viernes, 27 de octubre de 2017

                                                    Cuento para difuntos

Abro una carpeta descolorida y ojeo un cuento, un cuento que no es de hadas ni de princesas. Un  cuento que no es de dragones ni de cuevas que llevan a ningún abismo. Contemplo, observo los dibujos y sus colores. No son solo amarillos y azules, hay tantos, tantos que se puede traslucir un gran arco iris. Y no es porque llueva de manera fina, solo el Sol me entra por la ventana. La tengo abierta de par en par, hace un día estupendo claro de cielo azul.

Entra el aire enrarecido de la fábrica de pinturas que hay a cien metros, todo es como un ambiente psicodélico y las nubes no las ve, pero amenazan con enturbiar más el mal día de Luis. Paranoia, esa es la frase que surca por muy claro que sea el día de cielo azul…

Lágrimas y llantos, pero también un canto a la alegría. ¿A dónde habrá ido, que lado habrá elegido? Todo depende, pero el amor es incandescente y ello le lleva a esperar en  la entrada. No es ningún hotel ni hay ningún hall con botones. Pero hay una especie de sala, hay de todo, todo construido y hecho de luz, que le hace raro que se pueda hasta sentar. Alguien de blanco, que resplandece, se le acerca le dice, le pregunta “¿A quién espera? Ella le responde, “a mi esposo”. El que resplandece asienta con la cabeza y se marcha, se marcha y ella se queda mirando un reloj que cuelga de una de las imaginarias paredes. No se mueve ni el segundero ni el minutero, siempre marca las doce en punto.  Las doce, siempre marcando las doce, parece que se haya detenido el tiempo. Parece que no existe el futuro o este sea tan incierto que no sabe si correr para delante o para detrás. El segundero no se mueve y al final, un pelín de histeria le entra y pregunta a voces, “¿alguien me puede responder porque no pasa el tiempo?”. Un niño, que corretea por la sala, le dice y le responde con una pregunta, “¿cuántos años me echas a mí?”. La mujer se queda asombrada y le dice lo que cree, “nueve o diez”. El niño, se da la vuelta para soltar una risa y vuelve a mirarla y decirle, “tengo 48 años señora”. La mujer se queda ahora perpleja, no sabe que decir y el niño se va corriendo sin despedirse. Como saber, como acertar como pasa el tiempo, es una gran incógnita.

Luis, asomado a la ventana, echa la espalda hacia la pequeña baranda y saca la cabeza para que le resbale el aire y poder respirar. No llora solo apuntilla, como si quisiese comunicarse con ella, corre al cajón del mueble del comedor y con foto en mano, enciende una vela de color blanco, blanco todo blanco. La cera resbala del calor de la llama…

La música me acompaña y siento o presiento, como a un ángel caído del cielo.  Noto una presión en el hombro, siento como si alguien me apretara de manera amigable con la mano. Giro la cabeza y no veo a nadie, respiro y ahí sí, ahí siento cierto olor que me hace volar y despegar como un cohete.  Huele, huelo a aquel olor que impregnaba mi casa cuando vivía mi mujer.

Envuelto en su mundo particular, el olor de la pintura le enloquece. Música  a todo gas, música alta para elevar cierto espíritu e intentar acercar a aquella que ama. Sumido en la tristeza, al ver que no consigue su objetivo…

Cuchillo en mano, se dirige al lavabo y abre el grifo del agua caliente, no tiene fuerzas y por dentro de sí, se dice, “cobarde”. Hay que ser muy valiente o muy  cobarde para actuar de esta forma, la desesperación le acompaña, la frustración es su sombra. Pasea por el pasillo y es uno de sus hijos “Manuel” el que da la voz de alarma y se lo llevan al hospital. Maldita depresión, a lo que puede llevar. Maldita depresión, te puede dejar encerrado en un hospital.

Piensa, reacciona cuando se aleja de la fábrica, reacciona y estalla en un shock nervioso. Tanto que hace volver a la ambulancia, vuelve a casa y retoma su particular mundo, con la ayuda del aire que entra por la ventana…

Los cuentos han quedado atrás, mis hijos son ya mayores, pero todavía no me han traído nietos. Cuánto echo de menos a esa señora, esa dulce dama que por las mañanas me despertaba con una sonrisa sincera, cuánto echo de menos a esa mujer que me la ha arrebatado el destino.

Gira y gira la llave de la puerta de su propia casa, da vueltas y vueltas, alrededor de la mesa redonda de su propia casa. Cuenta las sillas, ahora ya vacías. Le viene a la memoria, cuantas veces, cuantas voces y cuantas reprimendas ha tenido que dar a la hora punta, que no era otra que la de la comida. Ahora solo, le sobran y cierra hasta habitaciones, para no dejar pasar la melancolía y la nostalgia.

Ella era el molde perfecto, ella era su complemento y todo ello no se olvida en unos meses, ni tampoco en años, pero tendrá que conformarse con escuchar la música que bailaban y la canción, esa canción que les unía en un abrazo…

Maldito destino, destino cruel. ¿Porqué  tuvo que hacer aquella maniobra aquel camión, porqué estaba ella detrás con el carrito de la compra? Nada, absolutamente nada podrá sustituirla ni siquiera acercarse a mi corazón, porque este es suyo, le pertenece a ella. Sé, que si puede escucharme desde el otro lado, me esperará para cruzar juntos el umbral de la Luz y permanecer juntos, juntos y unidos por toda la eternidad.

Como en una pista de patinaje resbala y se cae al suelo, no se levanta no por el daño o por el desconsuelo. Si no que alza la mano y no le ayuda ella, sí ella, “Eva”, Eva de sus amores y se queda tumbado boca abajo, con los brazos en cruz…

Me siento como una canoa río abajo, ¿llegaré a despeñarme, llegaré a volcar y a ahogarme? No lo sé, solo sé que soy un río de lágrimas saladas. Pasearé por el pasillo de las paredes blancas, con rejas en las ventanas. Tómate esta pastillita, es la de la felicidad, quita la depresión. Él se ríe y le dice, y a mi mujer, ¿quién me la devuelve?, me gustaría estrecharla entre mis brazos y amarla toda la noche. ¿Sabes lo que es eso?, si lo sabes es porque estás vivo, si no serás simplemente uno más de ese montón, que se pierde el verdadero sentido del amor.

