viernes, 30 de marzo de 2018


                                                 Dime un hasta luego

Son las tres de la tarde, entra tumbado en una camilla, en una de las habitaciones de la planta cinco del Hospital General. No sonríe, pero no llora, instintivamente se agarra fuertemente a la sabana, mientras le dice a su compañero…
       
                           - Dame la mano hermano, ya que soy limpio de corazón, dame la mano hermano,  ya que estoy en esta situación. Con o sin razón, solo el de no saber qué camino elegir, me llena de melancolía al ver el seguido hasta ahora .Tú no sabes qué camino seguir, ¿porqué,  no me echas una mano y me haces de guía?,  estas aguas turbias en las que no se ve el fondo del mar. Maldita sea, sí maldita sea, está soledad que me embriaga, está soledad que me acompaña y me dice día tras día que no valgo nada. Lanza una moneda al aire, pega mentalmente un disparo con la escopeta de caza. Sí, esa que estaba  ahí guardada en la Masía. Masía de renta,  pero que el disparo no haga daño a nada ni a nadie.

Hace caso, y mano sobre mano, quedan unidos en un sin querer.¡ Qué más da! Solo querían vivir y disfrutar de su juventud.
                 
                               -     Ya lo sé cariño, a nadie, al revés que abra las nubes y se alcance ver el sol. Que un rayo de este, nos ilumine toda la habitación.

¿Que se escucha, qué hay de aquello que todavía no es transparente, qué es todo aquello que no se ve totalmente?, que solo se trasluce. Pero se ve qué es todo aquello que él piensa que es o es posible hacer, pero él siempre será de mirar pasar el tiempo. Viendo el reloj, mira el calendario, enero, febrero, marzo y abril, y la 1 las 2 y las 3. Qué más da la hora que es, qué más da el día en que fue nacido, qué más da, si él se siente vivo como si fuera su primer día de vida. Solamente desea una cosa, sola una, sentirse abrazado, sentirse querido y que todo aquello que le rodea sea leve y de verdad bienvenido.

Piensa…

“Qué nada me traicione ni que nadie me embauque en aquello que yo no quiero entrar y que rápidamente quiera salir.”
       
                 -  Aviones de paja, aviones de paja arden en la pista aérea de algún lugar, ordenado  por las bombas de aquellos que se dicen portadores de la libertad. ¿Qué portador de la libertad, hace ayer caer en la miseria y el bombardeo a aquellos que no tienen culpa? No será de ellos trasluz, es un virus de muy lejos, ¿a dónde se encuentra? Yo no soy nadie, pero yo sí es todo para mí y yo no me considero nada, lo que sea será de mí…

Hubo un tiempo, no muy lejano dónde todos eran separados, en un país que dividido por  un muro, las lágrimas eran teñidas de sangre. En aquellos tiempos, en otros países había otros muros. Estos eran invisibles, estos solamente eran psicológicos y mentales, y por ello se dividía todos aquellos que se sentían libres. Todo es todo y nada es nada, pero qué más da si tardamos…
        
                -  Para por favor, te lo ruego para, no seas con el martillo de arena, no seas la punta que clavó a quién quiso decir “libre”, dime de verdad a quién crees a ti o a mí o por quién luchar. Si no es por uno mismo, todas las batallas no tienen razón alguna, si no es por la supervivencia de cada uno.

Ayer le dijeron que tenía cáncer, ayer segaron toda su vida por completo. Hoy en una cama de hospital, siente como se va. Siente como se marcha y todo por no haber tenido cuidado o cuál porqué. Quiso aquello que se trasluce, ¿qué es de aquella luz que se ve a lo lejos?, no creo que sea lo que yo creo que es. Pero bueno, si es así, ¿qué camino seguir?, el de la luz o el de la oscuridad o simplemente quedarme parado sin seguir ninguna de las dos.  Piensa y razona, ¿porque todo?, porqué ni nos creamos ni nos destruimos, simplemente nos transformamos. Ya sabemos lo que tarda la oscuridad, increíblemente está llena de incógnitas. Piensa, que mientras escucha una canción de rock o más bien una balada quién sabe.
       
               -     Dame un beso de amor, dame un beso de amor y déjame que traspase mi alma dentro de ti. Deja que nuestros alientos se mezclen en uno solo, formando así una sola alma. Yo no soy de palabras románticas, yo no sé de frases hechas para saber decirlas en un lugar y momento oportuno. Saldré de está y los dos viviremos y disfrutaremos, volaremos hasta alcanzar las nubes y veremos la lluvia caer por debajo nuestra y si no nos aliamos y sino, estás lágrimas de risa, nuestros llantos de gozo bañarán toda la ciudad. Ya sabes como soy, ya sabes quién soy, no me hagas decir más, no me hagas hablar. Habla tú si quieres y demuéstrame todo lo que me deseas y me amas.

Por el libre albedrío lucharé, por mi propia vida iré a la guerra, esa sí, la que yo solo debo plantar batalla.

Quedó en lo más profundo de un sueño, quedó en lo más profundo del dormir. No tiene otra manera que sea de ser yo. El más oscuro de la noche, en esos mares oscuros de la nocturnidad, en los que uno dormita y duerme y duerme. Ve a lo lejos a alguien, ¿eres tú?, le pregunta.  Él le responde que es él mismo, en su otra parte, aquella que le espera y le espera para juntarse consigo mismo. Le pregunta entonces, ¿entonces, quién es esta persona? Aquella que le está esperando sentado a la vera de su cama de hospital, que  espera el fatal desenlace, a eso le responde…
      
                            -     ¡Esa persona no tiene nada que decir!

Que a él no le completa como persona le dice.
     
                             -     Cómo ser humano,  solo yo sé quién te compara y quién te completa.

