarme, me estoy cansando de vuestro acoso visual. Hacer lo que queráis, pero largaros ya. Me tenéis harto. Dejar de mirarme, sois muy pesados. ¿No tenéis nada mejor que hacer, no tenéis que barrer?, ¡barrer la basura que sois! La felicidad brilla por su ausencia, no sabéis que es saber que te vas a morir, pero primero se tiene que vivir. No se puede ir por los sitios, como si fueras el sheriff de la ciudad. ¿Dónde te has dejado la estrella?, la estrella de colgado, no vales para nada. Márchate y vive en otra parte, porque aquí solo vivo yo. Largaos y mirar para otro lado, porque yo estoy frito.

Son las tres de la tarde, la canícula cae sobre el asfalto. Él en casa, con la ventana abierta. Intenta respirar, intenta llenar de aire sus pulmones. En la cabeza tiene esa cerveza fría de las nueve, cuando el sol comienza su retirada. Llega el verano y con ello, el abrasador calor y el aire cálido del Sáhara. Quien sabe, si vuelan con alas desplegables y consumen la energía de cualquier otra estrella, parecida al Sol. Alienígenas que sobrevuelan un planeta, cien veces más grande que éste. No tienen armas, lo del láser es solo para las películas. Unas películas que nos siguen divirtiendo, pero que para ellos son del Jurásico. Para ellos estaremos en la época del Cromañón. Que descubrimiento fue el del fuego y no hablemos lo del microchip. Quien sabe, que descubrimientos han conseguido ellos. Son de una generación, que nos lleva muchas vueltas de ventaja. Descansando ellos unos cuantos años, no llegaríamos a su nivel.

¿No te cansas, porqué, no dejas de mirarme, que eres fan mío o soy tu ídolo, no tendrás un póster con una foto mía? A lo mejor me idolatras, pero yo no quiero saber nada de vosotros. No progresas, no maduras. No ves más lejos de ti y a mí me tienes en tu punto de mira. ¿Qué quieres, dinero?, no tengo ni un euro, lárgate y déjame en paz. Las noches de juerga han pasado a la historia y no tomaré una copa más contigo, con que márchate. Yo busco otro sentido a la vida, déjame en paz. No te cansas de no salir, de solo mirarme a mí. Te he dicho que te he visto con mis rayos telescópicos y no eres de metal. Eres como todos, de carne y hueso, pero de carne podrida y de huesos entumecidos por la humedad y el alcohol. Si pudiera te echaba una cerilla para que ardieras en el infierno, olvídame que eres tóxico. No quemes mi sangre ni la hagas arder, que bastante tengo con la vida que me ha tocado vivir. Eres pesado, a ver si te marchas ya y me dejas dormir en paz. No quiero pensar que por la mañana voy a tener tu mirada fija. Menos mal, que no hablas mucho. Porque si no recordaría tu voz. Menos mal que mañana será diferente, menos mal que me dejarás en paz.

Tiene la música a tope, no tiene vecinos. Solo los ladrillos inmóviles de la habitación, con los pósters de conciertos, colgados en la pared. ¿Quién soy yo, para juzgar? Para hacer de juez de la vida, solo uno mismo lo puede ser de sí mismo. Sufre, por el calor que se avecina. Llora por aquellos que mueren, ahogados por el aire sofocante. Ríe, por la desesperación que le entra a uno. ¡Ver y no querer ver!, todo aquello que envuelve al mundo, un mundo que echa la mirada hacia atrás.

Quién sabe lo que nos depara el futuro, ellos a lo mejor lo saben. A lo mejor son ellos, los que no quieren comunicarse con nosotros. Aquí, llueve y hace frío. Aquí, luce el Sol y hace calor. Quién sabe que clima tienen y como es su hábitat, nadie los conoce. A lo mejor nos investigan a escondidas y como con un tercer ojo nos ven en una gran pantalla. Tienen su propio canal llamado “Tierra” y a través de ese canal, se divierten. Echan risas y lloran, cuando toca. Quien sabe, a cuantos años luz de ventaja están de nosotros y a la vez tan cerca, que en un suspiro se acercan a nosotros. No vemos platillos volantes ni nada por el estilo, eso solo son para las películas. Como serán de verdad, esas naves interestelares que viajan por la oscuridad del Cosmos. No dejan de mirarlo todo, de observarnos. ¿Quién es el que nos controla a cada paso, a quién pertenece el ojo eléctrico qué todo lo ve?, todo está dentro de su radio de acción. ¿Qué es?, un tercer ojo o simplemente uno que tiene vista de lince y todo lo alcanza.