Solo aquellos que llevan “tiempo”, saben cómo realmente corre, como realmente pasa si no existe ni los días ni el óxido de un cuerpo del cuál ya se han despojado. A saber cómo contaba los años el niño y a saber si había dicho la verdad. Ella se desespera, no se esperaba este tránsito y se levanta del asiento, pero no sabe hacia dónde ir. No hay pasillos, no hay puertas, no hay camino por el cuál andar, solo el esperar de un trance inoportuno.

Tiempo, Luis solo espera que se oxide su cuerpo y pueda reunirse con Eva, “ven, ven conmigo”, piensa que escucha. Voces que salen desde las mismísimas paredes, hace un movimiento, un efecto de su propia locura y acerca el oído a una de estas. “¿Dónde estás? Yo estoy aquí, te espero. Por los años de los años, yo te espero”.

Rompe en lágrimas, pero son llantos de alegría, “me quiere, dice que me quiere”. ¿Solo son voces, por lo aturdido del momento o es cierto?  Quién lo sabe, a saber. No tira nada del armario, guarda tanto las chaquetas, como las faldas, toda la ropa en sí. No quiere despojar de nada, cuando quiera estar cerca, con coger una prenda y acercársela a la nariz, le vendrá el recuerdo de ella. ¿Se volverá loco? No se sabe, no sería el primero ni el último, todo son recuerdos.

Ella, para él siempre será “Eva”, Eva su mujer, su alma gemela. Qué sería de aquellos que no saben lo que se siente, que será de aquellos que no encuentren su alma gemela. Vagarán por la vida, hasta que esta se consuman como un cigarrillo. No conocerán el verdadero amor ni sentirán el sincero abrazo de los que son amados de verdad.

Necesita tiempo, quizás todo el resto de su vida, para comprender lo que hacía ese camión en el mercado a unas horas que no debía de ser.

Todo puede cambiar en un segundo, una milésima, una chispa de algún encendedor, que prende la mecha de la pena y el discernimiento. Qué será de él, Manuel su hijo, no quiere dejarlo toda la vida.
Manuel, uno de sus hijos, el tercero y menor de todos, es el que está más cercano a él. Al estar soltero, pretende llevárselo consigo, pero se siente a gusto en su propia casa. Blanco, todo blanco, como la luz propia incandescente de una alma buena y generosa. Así era su mujer, “maldito camión”.

“ANGUSTIA” es lo que siente en su corazón. “TORMENTO” es lo que siente es su conciencia diaria. Nada le puede hacer esperar más tiempo, desea hablar con su marido. El reloj sigue marcando las doce en punto, no puede cogerlo, está muy alto. Tan alto que nadie es capaz de alcanzarlo, es una sala sin techo, solo se ve el cielo azul con una potente luz que deslumbra al mirar para arriba. Solo desea,  que pase rápidas las horas. “EGOISTA” o se compadece y se siente mal por el simple hecho, de haberse marchado ella primera.

Sale él a pasear, “colocado” por el olor a disolvente y a pintura, sale a caminar…

No piensa en denuncias ni en juicios, solo piensa y desea que el conductor le pese siempre en la conciencia y no pueda conducir en el resto de su vida. Que le caiga cualquier maldición, que le lleve a no olvidar por los jamás de los jamases tal accidente. Al mismo tiempo, con un soplido en el corazón, le da el perdón. Le perdona tal descuido, pero se ve ahora tan solo, que le inunda la soledad y ello le lleva a pensar, en porqué no  acabó su trabajo con el cuchillo. Nunca se sabrá, solo piensa ahora en dormir.

He perdido la fe, he perdido todo aquello que me hacía sentir ser un hombre de principios. He perdido la fe, he luchado pero he perdido. Ya no hay nada que me haga sentirme vivo, no sé el porqué seguir andando, porqué seguir deambulando por la avenida si esta es como mi pesadilla, no tiene fin. Yo antes con una simple mirada de ella, era todo para mí feliz.

Para gustos los colores, puedes verlos blancos, azules. Puedes verlos marrones o rosas o simplemente como lo veo yo, todo negro. Que puede hacerme feliz, si no tengo a mi lado a quien más quería. Si por mí fuera hacía un pacto con el mismísimo diablo. Qué más da, lo nuestro es verdadero. Nadie puede cambiarlo, solo el que fue rebelde en su causa, puede ayudarme en tal fin.

Como un susurro en la noche, se cuela. Como un pájaro negro entra, formando en el techo un murciélago. Le entra en los sueños, le entra en su alma en forma de su mujer y con la voz baja le dice…

–          Amado mío, yo te quiero, ven conmigo, acércate y te mostraré lo que es el otro lado.

Tan libre y sorprendido se siente que le coge de la mano y empiezan a andar juntos. Manantiales, ríos en cascada, con todo lleno de color verde de primavera, con un cielo completamente azul donde despunta el Sol.

–          Sube, sube por esta ladera, que te voy a enseñar la verdad absoluta.

Se encoge en sus sueños y se retuerce formando una posición fetal, se mete hasta el dedo en la boca. Le vienen los recuerdos de su niñez, sus errores de juventud y el acierto de haberla conocido a ella. Llora, llora en sueños y se le para también el tiempo. Entonces y solo entonces se presenta tal como es, un ángel caído del cielo. Sorprendido casi se cae de la cama, perplejo le pregunta que hace…

–          Tú me has llamado y yo me he presentado. No quiero tu alma, eso son habladurías y falsos rumores y falsas leyendas. Yo no quiero tu alma, solo quiero decirte que ella te espera. ¿Quieres verla, quieres tener contacto con ella?

Ahora sí despierta y enciende la luz de la habitación y ahí está, un murciélago formando círculos, él sonríe y le dice…

–          Claro que quiero tener contacto con mi mujer, la amo.

El murciélago no deja de dar vueltas alrededor de la bombilla, hasta que consigue que esta estalle. Entonces y solo entonces ve una silueta, algo que es blanquecino y que resplandece. Nervioso y con la voz entrecortada dice su nombre, “Eva, Eva te sigo amando”.

Tal es el encuentro, tal es la pasión, que el diablo se hace a un lado y ahora sí, en forma humana se aleja en el horizonte. Solo quedan ellos dos, no cruzan el umbral y solo ellos dos se marchan a la negritud del Universo. Hoy en día, todavía me pregunto si habrán formado alguna estrella brillante y si por la noche se les puede ver.


viernes, 20 de octubre de 2017

                                                              Quienes somos….