Él le pregunta, ¿cómo puede ser eso?, dormido ya está. Sufre, sufre, llora porque llora y ríe. Dudas…
    
                       -    ¿Dudas de mí acaso, dudas que sea real?, yo soy quien soy, el príncipe de las tinieblas, ese que te compare, está ese qué es tu verdadera parte. Tú no has pensado en mí nunca, pero yo siempre he pensado en ti, yo siempre he estado a tu lado y darle al destino lo que te has forjado. Yo, para que tú ahora veas la vida de verdad, tienes una sola oportunidad no lo rechaces. Transfórmate de Ser quien quieras ser, porque tú vas a verlo, pues yo voy a hacer que tu destino sea otro que no sea la muerte. Lo conseguirás, eres fuerte, no olvides nunca que estoy a tu lado. Que lo que estoy escribiendo realmente te completa, soy de tu nivel. ¿Verdad que tú luchas y que tú sueñas?,  porque el amor, el amor en verdad no entiende eso, que sea simplemente cariño y respeto.

El compañero, ajeno a lo que habla y conversa, mira por la ventana y ve la gente pasar. Todo parece escrito y firmado, todo parece designado al momento de nacer. Como un puñal de acero, siente un dolor agudo dentro de sí. De espaldas y con la mirada fija en un Sol que deslumbra, piensa en voz alta.
       
                    -  ¡Amigo mío! ¿Qué será de mí, si tú ya no me endulzas la vida con tu compañía? No puedo ni imaginarme, como de triste será entrar en el comedor y no verte sentado, fumándote un cigarrillo. No me hagas pensar, no me hagas ni imaginar, que ya no te estrecharé entre mis brazos, que no beberé de tus cálidos besos y que seré un muerto en vida.

Siente abrirse la puerta, entra la autoridad médica, entra aquel que rige el destino o la noticia del saber. Se agarra a él por la bata blanca y casi de rodillas le implora.
        ¡
                     -  Doctor, doctor! Si hace falta le doy sangre, si hace falta le doy la mitad de mi alma, pero tiene que salir de esta.

El médico, no contesta, simplemente mira al suelo mientras sujeta el historial con la mano. ¿Cuántos se le habrán marchado?, pero no quiere decir nada, no quiere tirar la toalla y alzando la vista al techo, y entre sollozo le dice a su compañero…
        
                     -     No temas, que es fuerte. Solo hay que esperar, esperar si su cuerpo no reacciona, porque lo que es su alma, esta está dentro de tu corazón.

¿Quedarán en el recuerdo o volverán juntos a casa?, a saber.
      
                                      -       No llores más, que tu pena es su pena. No llores y ríe, porque él ya es libre. No hay nada que le ate a esta vida que no seas tú. Ve para casa y rézale si quieres, que él será en tu recuerdo. Dentro de ti, siempre albergará un corazón limpio. Pon la música a tope y demuéstrale a los cuatro vientos, lo que era y significaba para ti. Síguele, camina a su lado, porque tu sombra es solo un reflejo de los dos.

Escuchando una canción de rock, intenta hacerse el fuerte y tener ánimos. Se obscurece el día y se hace de noche. No enciende las luces del piso, pero sí lo ilumina con velas. Como si fuese una ermita se encuentra y en ello encuentra su confort, le viene a la mente, y como si fuese una corriente de aire, este le corre por todo el cuerpo.

Solo tiene veinticinco años y su compañero igual, ya vivían juntos y ahora, a uno de los dos, la muerte le ha hecho una visita y le ronda. Una visita que no esperaban, ya que habían empezado a escribir sus vidas. Quienes mejor para relatarlas, que ellos mismos, todo por un simple hecho. No había sido ni por la bebida ni por el tabaco, solo el que maneja los hilos sabe la verdad. Pero ahora siente que se ha marchado, se ha ido y el compañero ha quedado cojo y solo. Quién hará de muleta ahora que ya no camina hacia adelante, quién le hará de soporte en una vida, en una sociedad que ataca sin piedad a aquel que se queda triste y débil. La melancolía y el anhelo, entran con fuerza. Nada más lejos de la realidad, solo mira una foto, una foto dónde salen los dos. Tiempos que no volverán, tiempo es tiempo y las horas pasan lentas para aquel que ya no volverá a ser el mismo.
       
                  -   ¡Oye tú! Estoy aquí a tu lado, sentado en el sofá. Recordemos viejos años, hagamos de este, un presente que no será un instante. Recuerda, que la muerte completa no existe, solo es la transformación y el cuerpo solo se oxida y perece.

Salta, pega un brinco. Estaba llorando alrededor de las velas, sentado ya no. Ha pegado un brinco y de pie se encuentra, entre la penumbra de las llamas del amor. Sí, amor porque quién pone velas es por algo y en ellas se refleja un corazón roto por la marcha de aquel que iluminaba.
        
                  -  Yo soy tu amante fiel y tu compañero leal. Te esperaré al otro lado, pero no tengas prisa, no corras y pares tu reloj, ese sí, el que hace correr tu tiempo en este mundo. No llores, que estoy aquí, a tu lado. En la Oscuridad del Cosmos me albergo y solo te espero.

Le da alegría, le llena de entusiasmo, a nadie le dirá que habla con él, será su mayor secreto. Se siente consolado y pegando un suspiro, se dirige a la cama. Esa sí, en la que ya falta su pareja. Pero todo esto es así, todo es relativo y abraza la almohada, la agarra con fuerza e intenta dormir. Intenta, lo intenta y lo consigue, entrando en el jardín de los sueños.

Viaja, viaja como aquel que solo tiene billete de ida. Recorre el espacio y lo encuentra. En sueños, dormido le coge de la mano y se lanzan a descubrir todo aquello que parece no ser real. Todo es dulce, todo es amor, y es que quién dice eso de que la muerte separa a una pareja del amor perpetuo. Él lo consigue, los dos lo consiguen y no es hasta la mañana siguiente que no vuelve a su cama. No sabe si ha sido real o solo un sueño, pero las sabanas están por el suelo y la almohada encima de una silla. ¿Qué habrá pasado, qué habrá sucedido? Solo piensa, solo ruega que todas las noches sean iguales y que el recuerdo sea el presente y que este no sea un instante.



domingo, 25 de marzo de 2018


                                  Editado.           Puzles y embrujos.