A veces me pregunto, ¿qué se siente siendo uno observado, es que se nos guía de alguna forma?, quien sabe. Solo se sabe que existe y es el ojo eléctrico. Porqué su nombre cuando no utiliza energía eléctrica o es que es como todos, pura energía. Solo divago y solo pienso en que no paran de mirarnos, como ojos que atraviesan las paredes sin dejarnos algún rincón de intimidad. No hay derecho a que nos observe ni nos mire de esta manera. Habría que buscar su fuente de energía, si es que la tiene y destruirla. Es solo un ojo eléctrico, el que todo lo ve. Pero quien procesa tal información o solo lo hace por pura diversión. A saber, yo solo soy el que escribe, no soy nadie relevante, ni nadie importante. Solo soy el que escribe.

¿Ojo eléctrico, dónde estás?, yo te buscaré para destruirte. No me gusta que me observen de esta manera y con esta desfachatez. Te crees superior con tu mirada, si es que la tienes. Yo dudo de que seas algo o persona. Solo serás un ojo que no procesa la información, si es así, no deberé preocuparme. Porque solo serás eso, un ojo eléctrico.

Vago por las calles, intento esconderme, pero no hay sitio o lugar donde esté a salvo. Es el ojo que todo lo ve y todo lo observa. ¿Dónde lo procesará o donde lo hablará, dirá algo de mí, será capaz de desvelar como soy por dentro?, es el ojo, que ni por la noche estoy a salvo.  Pero no tenemos nada que envidiar, a lo mejor en su planeta. No tienen mar y playas, ríos y montañas. Es árido como un desierto y el agua, a lo mejor la tienen que extraer de algún otro planeta de la galaxia. ¿Qué forma de vida serán, que no tienen a lo mejor ni que respirar, qué envidia le debemos de tener?, a lo mejor me están mirando mientras escribo. A saber. No lo sabremos nunca o sí.

Volamos en busca de algún ser, volamos en nuestros cohetes que parecen de cartón. De que material estarán fabricados, como serán los de ellos. Tendrán manos, con cinco dedos en ellas. Miro al cielo y solo vuelan aviones, no veo nada más. Son tan rápidos….algún día aterrizarán en nuestro suelo y los Jefes de Estado y presidentes, les recibirán. En un cálido y majestuoso encuentro. Ellos buscan la sobriedad y no quieren tanta alcurnia, solo la comunicación. El intercambio de opiniones y de culturas, pero como lo hará el hombre. Estaremos preparados o les atacaremos por miedo a una invasión, una invasión planetaria de otro ser diferente al ser humano. No quiero pensar, no quiero dedicar más tiempo de lo imprescindible a la reflexión, cosa que me lleva a la más absoluta soledad, con el único compañero del hilo telefónico. Teléfono, que me adentra en el mundo de los vivos. Porque a veces, siento como si estuviese muerto. Quizás sea así y no me haya dado cuenta hasta ahora. Al sentir el calor en mi piel, me pregunto cómo será tener una compañía grata. Aquella que te roza y te hace sentir vivo. Cosa que hace tiempo que no siento, por ahora solo siento el aire cálido que entra por la ventana.

¿Nos atacarán entonces?, a saber. A lo mejor no tienen con qué, simplemente se alejarán quedando en el olvido y en la memoria de no volver nunca jamás. Somos tan irracionales, que tememos a lo desconocido. Como no vamos a atacar a aquellos que no sabemos de dónde vienen y a donde van, con que intenciones y con qué maneras. No entendemos otro lenguaje, que no sea el de las señas. Idiomas, hay muchos, pero las señas y los gestos los entienden todo el Universo. Solo tenemos que saber, cuales son los suyos.