Hace tiempo, pero mucho tiempo, en un Sistema Solar, existía un pequeño planeta llamado La Tierra. Este giraba y giraba alrededor suyo y alrededor de una estrella llamada Sol.

Como una niña pequeña, que se disfraza de princesa, giraba y giraba, mientras cantaba una dulce canción en su pequeña habitación. Esa habitación se llamaba Universo, en ese mundo existía una especie llamada “humanidad” y era el Ser viviente que dominaba sin piedad. Aplastaba por gusto a todo Ser vivo que no era deseado o domesticado, llegando incluso a llevarles a la propia extinción. Dominaba por encima de cualquier animal o vida terrenal y se creía con el derecho de crear y de destruir a su antojo. Todo iba bien, todo funcionaba a base de crear un sistema llamado “sociedad”, que hacía y deshacía un poco a su antojo.

Entre ellos vivía Rafael, que no era más que un hombre, uno más de aquella llamada “humanidad” e intentaba ser lo más sociable posible y entrar en “sociedad”. Era inteligente, tanto, que le enviaron a descubrir nuevos mundos, nuevos planetas en los que poder habitar y poder con ello también dominar.

Todos querían experimentar y conocer, todos deseaban explorar afuera, por miedo a acabar consumiendo y sucumbiendo en su propio mundo. Por eso el afán de encontrar otros. ¿Quién se iba acordar después del planeta Tierra si ni siquiera  nos acordamos ni de nuestros difuntos?

–          ¿Tienes un cigarrillo? Le pregunta su capitán a bordo de la nave doce.

No le dice que no, sorprendido no le dice a dónde se lo había escondido, pero se lo da. Mira fijamente y ve que no se lo enciende, que solo lo deja flotar dentro de la nave doce. Gira y gira, flotando como por arte de magia. Piensa, pero sabe, razona que no puede hacer llama dentro del habitáculo. Pero piensa y divaga, como sería el humo dentro de un vacío de gravedad. Es cero, es neutro todo aquello que tiene peso o al menos materia. Materia, materia es aquello que se puede tocar, cierto. Solo aquello que se ve, pero no se toca no es materia, ¿o sí? A saber, yo no lo sé, soy un simple narrador que está a años luz de poseer la verdad absoluta.

A sonido de la música iban haciendo, sin pensar realmente en que cualquier invasión, podía provocar que se viniera abajo todo aquello que existiera en ese hipotético mundo. Todo a lo mejor era por buscar algo con lo que poder comercializar, más que otra cosa.

         –        ¿Nace o se muere, respira o se ahoga?  Se pregunta, quién lo sabe.

Algunos seres mueren y después nacen o se transforman en otro plano o en otro mundo o en otro submundo. Todo esto es un suponer, nada puede ser cierto o todo puede ser real. El mundo, ¿qué mundo?, este ha quedado atrás, en la historia, en un pasado cercano. Él, solo el Ser humano, es el verdadero causante de todo, de provocar un verdadero caos en el Todo.

El capitán rompe su silencio y habla con el centro de control…
        
       --        Nave a Tierra, estamos bordeando el Cosmos. ¿Cómo podemos salir de ello sin tener que perecer en el intento? Como es posible crear nuestro propio Universo, siendo nosotros mismos nuestro mismo núcleo.

Como un átomo somos y todo lo que nos rodea son otros pequeños y diminutos átomos que son en verdad portales. Puertas a lo desconocido, si las abrimos, entraremos en un nuevo mundo, un nuevo mundo creado para nosotros mismos. ¡Qué más da! Somos una especie inteligente, que actuamos con frecuencia de manera absurda.

“No llores más por mí por favor, madre, señora que me dio la vida, no llore más. No hay derecho alguno, a que se marche sin ver mi puente construido. Yo, como ya sabes, soy mi propio arquitecto, como todos nosotros”. Somos seres egoístas y envidiosos. Seguimos la norma, en vez de que la norma nos siga a nosotros, ¿es así o es al revés? Quién sabe, a saber.

             –        Nave a Tierra, sigo bordeando la esfera, hasta que sea el momento de volver, de volver a la apatía y a la rutina. “¿Quién eres tú? Si no eres mi madre. Aquella mujer joven, que me parió y me crio, para que hoy en día pueda valerme por mí mismo. Que me enseñó a comer, a andar, incluso a hacer mis primeras vueltas en bicicleta. Hoy en día no la olvido señora, ¿pero quién es esta señora que se llama Tierra? Donde pueblan seres como yo, pero a la vez cada uno de ellos, únicos”.

Vuelo rasante, vuelo a baja altura y no se para, no le gusta lo que ve y tira para arriba. El  capitán, jefe de la expedición, se lo queda mirando. No le pregunta ni el porqué, forcejeo a bordo, no hay llama,  no hay explosión. Pero queda reducido de un golpe y se ve libre, a su antojo de hacer y deshacer. Vuelve al otro lado, a sabiendas de que no le queda mucho oxígeno y no vivirá mucho.

Se despide, esta es una carta para aquel que le llegue…

“ Yo.  Rafael, piloto de la nave interestelar doce, digo adiós y hasta siempre. Me adentro en el Cosmos, me salgo de mi planeta, de mi entorno, de mi Sistema Solar. Me dirijo hacia una oscuridad, que no es infinita. Todo aquel que lo desee, me puede seguir con el pensamiento, yo le lloraré con mi corazón. Todo no es oscuro, veo luces, luces de colores que me inundan la vista, a riesgo de quedarme ciego. No son solo planetas, sí, esos que dicen que no hay más vida que el vacío que les envuelve. Yo ya viajo solo y me salgo, no quiero esperar a morir de agonía, de ahogo por no poder respirar. Me salgo, y estiro los brazos, estiro las manos y las piernas y me dejo llevar por el oscuro y frío entorno del Universo. No, no me lo pienso dos veces y me quito la escafandra y no doy el último aliento, sino que doy el último suspiro, naciendo en mí todo aquello que tanto anhelaba.”

No siente nada, no hay dolor más dulce, no hay sabor más gustoso y canción que se baile mejor, que aquella que se hace a ritmo con la mismísima muerte. Bailando al compás de un vals, se mueve todo en el Todo. Todo es infinito, como lo es el tiempo. El tiempo que ya no pasa, el tiempo que ya no oxida, hace que aquello que parecía el final, sea solo el principio de una mismísima al son de una Iliada. El comienzo de aquello que no termina. ¿Cómo es posible? Su padre y su madre, no le dijeron nada de esto.