¿Quién sabe explicar una película, quién?

Saber leer un libro es…

Eso la mayoría saben hacerlo o algunos al menos lo intentan. Solo aquellos que no son de ellos, son capaces de vivir. De vivir, revivir y ver una película en sí, como si en la suya propia en carne, todo fuese al revés, pero todos tienen el derecho. ¿Quién habla y no merece el mismo respeto, quién sabe quién es aquel que perturba la paz en aquellos confines de la Tierra?  Aquellos donde impera la ley del más fuerte y todo se quebranta o bien con el puño o bien con la espada. ¡De quienes son!, sino de ninguno, mañana será otro día. Apagándose el fuego, se disuelve el consejo de sabios, ancianos, que por su experiencia en la vida, merecen todo su máximo respeto.

Dicen y auguran, desde lo alto de una montaña,  que mañana será el gran día y llega mañana y no pasa nada, pasa otro día y tampoco. Piensa, que cuando será el que uno se estire y se viva eternamente, piensa que es el amor, que la guerra la hace quién verdaderamente cree en la paz y el deseo por el que se lucha es después inmerso dentro de un sistema, para ser una ciudad libre de pecado.

¿Quién sabe porque lloro?, quién sabe porque lloró, quién sabe porque, sonrió...  Pero lo hizo, fue capaz de hacerlo. ¿Quién  es el que está libre de pecado, quién dice que aquello que no es de verdad es el amor, no es neutro y no se deja mezclar?,  yo conocí a un gran hombre, yo conocí a aquel que sí se decía que era Rey. Porque no había quien manejara la espada mejor, que era el bien en la Tierra, no había alma o Ser que fuera tan temido como él. Quince días, dos semanas, y que sería de aquel que perturbara la paz. El aquello que llamo yo, no tenía piedad. Nicolás, padre y maestro con la masa o con el acero. Era con la espada capaz de romper todo el silencio por un que luchar.

Año 2013 antes de Cristo, el fuego solamente es lo que es, pero lo que verdaderamente, lo que hace merecer a una persona es un Ser, es todo lo que no es, pero que sea muy valeroso e inteligente. Lo que es seguro, es que no hable como la espada que pone, porque es noble y sabe estriar entre la gente, qué más da, sí, debe ser fuerte de coraje y valor. Mucho valor,  para poder llevar a cabo todas sus conquistas, otras a hacer a lo contrario. Son de otra forma las conquistas de las mujeres, bellas doncellas corriendo a sus brazos para saber lo que es estar con una leyenda. Para saber encontrarse con alguien que no perturba la paz, pero si os hace falta es capaz de entrar en todas, vástagos que se hagan llamar como él, aplasta con su voz y crecerán y lucharan, porque llevan toda su genética y llevan todo su valor dentro de su dentro de su corazón.

Solo una mujer, la tía de Rosa, bruja entre las brujas, hace un chasquido con los dedos y Joan, un viejo amigo de la infancia del que se cree que se hace viejo dentro de una nave estelar…

Ve pasar el tiempo, y como un proyecto anónimo y secreto se tratase. Piensa qué lo que está haciendo es solamente pasar a un lugar dónde el tiempo son unos instantes. Tener horas libres y como en un reloj de arena y en un agujero negro se ve metido. Como rayos que atraviesan la ladera, son las luces del tiempo. A velocidad del sonido viaja en el tiempo, ¿quién de ellos?, a saber. Solo se sabe que existe la energía, solo se sabe que el presente es un instante. Qué más da que echemos a rodar o intentemos cambiar, el pasado siempre nos perseguirá. No será más rápido que la vida en sí, ya que seguimos caminando, ¿pero, qué será lo que viene después?, solo es una pregunta.

Al cabo del tiempo parece que aparece en otro ser, en otro estado. Quizás no se mira las manos, quizás evita mirarse los pies, pero es él mismo. Mira por el cristal de la ventanilla de la nave, observa con los ojos como platos, sí, el planeta es la Tierra.

Como el que tira un lápiz al espacio exterior, siente la felicidad dentro de sí. Sonríe, y ríe a carcajadas. La cúpula del aparato se descuelga y entrando en contacto con la atmosfera, se calienta, arde por los laterales. Joan, se siente tranquilo, sujeto con un cinturón a la silla, espera la colisión, espera el impacto. Este es inminente y ¡zas!, golpea contra la arena de la orilla del mar. Pasan los segundos, quizás un par de minutos, hasta que reacciona. Brinca de alegría, se quita el cinturón y salta contento. Mira por la ventanilla y ve las olas del mar, dónde estará, habrá gente, estará en el 2013 después de Cristo. O quién sabe.

Pero todo es relativo, ¿en qué año está del pasado o del presente? Sabe su nuevo ego negro, lo sabe, se ha ido al pasado, al presente o al futuro. ¿Quién sabe, que retorne al pasado o al futuro?,  pasan los días, cómo se fuese del presente…  así no pasará más de una hora mientras las acerca.
La tía de rosa, sobrevive en unas cabañas hechas con troncos y barro, ¿dónde está el accidente, en el pasado, en el futuro, dónde estoy aquí sentada esperándote?,  esperándote y tú lo sabes de verdad. La tía de Rosa, es moderna aunque no lo parezca y no se asusta al ver al piloto acercarse. Este se ha quitado el casco para no atemorizar a la mujer. Le dice un “hola”, ella se levanta de la hamaca y se acerca, uniéndose en un centro imaginario. Más lejos o más cerca de la cabaña o de la cúpula. Lo invita a entrar y a tomarse un caldo, él accede, hace años o al menos un tiempo, que no come comida natural.