Tardarán a lo mejor mil años en venir o en entrar y dejarse conocer, quien sabe, a saber. Solo nos negamos a creer que estamos solos, porque el Universo es tan grande e infinito…. No se sabe adónde empieza y  adónde acaba. Quien sabe, si como digo a lo primero. Servimos de espectáculo para aquellos que se aburren y no saben con qué entretenerse. Siento unas voces a lo lejos, son un grupo que viene de juerga. Hace tiempo que no salgo de copas, eso ya pasó a la historia. Seré más feliz ahora o antes que alternaba, día sí y día también. Me habré vuelto loco o será que me siento tan observado, que reprimo mis acciones. Tengo que dejar de pensar en el ojo que me observa y vivir. Vivir y no pensar y si eso, sonreír. Sonreír como si de una foto se tratase y seguir viviendo. No sé a veces que me digo, solo quiero que deje de mirarme y dejar de alucinar, como si estuviese bebido.

Me hacen falta seis barriles de aire fresco o hundirme en el río más frío de las montañas, para saber que tengo una oportunidad. Una oportunidad, que siempre me ha sido denegada. No sé el porqué, quien lo sabe. Intento dormir la siesta y las pesadillas me invaden, me llevan a un terreno oscuro y frío. Y yo, parece que despegue de la cama, como un cohete sideral proyectándome a otro mundo u otro planeta. Quien sabe lo que ocurre, mientras dormimos. Quien sabe a dónde vamos, solo pienso en que son ya las cinco de la tarde y el calor es sofocante. Ventanas abiertas para que corra el aire, ventanas abiertas para que entren todo aquel espíritu o fantasma del pasado. Que me haga sudar y me haga despertar.

Las hojas de los árboles se mueven y parece que corra  una ligera brisa. No hay nadie por la calle, todo lo demás no se mueve. ¡Qué más da!, si es mayo o junio, julio o agosto, yo ya no me acuerdo de algún verano, en el cual me haya sentido igual. Sin poder estarme quieto y sin poder respirar por culpa de lo que llaman “calor”. No puedo dormir, no puedo desconectar y ojeo unas antiguas fotos, aquellas que me trasladan a otros tiempos. Con el misma calor, pero en compañía. Esa compañía que se aleja, por el paso del tiempo y no hay vuelta atrás. A quien no le vendría mal, una máquina del tiempo. Un artefacto que nos lleve a otro momento, en el cual hemos sido más felices.

No hay voces, no hay murmullos. Son las seis de la tarde y el sol calienta las paredes de hormigón, haciendo de la habitación un horno. Solo espero que sean las nueve, para poder beber esa cerveza fría que todavía me es fiel. Solo una, esa que entra por la garganta y te refresca hasta el último milímetro del hígado. Solo  una, porque solo el pensar en el abuso, ya me emborracha. Sentarme a la caída del sol, solo falta tres horas. Tendré que soportar las altas temperaturas, aliviándome con el pensamiento puesto en después.

Pasarán las horas, llegara pronto a marcar las nueve y cuando me quiera dar cuenta, serán las doce. Otras tres horas y el pensar en que será imposible dormir, me pone nervioso y me altera, haciendo temblar mis manos. Esas manos, que están labradas en el trabajo y que ahora descansan en el suave teclado del ordenador. Son solo horas, son solo minutos. Nos regimos por ello, como si fuésemos dirigidos desde fuera por algún director de orquesta. A golpe de batuta nos movemos y a golpe de batuta reímos. Solo nos dejamos llevar, pero con la calor llega la reflexión y pienso, que director puede ser tan cruel, como para hacernos sufrir de esta manera.

No llevamos ni chaqué ni corbata, pero vestimos según la época que vivimos. Como si fuésemos disfrazados todo el año, nos movemos por el carnaval de la vida. Ese carnaval, que nos hace bailar y cantar, a golpe de batuta. Ya falta poco para las nueve, con que estaré alerta y me refrescaré con mi premio. Un premio logrado por el esfuerzo cotidiano.

Tenemos inteligencia, lo que no sabemos es el grado que tienen los de ahí afuera. Si son lo suficientemente listos, para venir o no venir. Somos de corazón duro, ellos no se sabe. Ni se sabe si tienen conocimientos, pero todos nos creemos racionales, pero no todos tenemos la razón.

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