Yo no sé, ni me imagino cómo es posible que para nacer hay que morir, él pensaba que era engendrando simplemente y que después de esta vida se acababa todo.

–          ¡Oh, Señor! ¿Dónde me encuentro?

No hay botones que pulsar, ni siquiera tiene garganta para gritar. Solo es una luz incandescente que no deja de brillar. ¿Se habrá convertido en un planeta? Alrededor hay solo la negritud de la noche, aunque a veces le inunda la brillantez de una luz poderosa, que viene con años de retraso a su encuentro. ¿Será su pasado? No lo sabe.

–          Hola Rafael, hacía tiempo que te esperaba. No, no busques, no hay nadie esperándote. Tus días de risas y llantos ya han acabado. Solo eres lo que tú quieres ser, yo, a lo mejor, solo soy tu propia conciencia. Pero sé consciente, del propio amor que sientes hacia ti. Esto, ello me ha llevado a acercarme, a respetarte y quererte, como si formaras parte de mí.

No hay pisada más fuerte, no hay huella que ahonde más en la historia, que aquella que es removida por el paso de los tiempos. El eco vibratorio de aquello que parecía diminuto, se hace fuerte a través de las ondas de fuerza movidas por algún Ser  desconocido o temido.

–          Yo no quiero estar solo, además hace frío.

Recuerda, recuerda con cierta nostalgia, un ayer. Un ayer que podría ser hoy, si fuese capaz lo haría. Volvería a cometer los mismos errores, pero también los mismos aciertos. Sería una falsa copia de una vida que le hizo feliz, feliz dentro de la ignorancia. La ignorancia de un “no saber” que todo tiene un principio y un fin.

–          No te comportes como un niño asustadizo, ven, acércate. ¿Ves? No estás solo, la compañía aquí es grata, no es nada como te lo imaginabas.

¿Cuál es el mayor paso del hombre, cuál huella ha seguido perpetua en su camino? Todos sabemos lo que sabemos y seguimos avanzando, todo en este mundo es posible, hasta el volver a él. ¿Dónde estaría el Ser humano, si no fuera por su inteligencia? Quien sabe, a saber, le vuelve a replicar.

–          Dentro de un espacio-tiempo, aquí nada es nada y todo es real, muy real. Nada más importa, ¿ves aquellas estrellas? Son casas, son portales a lo desconocido. En ellas puedes encontrar la alegría o la tristeza, según sea tu voluntad y tu respeto.

Nadie, absolutamente nadie muere pero si padece a la hora de transformarse, porque ello conlleva a volar, a volar como una mariposa. Sin alas, pero volar en definitiva. ¿Hacia dónde? No se sabe o sí. Quien lo sabe, quién sea portador de la verdad absoluta que levante la mano. Si no, que la esconda como un cobarde, porque ella está dentro de todos nosotros y esa, esa es la que es para cada uno.

–          ¿Riquezas, quieres riquezas en tu próxima vida? Yo puedo hacerlo, solo pídelo y te lo concederé. A cambio quiero que me propagues mi voz, mi voz a aquellos que malsanamente hacen sentir odio hacia mí.

           –        ¡Qué paz! ¿Estoy en el cielo?

Siente vibraciones, ahora es la Luna que es la que le acompaña la que ríe…

–          No, estás en otro mundo que desconoces.

Intenta tocar lo que tiene enfrente y  le es imposible. No puede tocar, todo es inmaterial, todo solo es luz.

–          No seas tan terco buen hombre, aquí todos los que llegáis a este lado, sois bienvenidos. No seas tan terco y ábrete, que como premio a tu buena voluntad, volverás a la Tierra. Volverás a la vida.

Se cree que es un reto y acepta, sin saber que solo es el bucle del cuál no se sale.

–          ¡Vivir! ¿Vivir otra vez y contemplar como sufren aquellos que quiero?, eso no quiero. No deseo volver.

–          ¡Volverás! No despertarás de tu letargo hasta que yo lo diga, pero volverás y vivirás, y así disfrutarás sin saber lo que es sentimiento amargo del sufrimiento.

Llueve y truena, ello no deja ver la caída de meteoros, el ir y venir, como si fuese el aviso o anuncio de algo que va a suceder. Y es que, una nueva vida, viene al mundo. Esta vez sí grita porque tiene garganta, esta vez sí grita, tomando aliento, niega el último suspiro y nace y vuelve. Con diferente madre, con diferente padre y en un diminuto cuerpo. No sabe, es muy pequeño, es solo lo que es, un bebé. Que ya se aferra a la vida, cerrando las manos y enseñando los puños, en señal de protesta y lucha.

Pasarán años hasta que sea capaz de atornillar hasta el último tornillo de su rompecabezas, como algo mecánico sigue y sigue estudiando. Sabiendo que hay algo de algún lugar, dónde una vez fue feliz. Sus habilidades no han cambiado, pero ahora solo mira al cielo desde un telescopio y escribe, sobre todo escribe.

En un año reciente, cogió papel y bolígrafo, se encendió un cigarrillo y observó. Observó que el humo sube hacia el techo y entonces y solo entonces, entra en shock y sin mediar palabra alguna, escribe unas letras.

“¿Madre. ¿Qué poder supremo, que conciencia más alta, puede hacer juicio de valor de aquello que no le incumbe? Estaría interesante saber reaccionar, ser consciente cuando estás en todo momento en un impás. Como si fuese ayer se acuerda, pero no sabe cómo llegó a ser de nuevo un Ser diminuto. Un pequeño embrión, que algún día volverá a ser un hombre”.

Muchos se preguntarán, ¿quién puede escribir eso, si no es otro que Rafael? Algunos se dirán o se preguntarán ¿quién es Rafael y quién es el narrador? La respuesta es sencilla, simplemente soy yo.
No me han borrado mis anteriores experiencias y mi mente burbujea del saber, no, no soy completamente puro, pero sí transparente. Mi mayor deseo es alcanzar la Luna con las manos y besarla, darle tal beso de amor. Sí, de amor, porque sé que ha sido ella la que, burlándose del Sol, ha hecho que vuelva, he nacido y tengo una nueva oportunidad.


sábado, 14 de octubre de 2017

                                                     Retales de vidas afortunadas.