Están de charla y pasado el rato, ya más sosegado y situado, se dirige a pasear a la orilla. Tranquilo, escucha el sonido de las olas y respira el aire, el salitre de las aguas. No hay nada, no sabe con certeza en qué año se encuentra, solo cuando solo ve un avión japonés, un Zero salir entre las nubes, un Zero de la Segunda guerra mundial, se sitúa. No hay Sol, no hay Luna, solo la claridad del día. Un estruendo como un trueno resuena, dos veces, dos solo, y se abren las nubes.  Joan está en la arena húmeda del mar y el japonés en el cielo, los dos se miran. Rosas caen, bombardea, lluvia de flores con un Sol radiante ahora. Joan sonríe, sonríe y lo saluda. El japonés hace un par de cabriolas y aterriza cerca de la nave del catalán.

“Qué más se puede pedir, que más se puede rogar, si no que caigan rosas en el mar. Todo es relativo, todo puede ser un espejismo de su corazón”

No hay mayor paz, que aquella que atraviesa en el tiempo, buscando lazos entre todo aquello que nos desune. Todo es amor, todo es rebeldía, todo es de colores,  a saber. La guerra, el conocimiento y la supervivencia, siempre desune. No hay mayor felicidad, que aquella que se ignora.

Desde Júpiter a Saturno, pasando por Venus y la constelación de Orión, quedan todos consternados y perplejos. Asombrados, que agujero negro tienen que haber pasado, o que largo túnel en el tiempo han atravesado. Solo falta el chasquido de los dedos, el chasquido que hace la tía de Rosa. Aparece entonces, desde las arenosas y blancas dunas, montando en su caballo, aquel que empuña la espada. Todo es relativo, el que es Rey, se mira a los dos y no sabe realmente que hace aquí, si todo es producto de alguna bebida o droga. Se frota los ojos y vuelve a mirar, y mira a la tía. Ella, sin aguantar la risa, hace un giro sobre sí misma y tapándose con un manto se esfuma en el aire. Solo quedan los dos pilotos, el del Zero y el de la cúpula.

El Rey se baja del caballo y sin perder de vista la espada se acerca, el japonés palpa la pistola y el único indefenso es Joan, que no lleva arma alguna.

Ya no lloran sobrantes de valentía, se abrazan, saben hacer una amistad el japonés y Joan, solamente la espada de acero puede cortar este vínculo de amistad que les une. El japonés, Joan y el Rey, se abrazan formando un círculo, un círculo llamado “amistad”. No hay nada más, ni rencores ni envidias, solo el aprecio y el afecto mutuo. Siguen cayendo rosas del cielo, siguen cayendo de una nube que lagrimea, que solloza de ver la unión de los tres estados, el pasado, el presente y el futuro. Digo bien, porque este escrito podría haber sido plasmado en los años 40, en plena II Guerra Mundial.

Los tres, solo los tres se miran, hasta que ven a lo lejos, hasta que ven acercarse a una mujer bella. No puede ser, ¡es Rosa! Morena con los ojos negros, parece un gato fantasma venido de la Oscuridad. Se acerca y dándoles un piquito, les guiña un ojo. Ella se dirige hacia la cabaña, sola, hasta que poco antes de entrar, mira para atrás y guiñándole esta vez solo al japonés, le invita a su vera. Este no se lo piensa dos veces y pegando brincos mentales, accede. Pasa el rato, los otros dos se quedan pasmados mirándose uno al otro. Hasta que se acercan y viendo la escena se frotan las manos. Ella, entrando en lujuria les hace pasar y estando con los tres, les enseña o les hace recordar las artes del buen amor. Están tan inmersos, que pierden el estado del espacio-tiempo, solo viven en un eterno instante, en un presente que no borrarán de sus mentes. Ella se alegra y embaucados quedan e hipnotizados están ante tal belleza. A la alegre muchacha, no le sobran manos ni le faltan piernas, los tres gozan de sus besos y de sus caricias. Todo queda amenizado por la música de las olas, que rompen en la orilla del mar. El aire entra por la ventana sin cristal que hay en la cabaña. La Luna, testigo del encuentro múltiple, se encuentra sorprendida por los deseos de los tres hombres. Demuestran valía y saber hacer, ella goza, goza y gimiendo se sumerge en los más oscuros deseos. Pasa el rato, pasan las horas, ya descansada, se levanta y se acerca al umbral de la puerta, lanzándoles un beso sale de la cabaña. 

Quedan los tres, al rato despiertan y salen, salen y está amaneciendo. No hay nadie, ni el avión, ni la cúpula. Ni siquiera el caballo del que se dice Rey, se sienten engañados. Pero nada más lejos de la realidad, solo esperan que se haga más de día. No saben, hasta que ven acercarse a la tía. Se acerca y les enseña una pequeña caja, la abre y quedan cegados por su brillo, quedándose por los tiempos de los tiempos danzando entre las sombras. Por aquellas que no son dueñas ni de sí mismas y perdidas en el tiempo.

La tía de Rosa, sigue con sus melodías, no hay nada más rápido que el sonido. Ni siquiera la luz o la imagen que entra en nuestras retinas. Como el que tira pelotas a la pared y las recoge, espera sentada en algún lugar del planeta. Sigue y observa a los tres héroes, mira a través del caldero el ir y devenir de los tres sujetos. ¿Qué será, será?

No pueden usar ni espada ni pistola, solo la fuerza y la tenacidad les hará obrar o resolver su situación. Ahora sí que no se ven ni las manos ni las piernas, solo son como un haz de luz, unas pelotas contra la pared de colores. Con ellas la tía de Rosa, golpea en el muro una y otra vez. Hasta que una de las veces, comete un error y lo que era el muro, ahora es una débil cortina transparente. Esta se abre y pasan, traspasan la línea. Ella, se pone nerviosa e intentando ver lo que pasa, tira el caldero. Lo tira al suelo, volviendo atrás en el tiempo.

Qué película no tiene un final feliz, Joan, el japonés y el Rey esperan ya desde el otro lado, a ser liberados de las sombras. Estas, como carnaza y novedad, engullen, se alimentan de la luz propia de ellos. Están cansados, está exhaustos, necesitan ser salvados de tal agonía. De mientras, la tía de Rosa, sigue y sigue dando vueltas con la cuchara a un caldero ahora vacío. Cada movimiento, cada rueda que hace dibujar en el fondo seco de ello, hace cambiar el destino de los tres. Todo depende, todo es un quizás, no hay nada previsto, no hay nada predeterminado.

Están otra vez en algún año no tan lejano, los tres se unen, los tres hacen hermandad.

martes, 20 de marzo de 2018


                                           Volando tras las nubes

Rugen las guitarras eléctricas al borde del anochecer sombrío de un largo día de verano, todo es posible, la gente, la humanidad, la sociedad, sale de la sombra perpetua. Una cabra y un macho cabrío  fornican al borde de un peñasco, el pastor a lo lejos, se los mira, mira a la pareja y silba. Silbato que como trompeta suena y asusta a los dos animales, que cayendo al vacío,  se estampan en el suelo de la piedra rocosa. Mueren los dos, mueren y el pastor llora, llora al mismo tiempo que dice, “no”, llora por su mal hacer. Ha perdido no solo a dos, sino seguramente a tres. Quién sabe del acertar del cabrito, con la cabra en celo era todo posible. Todo perdido, solo le queda unas cuantas ovejas a las que trasquilar, para en invierno cobrar.

Pasa el rato, y se cobija en un árbol, toma asiento en sus raíces y ve acabar el día pasar. Todo por no ver el acto en sí, todavía piensa en la pareja de carneros.  Todo es relativo, la vida es relativa. Todo tiene casi perdón, porque siempre queda el amargo recuerdo o el amargo rencor, de todo aquello que se dice que se perdona.

El árbol habla, el árbol canta con voz de coro de niños. El árbol le dice, el árbol sin música que le acompañe, solo el sonido de unas cigarras le hacen de melodía.

“¿Te acuerdas viejo amigo, cuando los dos éramos más jóvenes?, todo era regado por la fina lluvia y tú correteabas alrededor mío. ¿No te acuerdas de que tú has sido niño y también mozo?  Entonces ya no correteabas, sino te comías a besos a dulces muchachas. Saboreas tú sí, la vida y no dejas que lo hagan los animales, todo ya no es como antes. Eres un poco egoísta, solo el deseo carnal, a veces nos hace sentirnos vivos, vivos y alegres.”

Levantándose enojado por lo escuchado, le da una patada, haciéndose el mismo daño. Pero no es eso solo, sino que al andar a la pata coja, tropieza con una de las raíces y cae con la cara al suelo. Se abre la ceja y sangra también por la nariz, no se puede callar, no se puede aguantar y en un ataque de cólera, enfurecido le dice…
      
                        ----    ¿Tú quién te crees que eres?, eres solo un viejo árbol, nada más que eso. No te puedes mover, solo ves la vida pasar.

Se cierra la noche, no se ven las estrellas en el cielo. Todo es cierto, es relativo. El marcha con las ovejas para abajo, se olvida del árbol, y todavía sangrando se dirige para casa. Es verano, y aunque es de noche cerrada, baja del monte sin temor a los lobos. Sabe que estos, están en lo alto, donde hace más frío y no bajan como no sea por hambruna.

Sigue pensando, sigue reflexionando, sigue divagando. Hasta que llega a casa y abre la puerta, la mujer inquieta le espera y esta al verle las heridas se asusta y pierde los nervios.

“¿Qué te ha pasado Rey mío, tú que eres mi hombre y mi protector, que te ha pasado que vienes tan lastimado? Ven acércate a la luz, que te voy a curar y a sanar las heridas. Con estas gasas y mi corazón, con todo mi cariño y mi amor, yo te beso en ellas, para que estas sanen lo antes posible.”

Lágrimas del cielo caen de forma tímida, el aire golpea en los cristales y se cuela por los agujeros de las paredes. No encienden ningún fuego y solo cenan algo frío, algo de fruta y poco más. La noche se apodera de ellos dos y consuman su amor, una y otra vez. El roce de la piel es suave y tierno, mientras las manos ásperas del hombre, agarran y entrelazan los dedos de su mujer con los suyos. La luz de un candil hace de testigo y alumbra todo aquello que es privado. El amor y el deseo explosiona como la pólvora y el éxtasis mutuo demuestra que les une algo más que un simple cariño. Ella lo desea y él la posee, y como si fuese un ángel la trata. Todo es luz hasta que esta se apaga, entrando con una sonrisa cómplice en el más sumido de los sueños. En ellos, en estos seguirán unidos y amándose ciegamente y sin verse, sin verse como no sean en el plácido sueño de una noche de agosto.  El pastor está contento y por la mañana, cuando despierta y ve entrar el Sol. Zarandea de forma suave a su esposa en el hombro y con una sonrisa le señala el astro con el dedo.

Es temprano y se acerca a echar un vistazo a las ovejas, las alimenta, las cuenta y ahí, ahí cambia su actitud. ¡Faltan dos! ¿Dónde estarán, andarán por el monte? Anda deprisa, corre, corre y despidiéndose de su mujer se dirige a lo alto.

          ¡Oh, árbol! Dime por favor, dónde están las dos que me faltan.

“No aprendió la lección, este pastor no ha aprendido la lección y me viene ahora con preguntas. Pregúntale, a los lobos que ayer alimentaste, ayer vi un festín, un festín en el que solo faltó el vino, porque los lobos no dejaron ni los huesos. Pero como soy un solo árbol, no pude avisarte. Busca, busca, que solo encontrarás su lana. Puedes quedártela, puedes hacer algo de abrigo con ella, porque las dos ovejas han perecido de forma salvaje. No digas que no te lo mereces, te lo mereces por ser tan soberbio y arrogante. Te lo mereces.”

Que son puñales terrenales, sino aquellos que nacen del odio y del rencor. Todos podemos hacerlos, todos podemos lanzarlos. Pero solo, muy pocos corazones, son capaces de perdonar tal dolor. Serán solo los animales o también las personas, esas anónimas personas que se ablandan y no pueden albergar rencor más de dos minutos. Serán abrazadas, serán queridas por una minoría, por unos cuantos que no son capaces de sentir esa falta de amor, esa falta de cariño, que los hace especiales.