Camino solo por la carretera, los coches pasan rozando el arcén. Pero no tengo miedo, me considero una persona afortunada. ¿Quién sabe hasta dónde me llevará la carretera? Solo, paseo sin rumbo, ¿quién se marca un destino?, solo los que tienen ilusión por la vida. Yo camino solo porque no hay querer, no hay querer ni amor. El camino es sin rumbo fijo. Veo pasar los coches y pienso, ellos si tienen destino. Tienen el abrigo de sus familias, tienen el abrigo de una mujer que espera.

Alguien vestido de “cruzado”, le susurra al oído…
        
               -- Ven, acércate, no tengas miedo. Abrázame y muéstrate tal como eres. Por una vez en tu vida, sé puro y transparente. Ya no estás en el mundo de los vivos, aquí si quieres puedes alcanzar las estrellas

Como si me faltase gasolina, hago un descanso. No llevo agua, no llevo pañuelo para secarme el sudor. Un sudor provocado por un sol, que sin descanso, se alza en lo más alto.

Destello de Luz, oscuridad perpetua de la noche, un eclipse provocado por aquella que se burla…
      
                         --   La que domina no te digo cual es, ya lo descubrirás tu solo. Sol y luna, blanco y negro. Todo es igual, como también el bien y el mal. ¡Qué más da!, ven, acércate y descubrirás un mundo que parecía un sueño. Solo tú, solo tú puedes verlo. Solo tú, al estar a mi lado podrás divisar el verdadero horizonte. Hasta donde alcanza el Sol y hasta dónde se esconde la Luna, todo pertenece al mundo que conocemos. ¿Pero más allá, que hay? Muchas son las preguntas y solo el que tiene la marca, te puede responder.

Los coches no paran, yo tampoco quiero que me recoja nadie. Ya estoy acostumbrado a caminar solo y caminar sin mediar palabra. Dicen que siempre que haces una ruta, encuentras compañeros de viaje. Yo no quiero, yo, solo camino solo. ¿A dónde me llevará la carretera si no me acuerdo ni adonde empecé?, voy a saber cuál es mi destino, un destino que me lleva  por un camino asfaltado y lleno de circulación. Como si fuese de andar por un árido desierto sin agua me encuentro, veo un oasis, veo un paraíso. Pero solo es un espejismo, ya que solo veo una silueta gris.
        
                 --- No tiene el poder de la verdad absoluta, nadie lo tiene. Ni el que dicen “todopoderoso”. Muchos se preguntarán si existe de verdad, yo no lo sé. A saber. Lo que si es cierto es que existe la luz y la oscuridad, el calor y el frío eterno. Solo necesitas que te guie un poco y te demuestre que lo que digo es cierto.

¿Cuándo llegará la noche, cuando haré un parón en el camino, dónde me hospedaré? No tengo mucho dinero y no sé dónde hay algún albergue. Albergue para aquellos solitarios, que caminan solos. Solos, sin ningún tipo de compañía. Para qué queremos compañía si somos caminantes sin rumbo, para qué queremos compañía si no tenemos nada que ofrecer, solo el llanto en el amanecer.

Cansado de andar, cansino es el caminar solitario y se tumba y se duerme en el arcén, haciendo oídos sordos a aquellos coches que circulan en sentido de un destino o de un lugar de encuentro. En este rato sueña que conversa con un halcón o al menos eso parece que es…
     
                           ---   ¿Cuál es tu verdadero nombre? El mío…..lo saben muchos y muchos son los que tengo. ¿Cómo te llamaban en el mundo que conoces? Dímelo al oído, que solo yo lo sepa. Hay mares, al igual que hay desiertos. Hay árboles altos, al igual que hay almas puras. Tú puedes ser una de ellas, demuéstramelo  para que pueda confiar en ti.

Como en shock entra y despierta, entonces se da cuenta que como una paloma blanca vuela, llevando el mensaje…
      
                                  --    Ya sé de dónde vienes, solo quiero saber cómo eres. Muéstrate tal como piensas y no como te han conocido.  Eres sincero o eres un hipócrita, eres bueno o eres malvado. Todo depende de cómo eres, así entrarás o no en la luz o en la oscuridad.

Lágrimas de sal, para el viajante. Lágrimas de sal, para el caminante. Siempre hay una dicha en el camino, solo falta darse cuenta y aprovecharla. Quién sabe si en el camino sin rumbo, hay una rumba que nos hará bailar el baile de la vida. Quién sabe sin el camino escuchará las trompetas de la libertad, una libertad que se goza mejor en compañía.
        
                --   ¿Tienes frío? Eso es la conciencia, es nuestro verdadero verdugo. A nuestra conciencia  no se le puede engañar. Si has sido justo, esta te perdonará. Si has sido cruel te  convertirás en una sombra. Solo los justos entran en la luz y solo los justos entran en la oscuridad. No lo entiendes y tienes frío. ¿Nadie te abraza, nadie te ha querido nunca? Pues ven para acá que aquí serás bien recibido y serás acogido. Aquí no nos quedamos solos, solos en la oscuridad.

Es de día, el cálido Sol surge y solo hace sombra a aquellos edificios altos que sobresalen. Camino por la calle, sin miedo, estoy a las puertas de mi bonita ciudad. No tengo nada que perder, no tengo porque esconderme. Hay quienes lloran al vivir aquí, yo no. Si hace frío me abrigo, si hace calor me baño en las playas de mi ciudad. Esa ciudad, que es mi albergue, que es mi casa. En la que no me falta de nada y donde río todas las noches, al lado de una fogata.
       
                             --- Déjame de mirarme, te estoy viendo a través de los rayos telescópicos. Déjame de mirarme, me estoy cansando de tu acoso visual. Haz lo que quieras, pero lárgate ya. Me tienes harto. Déjame de mirarme, eres pesado. ¿No tienes nada mejor que hacer, no tienes que barrer?  Barre la basura que eres, me tienes harto. Te tienes que sentir infeliz, ¿no sabes que para saber que te vas a morir, primero tienes que aprender a vivir? No se puede ir por los sitios, como si fueras el sheriff de la ciudad. ¿Dónde te has dejado la estrella?, la estrella de colgao, no vales para nada. Márchate y vive en otra parte, porque aquí solo vivo yo. Lárgate y mira para otro lado, porque a mí me tienes frito.

Muchos temen llegar a esta situación, porqué llorar. Solo nos queda reír, ya que aquí no se queda ni el gato. Todo lo que construyas quedará en el olvido, porque por mucho que queramos, solo quedaremos en el recuerdo de algunos. Las fotos se lanzarán a la basura, como si nuestra vida no hubiera existido.
      