Como embajadores del amor, se regocijan en la ignorancia de aquellos que persiguen la felicidad a través de ellos. Son verdaderos puñales terrenales, que como rosas negras nacen toda llena de espinas. ¡Qué más da! Todo es dolor, todo es sufrir y el pastor de las ovejas lo sabe y su mujer se lo tolera, aunque le cuesta respetarlo. En una tarde perdió dos carneros y dos ovejas. Solo ven lo económico, no ven el valor real de los animales.

Los lobos se lo agradecerán siempre, menuda noche de verano se pegaron, solo faltó el resplandor de la Luna, que tapada por las nubes, se olvidó de ver tal cena. Una cena de lobos tras las nubes, estos volaron mentalmente, estos comieron hasta no poder más. No hubo pelea, no hubo regañadientes, ya que hubo para todos.

Tras las nubes, fue la noche que subió el pastor la segunda noche, en esa en la que buscaba a las dos ovejas y no se percató del peligro hasta tenerlo cerca. Cuatro, ni tres ni cinco, sino cuatro parejas de ojos resplandecientes, que no levantaban poco más de medio metro del suelo, le gruñían y le sacaban los dientes. No llevaba con qué poder defenderse y se sentía atrapado, con la espalda pegada en el árbol de dónde se cayó.

No sabe si fueron recuerdos de su niñez o preso por el pánico, pero en menos de diez segundos, ya estaba en lo alto. En lo alto, viendo los saltos y aullidos de los hambrientos animales.

“No tengas tanto miedo, son solo lobos hambrientos. Se han acostumbrado al sabor de la sangre fresca y es lo que desean. Yo, al ser un simple árbol a mí no me muerden. Solo serás pasto de ellos si te ven temeroso. Salta y lucha, salta de mis ramas que son quebradizas y lucha como un hombre”

No puede, tiembla todo su cuerpo y su alma se ruega a quién esté de su lado, para que se marchen los hambrientos animales. Rugen, gruñen y saltan en un intento de alcanzar su presa, que no es otra que el temeroso pastor.

          ¡Oh, señor!, ante ti me muestro. No sé quién eres y de dónde eres, pero sé que estás ahí, detrás de las estrellas. La Luna, burlona y consejera, me ha hablado de tu presencia. Es triste, pero es verdad que tiemblo, ¿y quién no tiembla ante el temor de ser devorado, quién es tan valiente que se lanza con sus propias manos hacia el abismo de la muerte?

El árbol lo escucha, el cielo oscuro lo oye, oye el lamento de un hombre, sí, de un simple pastor. Que tiene bien enseñadas a sus ovejas y las guarda en el redil, para que no sean comida fácil para aquellos que están sedientos de su sangre y hambrientos de sus carnes.

No es un rayo, no es ninguna tormenta, pero sí una ráfaga de viento la que hace quebrar la rama. Un sonoro “no”, se escucha en el monte. Da con el trasero en el suelo y se levanta, no sabe si por valentía o por pura supervivencia, intenta espantar dando palmadas a los animales montaña arriba. Lo consigue, no sabe cómo, pero lo consigue.

Suspira, respira de golpe, al ver alejarse a los lobos. Le da unas palmadas al tronco y le sonríe. Acto que el árbol le comenta…

“Ves pastor, todo no es lo que parece, todo es una imagen prediseñada y estamos predispuestos a temer a aquello que nos dicen o nos refleja miedo. No tengas vértigo, cuando quieras puedes subirte a una de mis ramas. Charlaremos y verás, que sí, has perdido a cuatro animales, pero has vencido a una mentira. Ahora, corre, baja ladera abajo, que tu mujer te espera. No olvides, cuando le expliques tu hazaña, mencionarme y que cuando quiera, si tiene calor y anda por el monte, que me haga una visita, que yo muy cordialmente le daré sombra y podrá descansar.”

          Gracias, así lo haré y así se lo diré. Gracias, hoy me siento mejor, más valeroso. Creo que estos no se acercarán por tiempo a la vera de mis ovejas, creo que ya me temen o me tienen respeto. Gracias árbol, vendremos de visita y como hacía de joven, abrazaré la que es ahora mi mujer.

Sale el Sol, la Luna es reacia a marcharse y se queda en un segundo plano. Tanto uno como la otra ven como se abrazan y se besan. Él, le cuenta la hazaña, ella, lo daba todo por perdido, ya que sin su querido pastor, se hubiera marchado a la ciudad. Se hubiera alejado de los montes y de los animales y siempre se hubiera acordado de él. Pero en fin, la suerte le ha sonreído y los lobos huyeron, solo le hace una pregunta, solo una duda le asalta y se lo hace saber…

“Querido mío no dejes de abrazarme, quiero sentir tu cálido cuerpo y reconfortarme y quitarme el miedo del cuerpo. Sacudirme la tristeza que se iba a apoderar de mí, todo esto sí, todo esto si te hubiesen matado esos animales. Solo dime, solo te hago una pregunta. ¿Cómo un simple hombre, ha conseguido ahuyentar a esos furiosos y hambrientos lobos?”

Sonríe el pastor y la abraza más fuerte, diciéndole al oído lo siguiente…

          Mi mujer, mi amante y mi amiga. Todo ha sido porque han visto al mismísimo demonio en mis ojos, por eso ha sido, por eso ha sido posible. ¿Y sabes cómo lo sé?, porqué me he visto reflejado en las retinas de los suyos.

Ella echa una sonrisa, al mismo tiempo que ya se tranquiliza, los dos, ahora cogidos de las manos entran en casa. Es verano y ahora sí, sacan vino, una botella de vino, hay motivo de celebración para ellos dos. Pero para un momento y se acuerda del árbol…

          Mujer, coge la botella y los dos vasos, que vamos a visitar a un amigo.