                                            --  ¿No te cansas,  porque no dejas de mirarme, que eres fan mío o soy tu ídolo, no tendrás un póster con una foto mía? A lo mejor me idolatras, pero yo no quiero saber nada de ti. No progresas, no maduras. No ves más lejos de ti y a mí me tienes en tu punto de mira. ¿Qué quieres, dinero? No tengo ni un duro, lárgate y déjame en paz.

Se acerca un tren, está al lado de la estación y nadie se percata de su presencia. Una presencia anónima y solitaria, con la única compañía de un perro. Camina despacio, no tiene prisa. Las prisas son para aquellos, que son esclavos del tiempo. Un tiempo, para ganar más dinero. Dinero que se va y que si no lo tienes, no te acuerdas de él.

Las noches de juerga han pasado a la historia y no tomaré ninguna copa contigo, con que márchate. Yo busco otro sentido a la vida, déjame en paz. No te cansas de salir cada mañana, de solo mirarme a mí.
        
                       -- Te he dicho que te he visto con mis rayos telescópicos y no eres de metal. Eres como todos, de carne y hueso, pero de carne podrida y de huesos entumecidos por la humedad y el alcohol. Si pudiera te echaba una cerilla para que ardieras en el infierno, olvídame que eres tóxico. No quemes mi sangre ni la hagas arder, que bastante tengo con la vida que me ha tocado vivir. Eres pesado, a ver si te marchas ya y me dejas dormir en paz.

No quiero pensar que por la mañana voy a tener tu mirada fija. Menos mal, que no hablas mucho. Porque si no recordaría tu voz. Menos mal que mañana será diferente, menos mal que me dejarás en paz.

No deja de mirarlo todo, de observarnos. Quien es el que nos controla a cada paso. A quien pertenece el ojo eléctrico. Todo lo ve, todo está dentro de su radio de acción. ¿Qué es?  Un tercer ojo o simplemente uno que tiene vista de lince y todo lo alcanza.

Solo me dan una barra de pan, en una panadería  y el café en un albergue. El resto es buscarse la vida, pero soy muy feliz. Porque no tengo miedo, de perder lo que nunca he tenido. Ni tengo miedo, ya que la vida es un suspiro. En un suspiro nos conciben y en un suspiro nos vamos. Que vamos a hacer, así es la vida. Por ese motivo, no hay que tener miedo. Si te sientes solo, solo tienes que ir a una estación y te sentirás acompañado por la gente que va y viene. A veces me pregunto, que se siente siendo uno observado. ¿Es que nos guía de alguna forma?  Quién sabe, solo se sabe que existe y es el ojo eléctrico. Porqué su nombre cuando no utiliza energía eléctrica o es que es como todos, pura energía. Solo divago y solo pienso en que no para de mirarnos. Como ojos que atraviesan las paredes sin dejarnos algún rincón de intimidad.
       
                      ---  Madura, que ya es hora. Nada tiene valor ni nada tiene precio. Solo tu propia vida, como tu propia alma. Tiene el valor y el respeto, que tú quieras darle. Aquí estamos, temiendo por algo que no tiene tanto valor. Todo lo construido o conseguido, se puede esfumar como el humo de un cigarrillo. No pierdas el tiempo y vive, sal a la calle. Sal a la calle, vive y disfruta. Toca la guitarra y canta si sabes, escribe para que quede plasmado en un papel o en internet. Que todo el mundo conozca tus inquietudes, que eso si tiene un alto valor y te tiene que llenar de orgullo. Vive y disfruta, no te sientas solo.

No hay derecho a que nos observe ni nos mire de esta manera. Habría que buscar su fuente de energía, si es que la tiene y destruirla. Es solo un ojo eléctrico, el que todo lo ve. Pero quien procesa tal información o solo lo hace por pura diversión. A saber, yo solo soy el que escribe, no soy nadie relevante, ni nadie importante. Solo soy el que escribe.
     
                                    ---     Yo el dinero me lo jugué, porque lo desprecio. Desprecio que las cosas materiales, tengan más valor que el respeto entre las personas. Lloro, pero me siento consolado a la vez. Por el pasar de la gente cada día. Yo el dinero me lo bebí y lo disfruté. Ahora abstemio, solo bebo café y cuando amablemente me lo ofrecen. No pido ni para la bebida ni para el juego, eso es cosa del pasado. Pasado de mi juventud, que una vez disfrutada ha llegado la hora de madurar y analizar lo vivido y lo que viviré el resto del tiempo que me quede en este mundo. Para mí, el reloj se ha parado en la mitad del tiempo. Tiempo que pienso disfrutar, con los pequeños placeres, ya que no dispongo de dinero para más. Y para qué, para fumarlo o esfumarlo. Por eso escribo desde la puerta de la estación, en un ir y venir de la gente. Que no vive, prisionera del dinero.
       
                    ---   ¡Ojo eléctrico dónde estás! Yo te buscaré para destruirte. No me gusta que me observen de esta manera y con esta desfachatez. Te crees superior con tu mirada, si es que la tienes. Yo dudo de que seas algo o persona. Solo serás un ojo que no procesa la información, si es así, no deberé preocuparme. Porque solo serás eso, un ojo eléctrico.

Para muchos, una vida así es una condena. Para muchos, el tener posesiones es indispensable, para ser feliz. No piensan en ser ricos, como personas. No piensan en el calor humano y sentir el abrazo honesto de un ser humano. Yo tengo muchos abrazos y todos son verdaderos. Yo tengo algún que otro beso sincero y doy  todo mi amor, por ello. Si llueve, me refugio. Si hace sol, me descubro ante él. Solo, en el frío de la mañana, solo, esbozaré una sonrisa y después al anochecer, me refugiaré en unos periódicos. No paso frío, no paso hambre. Solo siento, el no poder decir un “hasta mañana” a una persona querida. Pero tengo muchos compañeros, a los cuales les deseo lo mejor y a ellos les digo un “hasta luego”. No sé lo que es la soledad, solo me siento pobre de bolsillo no de espíritu. De eso soy rico y sumamente feliz y cuando se acercan fechas señaladas y veo que la gente se acerca al prójimo, me da un vuelco el corazón. Porque para mí, siempre son esos días mágicos, que para la gente corriente, solamente dura un par de semanas.

Cuando muera, vendrán muchos a despedirse de mí. Todos iguales que yo, vendrán con sus mejores ropas. Que no serán otras que las de cada día. Un cada día, que no cambia. Soy libre ya, con que cuando muera, ya no me hará falta guía. Un guía que me lleve hacia esa luz de la que tanto se habla y que la gente necesita, para sentirse libre, yo no la necesito. Espero que tarde en llegar, soy sumamente feliz y veo que se ha parado el tiempo en la estación de la felicidad perpetua y no me encontraré nunca solo, entre cuatro paredes de hormigón. Solo cuando fallezca, en la oscuridad, entre las estrellas me buscarán cuando quieran hablar conmigo.



sábado, 7 de octubre de 2017

                                               Mares infernales.

Como un poder supremo me impregna, como si fuese una estrella de rock me siento y en algo totalmente desconocido me adentro, en el cielo de la oscuridad del Universo. Alumbro la noche con los faros de mi Ford, doy voz, doy lumbre a aquel que se desvía y lo enderezo, haciéndole seguir el camino de la perdición. Cuál será mi nombre, cuál será mi poder, ¡ese sí!, el de encarcelar y hacer enloquecer por medio del alcohol.

Éxtasis de placer vivo, éxtasis me entra por la nariz y con ello, enloquezco. A 80 kilómetros por hora va mi coche, más rápido va mi cabeza y mi corazón. No soy dueño de él y mi mente está enturbiada por la bebida ajena, que me hace creer que soy un superhéroe. Solo me falta volar, aunque el cerebro parezca que ya lo haga, al no tener los pies en la tierra. No me acuerdo de ninguna chica y de ningún amor. Todo son drogas y alcohol, las mujeres quedan un poco apartadas. Sin fin veo la noche, sin fin veo algo que comienza y que creo que juego con ventaja. Todo empezó en una habitación de hotel, en cierto pueblo cercano.

Ella, por decir de alguna manera, se pensaba que me tenía atado. Solo he necesitado un par de copas, para abrir los ojos. Para abrirme de par en par y dejar las cosas atrás. Conduzco, conduzco toda la noche triste, pero fuerte y ebrio. Conduzco despacio haciendo zigzag, pero conduzco llegando a dónde quiero. Esta noche es la mía, tengo tiempo hasta el amanecer, hasta que el Sol me diga que todo solo ha sido un sueño, un sueño muy real. Se acabaron los días rutinarios trabajando en una fábrica del metal, se acabaron las noches en vela o intentando hacer feliz a ella, sí a ella. Ahora veo chicas, todo de chicas guapas que me saludan desde el arcén, me bailan y me sonríen.  ¿Es todo un sueño o es real?, o  es el efecto alucinante de las dos copas que me he ganado esta noche como un campeón.

–          Quiero una mujer. Dice para él.

¿Para qué? Me salgo de una, para querer tener a otra. Es el simple deseo sexual de poseer y desfogarme, necesito liberarme. Estoy convencido de ello y conduzco, las manos juntas en el volante, aprieto muy poco el acelerador, voy despacio. No hay nadie, no circula ningún coche. Me incorporo a la avenida de la ciudad, solo destellan las luces de las farolas. No hay sonido, solo el mutis y un silencio atroz, destrozado por la música estridente de la música de mi auto. Solo el alcohol se hace sentir en mi cerebro, me siento relajado, me siento con la misma calma que hay después de una fuerte tormenta.

Siente algo, como una sorpresa de bienvenida aparece, como algo que es increíble se acerca. Aparca al lado de la acera, aparca despacio. Solo ve chicas con buen cuerpo en la puerta de cierto local, solo ve como sirenas en el mar, que le cantan al oído.
       
       -        Dame un abrazo, muéstrame tu cartera y únete a nosotros. Le dice alguien decir ser su amiga.  Te llevaremos por el camino de la discordia y la desesperanza. Porque es así, tu destino está escrito y este, este es el estar con nosotros.

Como si volase en una alfombra mágica, se va adentrando en el mundo oculto de la noche. Todo es tenue, toda luz es casi inexistente, solo luces alógenas bordean por el techo la barra del local. Mira al frente, se siente por una vez importante y aceptado en un grupo.
      
               -             Hola señor, que va a ser. Le preguntan.

Sin levantar ahora la mirada, sin hacer el más mínimo gesto, le responde…
       
        -        Una copa de cerveza bien fría, por favor.

El camarero y dueño del local, le sirve sin más preguntas. La cerveza está casi helada, rebosa y su espuma le mancha los labios. Se limpia con los dedos y echa un vistazo al foro. No hay mucho que ver, hombres, solo hombres. ¿Dónde están aquellas chicas de la entrada?, a lo primero se pone nervioso pero se relaja, se la bebe de un largo trago y se pide otra. La sangre le empieza a burbujear y el cerebro está a la expectativa. Ya van dos, ahora en vez de mirar, escucha, escucha la música de fondo. La televisión no es de su interés y además está sin voz. Solo unas guitarras y cierto cantante, resuenan por el local.

Me hacen deambular por el pasillo, tropiezo con los laterales de la pared. Blanco es el color de la pintura, blanco, blanco como el color de mi rostro. Corro, corro hacia el lavabo, sin darme cuenta  vomito. Este es el resultado de una noche de juerga, una noche, ¿qué noche?, si en verdad no me acuerdo de nada. Solo, solo soy un hombre sin futuro que arrojo cualquier tipo de esperanza al tirar de la cadena. Hasta que no paro, los retortijones en el estómago y los golpes en el hígado son constantes. Hasta que llega un parón, un momento de paz, un instante de alivio y me asiento en el suelo. Apoyo las manos en los  azulejos y me quedo mirando fijamente la única bombilla que da luz. Sí, esas son las únicas que hacen de testigo y hacen de juez al mismo tiempo.

Navegando en un vaso de cerveza, ahogado en un pozo de tristeza, se encuentra.

“¿Cómo es posible?”, se pregunta. “Yo sentado en un taburete de la barra de un bar”, se siente tan solo. Pasan los minutos, pasa un tiempo de silencio en el que parece que no corra el tiempo. Uno de los presentes, parece que le escucha y le pregunta, “¿porqué?”.

Se le queda mirando y le dice en voz baja sin mirarle…
       
         -            No lo sé, no se sabe. Pero todo esto no es cosa de un día, llevo tiempo labrándome este futuro. Un futuro incierto, lleno de sonrisas y jolgorio.