Y así fue, el árbol dándoles sombra se vio reconfortado y el pastor, con la lección aprendida, se veía más forjado, más hecho, como si de una dura prueba se tratase, lo celebra, en compañía, en la mejor compañía que podía tener. Hasta el atardecer, hasta que el Sol empezó a bajar, ellos disfrutaron y rieron, apoyados en el tronco de aquel que le enseñó algo valioso y valeroso.


viernes, 9 de marzo de 2018


                                                     Palabras

Desde nuestro nacimiento, desde mucho, desde mucho antes. Desde cuando solo somos unos simples espermas en busca de un óvulo, luchamos por sobrevivir, luchamos por el saber y el conseguir. Corremos y nos damos prisa, por ser los primeros. El qué buscamos, el que somos, es la gran incógnita. Toda respuesta está después de perecer nuestro cuerpo, si es de anciano mejor que mejor. Así nos vamos tranquilos y con la lección aprendida. Cuanto más tiempo estemos en este mundo, cuanto más azotes recibamos, más aprenderemos y sabremos más para nuestro próximo viaje. ¿Qué viaje y a dónde? Eso es lo que sabremos dentro de…  esperemos muchos años. Todos nacemos, muchos procrean y otros simplemente viven o sobreviven. ¿Quién hizo la gracia de hacernos venir a este mundo?

Un campo de rosas es lo que veo, en un color rojizo, como el de mi sangre cuando burbujea a través de la jeringuilla. Estoy flotando, estoy volando a través del otro lado del cielo. Solo es sangre con una pizca de añadido, de aliño para que todo suba y sea yo capaz de descubrir cómo viven en lo ajeno. Porque es de mutuo acuerdo que todo lo que se vive no es del todo real, solo nos movemos y solo somos capaces de crear a través de cuando estamos verdaderamente dormidos.

Sin techo, me mojo, sin techo me lloro. Qué más da, sueño con que en el algún momento de la noche, las nubes se marcharán de mi mente y me dejarán ver el manto de estrellas. Esas mismas que me guían y me protegen. Sin ellas no sería nadie, sin su luz no sería capaz de reflexionar o divagar en el cielo oscuro de la noche. Esta piedra, esta roca imaginaria donde tomo asiento, es como un diván. El suelo, es de acero pero la Tierra está húmeda de mis lágrimas. Esta es mi casa y toda la montaña, todo aquello que mi vista es capaz de alcanzar, es mi territorio, es mi finca y soy dueño de todo ello. No hace falta firma, no hace falta sello, solo arrodillarse y besarlo. De forma que hago la paz con mi suelo y con mi entorno, uniendo todo en amistad. Yo no quiero volver, yo no quiero retroceder en el tiempo y volver a revivir lo mismo. Yo solo quiero ser como la cascada de una montaña, una cascada donde el agua no deja de caer al vacío, al vacío hasta chocar con las pequeñas piedras del suelo, yendo poco a poco, de manera lenta, hacia la desembocadura de algún mar. Hacia alguna ría, hacia dónde los arrozales sobresalen, mostrando la espiga.

Dame cincuenta euros, los necesito urgentemente. Necesito viajar y calmar mis nervios y temblores. Cincuenta euros, haré lo que quieras, soy tu siervo. Tú dime por esa boca y yo me arrodillaré y agacharé la cabeza para obedecerte.

Sin Sol que me atosigue, sin llama que me caliente, busco a la Luna. Pero desde la tierra, desde los peñascos de la montaña escarpada, no soy capaz de alcanzarla. Tendría que convertirme en halcón, o en gaviota si con ello quiero alcanzar también el mar.

Rezo a un dios sin nombre, oro a un Ser que no tiene ni forma ni voz, le busco entre las pequeñas callejuelas de mi ciudad y no lo encuentro. En ellas solo veo hambre y miseria. No creo que ningún dios permitiera esto, no creo que ningún Ser dejara morir y hacer sufrir a una humanidad insensible y a veces sin sentimientos. ¿Dónde está todo aquello que dicen que reluce, dónde está todo aquello que dicen que hay que cubrir con un manto de oro? Yo no lo sé, solo soy un hombre, un simple hombre que sigue su camino empedrado, eso sí, lleno de piedras y arena. Como deben de ser los senderos del anochecer sombrío, que no me pierdo nunca y eso me hace estremecer.

No hablas, no dices nada y a mí me va a dar un ataque al corazón. Se me va a parar, va a ciento-veinte por minuto, galopa, galopa como si fuese el caballo que necesito. Dime, ¿porqué, eres tan cruel, porqué, no me das aquello que necesito?, quiero dormir tranquilo y viajar, despegar, y como en un lago, desplazarme en una balsa. Mejor, en un cohete que me lleve a ver realmente como es la vida desde afuera. Para ello necesito, que la sangre burbujee y pueda ser capaz de soñar.

Yo no quiero más viajes en el tiempo, no quiero volver a sentir el miedo, no quiero volver a sentir la decepción. Aunque todo ello, está dentro del mismo juego. No me quejo no, cuando exalto de felicidad y me estalla la carcajada o la risa. Entonces y solo  entonces me pellizco, para saber que todo es real. Que todo aquello que surgió de la nada, hoy tiene forma y tiene la esperanza de que no acabe aquí. ¡Ojo!, pero sin volver.

Bombea de nuevo la alegría en mi corazón, galopa como si fuese un motor de acero. No sé qué haría sin ello. Todo es un espejismo, todo no es real. Tomo asiento en el suelo o al menos eso a mí me lo parece y apoyo la espalda en la valla de la calle. Veo pasar a la gente, esta, me mira, y yo sigo en mis nubes. Pronto veré las estrellas, veré al verdadero dios, ese al que tanto temen. Lo sé, soy capaz de ello. Nadie me va a limitar, gracias, gracias por darme la oportunidad de ser jinete y poder galopar. Gracias por dejarme subir hasta lo más alto y ser capaz de esfumarme del mundo por un rato.