Se retira del hombre, y pagando las dos cervezas sale del local. Pasea por las callejuelas de cierta ciudad, no tiene miedo a que le roben, no tiene nada. Solo algo de suelto, de calderilla para tomar la “penúltima”. Como si le subiese la fiebre a 40 grados, empieza a delirar y piensa o cree que alguien le comenta.

Como un fantasma en la noche, me acerco sigilosamente. Me uno a ti como una sombra que forma parte de tu propio Ser.  Que será de aquello que temerás y no te hará sentirte capaz de salir de la penumbra y ver el Sol. Todo lo trabajado, todo lo ganado honradamente, se te va por la garganta y lo orinas o lo vomitas. Expulsas tu propia dignidad y no te fijas en el hombre que se refleja en el espejo del lavabo. Huye si puedes, escapa de tu destino.  ¿No querrás tirar por tierra todo lo andado?, todo lo hecho para que seas un hombre maltrecho sin destino. Tu cobijo es el alcohol, tu relación con la vida se traduce en aquello que te tienta y te somete de alguna manera, que no te das ni cuenta. Piensa para él, sin miedo ahora que le escuchen, grita a los cuatro vientos. “Solo sí, me encuentro con mis amigos, hablo con conocidos. Pero al llegar a casa, cierro la puerta, no siento ni el sonido del aire, solo el burbujeo del alcohol en mi sangre que llega a mi cerebro”.

Vuelve a entrar al mismo local y vuelve a sentarse en el mismo taburete, aquel que parece llevar escrito su nombre.
    
          -                           ¡Otra, por favor!

La tercera y nunca mejor dicho, “en discordia”. El dueño es ahora el que mira al foro y les guiña un ojo esbozando una sonrisa. Entra en conversaciones que ni le van ni le vienen. Malas miradas de algunos de los clientes y malos gestos de su parte le llevan a dejarla a medias y a pagar, marchándose por no querer perder.

Ya estás dentro y no escaparás, ya no hay vuelta atrás. Yo soy como soy y si no me conoces, ya tendrás tiempo, toda la eternidad. Eso o a saber, quien es el valiente que me contradice. Solo una moneda, una cara y una cruz. Un símbolo de poder buscabas, pues búscalo. Lejos te mandaré, pero siempre me pertenecerás, por siempre de los siempre.

Anda despacio, camina por el sendero de la muerte. Sí, de la muerte en vida. “Todo, lo daría todo por una cerveza”. No hay chicas, no hay mujeres en su vida, que le lleven a saborear la vida de verdad. Su única amante es la bebida, esa que día tras día, le saluda, le hace muecas y le guiña un ojo si hace falta, para que pierda el control y la razón.

¡Otro bar! Se encuentra solo en otro local, ¿o es el mismo?, no hay amigos y no hay conocidos. Es todo nuevo por explorar, no tiene freno, no tiene mesura y entra.
       
       -            ¡Hola vieja amiga! Tú sí que eres leal y fiel. Tú que eres efervescente y llena de malta, eres  rica en paladar, pero a mí me dejas pobre de alma y de bolsillo.

Conducirás y mirarás a tu alrededor, ahora mira, que verás la realidad. Mira al frente y verás  todo aquello que no dejas de ver en años, siempre, siempre igual. Te querrán una eternidad, te querrán hasta verte ahogado en tus propios lamentos o en tu propia muerte. No hay mente que despierte y no recuerde, no recuerde y te quede algo en la memoria. Como un fantasma en la noche, se acercará cada tarde, para recordarte donde tienes una visita o quizás más.

Alguien se le acerca, ¿será el dueño o un cliente?
        
      -            Toma un sorbo de este licor, está delicioso. Tómalo, no me hagas un feo, que soy tu amigo.

Lo bebe y le da un sabor dulce, un sabor que hace que  le entre solo aquello que es de color blanco. No es la cerveza que bebe él, pero le gusta y le dice “está bueno, ¿qué es?”. No le responde, solo le sonríe y le sirve más. Llega un momento de relax, que no se fija, no se da cuenta, está tan absorto en su propia fiesta que no echa de menos nada. Ni siquiera su propia alma, llega a un extremo que cuando abre los ojos, mira al frente, ya no ve al camarero, solo el muro de un callejón.

Aquí no sale el Sol, todo es siempre igual, en penumbra, en penumbra pero sin quebrantar la Ley. No la de la sociedad, si no la nuestra, aquella que es viva dentro de nosotros y se nutre, se nutre de… “jajajajaja”

No sabe dónde está, mira y remira, pero no tiene placa la calle. Camina como puede, no sabe si ha sido real o no. No sabe si volverá a dormir tranquilo, solo sabe a dónde no volverá.

En medio de mi propia locura, echo freno y digo que  “no”. La música es la culpable, la música es la que me lanza y no yo. ¿Cómo voy a ser yo?, un hombre honesto y trabajador. ¿Dónde está mi coche, dónde he aparcado?, ni me acuerdo. No pasa nada, es domingo ya. Ando por la avenida intentando verlo, camino sin casi poder mantenerme casi en pie y reconozco, dentro de mi propia cabezonería, que he echado al traste una buena noche. Me encuentro solo, solo, sin amistades. Aquellos que decían ser mis amigos, se diluyeron como la cerveza por mi garganta y después vomitaron cosas sobre mi persona, dejándome sin cartera y sin dinero. Me fijo en el detalle, busco el coche, pero tampoco tengo las llaves. Me llevo las manos a la cabeza y no sé qué hacer. Corre, corre, le dan las diez de la mañana y en una de las bocacalles, ve una tienda abierta. Le pide, le ruega que llame a la policía. El dependiente, a lo primero se niega y quiere echarle, incluso le empuja. Pero después de un poco de insistencia accede y se presenta un coche patrulla. Lo escuchan, le ven en tal mal estado que no saben si hacerle caso o dejarle ir. Les explica, les relata lo sucedido y le ayudan. Sí, le ayudan y hacen posible su retorno, volver a casa es su intención.

Tarda más de dos horas, entre tomar nota en la comisaria y volver. Vuelve al hogar, vuelve y cuando entra, cuando abre la puerta y mira, se desata en una locura. Todo revuelto, todos los cajones de los muebles por el suelo. Todo, todo le falta.

No sabe llorar, no sabe gritar ni silbar. No tiene teléfono y se lo pide a un vecino y llama…


–          Policía dígame.