De pequeño, jugaba al lado de una casa de juegos, esta era de verdad y veía salir a gente triste y al mismo tiempo veía a otros como entraban algo más que felices. Yo me hacía muchas preguntas, una de ellas y la más importante era la del porqué, ¿porqué, entraban felices y contentos y salían tristes y sin dinero, para que iban entonces?

Al cabo de los años me he dado cuenta, que no se merece saber tanto, porque cuanto más sabes más triste eres, porque más consciente eres, tu conciencia te puede llevar a caer en depresiones y resentimientos. ¡Miseria! Es aquello que nos regodea, pero al mismo tiempo nos arrastra. ¡Miseria! Es aquello que nos limita como personas, sin dejar que nuestro corazón se abra y se llene de todo amor que no reluce. He visto entrar por el contrario, mujeres, muchas mujeres jóvenes. ¡Madre mía!, a cuál más bella. Entraban tristes y salían felices, felices de llevarse lo ajeno quizás o solo era  porque hacen su mero trabajo. Todo depende por el prisma que se mire, todo es según de qué lado de la ventana lo mires.

Acuérdate, que yo te quise, hasta que vi lo que vi y desde entonces no estoy ciego. Ciego de amor por ti, ciego de sentir aquello que no es correspondido, porque dioses pueden nombrar muchos, pero en verdad, ninguno tiene un nombre verdadero. Y menos, mucho menos, renombre y respeto recíproco, ya que este no es mutuo.

De adulto, miro y reconozco haber entrado alguna vez, es como el deseo de una serpiente cuando saca su lengua bífida…

Desde que el Sol nació en medio de la fría noche oscura, nos quiere hacer desvelar y nos quiere hacer ver que solo somos unos insignificantes hombres, que andamos por medio de un bosque de envidia e hipocresía. Todo no es así, cuando el Sol nació, nacimos nosotros, sí, entre las demás estrellas. Sí, entre aquellas constelaciones y nacemos, nacemos y procreamos abriendo el portal de aquello que nos es desconocido. Tiro la piedra hacia los cristales de tan vieja casa, rompo con ello toda contradicción e irracionalidad, rompo los corazones de muchos hombres. Qué más da, si soy o no soy homosexual, todo es según el prisma que se mire, a fin de cuentas, todos somos almas y  en el otro lado no sé si existe la diferencia de sexo. Solo sé que tiene carácter y me enamora.

Sin agua salada, sin agua dulce, como un barbo o como una sardina es capaz de vivir, como es capaz de llegar a la edad adulta y poder llegar a engendrar en otros peces de su entorno, en sus iguales aumentando así en número. Nadan no, solo chapotean en la orilla seca de las playas y los arroyos. Alguien parece no estar contento y está triste y por eso me lloro.

Viaje tras viaje, pernoctando en la Luna, jugando en el Sol, me encuentro. Mientras, observo todo aquello que se sumerge en lo más profundo del océano. Todo es irracional, todo es sobrevivir. No solo vivir y despertar, a algunos no les da tiempo. No tienen tiempo, y por ello excusa tampoco, todo es relativo. Todo es como es, una parálisis en el tiempo y un juego de palabras, que no llevan a ningún término.

Observo desde mi nave espacial todo ello y no me asombro cuando el Sol entra por el cristal, anunciando que aquí, arriba, el día nunca se aclara y reina siempre la oscuridad. Quien soy y lo que soy, es personal y privado, o al menos eso creo yo. No sé si a veces vivo en mis sueños o simplemente duermo. Quien lo sabe, si no soy yo mismo. Todo es relativo, no se puede ser más objetivo, porque entraríamos en lo más racional y eso, eso a veces me confunde. Me confunde a tal extremo, de no saber realmente mi personalidad.

No busco ningún amante, no busco sexo ocasional, me conformo conmigo mismo. No gasto dinero, ya que no lo tengo. Tienes que volver a dejarme, tienes que volver a prestarme algo, para que pueda con este sufrimiento. ¡Sabes! Que te recompensaré, con aquello que tú quieras. ¡Sabes! Todo es verdad o todo es mentira, no sé hacerlo a medias tintas. Dame una muestra de afecto y a lo mejor, ello amortigüe mi prisión mental. Soy tu mejor amigo, eso no lo puedes negar. Solo que no me vendo, como las chicas de aquella casa.

Falta poco para volver, pero yo no quiero. Falta poco para ser reconocido, pero, ¿qué más da, no? Todo depende, y llegar a ser alguien famoso. Porque ver, ver las estrellas y el planeta Tierra desde afuera, no lo hace ni lo hará todas las personas. Aunque yo sea un representante de la humanidad, no puedo ser embajador de algo o de dónde no hay vida. Solo el vacío perpetuo descubro y no sé dónde hincar mi bandera. ¿Cuál sería la incógnita, si fuese solo de un país? Yo soy del mundo, del planeta Tierra y ahora, ahora ya también de las estrellas. Me han adoptado, lo sé, sé que soy bien recibido. No dudaré ni un instante en dar la mano a aquel que se preste, no dudaré en abrazar, sin temor alguno, a aquel sistema de vida que me venga con los brazos abiertos.

Bajo rápido, desciendo en mi nave a gran velocidad. El armazón quema, la nave arde por fuera debido al roce de la entrada en el mundo. Mi sangre ya no burbujea y eso me altera y mi mente vuelve a cubrirse por las pesadas nubes de la rutina. Yo quería ser libre y libre seré, pero esa será solo cuando me muera y para eso, para eso falta mucho tiempo. Voy a bajarme del caballo, voy a descender de la nave y lucharé, lucharé a brazo partido contra la sociedad, contra la humanidad y contra todo aquel que me ponga a mi persona como duda. Solo soy un hombre, un hombre con derechos, con obligaciones las justas, pero con todos los derechos. A ello me agarro como hierro ardiendo y me quemo, pero no grito. Soy valiente, no volveré a ser débil y demostraré a todo el mundo, que se equivocan y no deben de dar de lado a nadie. A nadie, porque todo el Ser humano merece un respeto y una oportunidad. A ello me agarro yo y a ello voy, voy a ser duro, voy a ser libre.