sábado, 30 de septiembre de 2017

                                  Fabulas de la luz y de la oscuridad.

¡Fabulas de luz, fabulas de oscuridad, que es real y que es mentira! Que venga el que sea portador de la verdad y que me lo diga. Sueños eternos en la noche divagando entre lo que tiene sentido y lo que solo es divagar. Vivencias puntuales durante el día, ¿a eso se le llama inteligencia? ¿Cuándo se vive realmente, cuando uno por la mañana se agita o por la noche levita? Quién iba a saber lo que se avecinaba, si era el deseo de un diminuto animal o era la grandeza del poder oscuro. ¿Quién puede creer si es solo un sueño nocturno o quizás solo es un hombre moribundo?  Quién podía saber, si lo que era real no era nada más que una utopía que se la estaba creyendo y caminaba por la ladera del río, caminaba y caminaba, hasta que ¡zas!, resbaló. Resbaló y vivió por un momento de dolor lo que era verdaderamente el amor. El amor por uno mismo, por el deseo de quererse sin llegar a la línea del narcisismo. Ese el que se mira al espejo por las mañanas, sí ese hombre que creía que imaginar era cosa de veranos en la playa y el anochecer lleno de estrellas, viendo a las chicas más guapas, todas ellas bronceadas y que le llamaban la atención. Le llamaban como un dulce cantar de sirena y le hacía galopar el corazón, como si fuese una carrera de caballos. ¿Por cuál apostar, por el blanco de la luz o el negro de la oscuridad? Quién sabe, solo se sabe que los dos tienen su belleza. ¿Cuál de ellos dos, podría tener el boleto ganador? Piensa y repiensa, cuál camino elegir.

Deshojo una flor, no tiene porqué ser una margarita. Deshojo una flor, pensando en ti corazón. En ella encuentro mi casa y mi hogar, siempre que tú me lo permitas. Cielo azul, tierra verde, lluvia que cae de forma fina y tímida. No llores más por favor, no te sientas tan triste, que yo entraré en tu interior y te lo llenaré de luz y de amor.

Tiempo es lo que necesita, tiempo, al mismo tiempo que se le oxida su cuerpo. Romper muros, romper utópicos, romper las normas sin llegar por eso a la anarquía. Todo es relativo, todo es perecedero y como una rosa, un hombre y una mujer se marchitan.
         
                            * Yo soy el Sol, el astro Rey y como tal, domino a la Tierra, como al igual que a los demás planetas que como vasallos, giran y giran a mi alrededor. Todo tiene su razón de ser y el amor, ¡ay, el amor! Es la mayor de las debilidades y calamidades de la humanidad, el amor y el deseo carnal de una noche, qué os puedo decir. Todo lo veo demasiado débil, demasiado tentador. Una noche de pasión y después, ¿qué?

Lejos han quedado los veinte años para algunos, aunque nuestra alma diga que sí, el  cuerpo nos tira para atrás, quien sabe hasta dónde poder llegar, quién sabe hasta dónde el hombre podrá caminar. Sigue durmiendo, sigue despierto quizás y solo quizás se encuentra andando por el pasillo hacia el baño. ¡Ay! Tanto río de agua, y tanto fluir le ha hecho debatir si vive ahora que sueña pero no duerme.

A veces recuerdo la playa, a veces y solo a veces, me viene a la memoria, el nacimiento de los días. Esos días en los que amanece con el Sol surgiendo de las profundidades del mar. Ahora me siento demasiado seco, demasiado nostálgico y solo me encuentro en una montaña, en una montaña vulgar sin nada en especial. No veo, no oigo nada en especial, solo los sonidos de los animalillos que son por el lugar.

Bajando la tapa del wáter, mira al techo, a la luz alógena del baño y dice en voz alta…
        
               -- ¿Quién eres tú, que me hablas? No sé si será debido a la soledad, la que me ha abocado a la locura y yo no sé hablar con los demás.

Sonríe y no estés triste, soy tu conciencia, alarga los labios formando una línea alegre. Todo depende de la actitud con la que te enfrentes a las cosas. Todo viene de rebote, todo viene según remes en el río de la esperanza. No tengo que llorar, tengo que ser feliz.

Se enoja, se enfada y mirándose al espejo, de un puñetazo lo rompe. Añicos quedan los trozos de cristal, añicos como el corazón solitario que le inunda en sangre pura y bondadosa. Todo ahora es rojo, rojo por la sangre que burbujea de los nudillos de la mano derecha.

Alguien quién sabe quién, le habla y le comenta mientras él se tapa la mano con una pequeña toalla.
       
                           -- Esta es una simple montaña, con un simple río, el castor te engaña, el castor solo embauca al más simple. Tienes que ser fuerte, la que tenga que ser tu esposa ya te llegará, eres joven, no pienses tanto en ello. Lo único es qué te has dado cuenta de cómo eres y como son tus sentimientos. Bellos son por eso, bellos y dignos de respeto. Espero darte luz y guía para que encuentres a tal mujer. Aquella que te acompañe en el difícil viaje de la vida y te pueda dar la alegría de engendrar vástagos y criarlos y educarlos, dándoles de todos sabios consejos.

Pienso, luego estoy vivo. Qué más da lo que haga, me duele la mano ensangrentada y me duele el pecho de falto de amor y cariño. Por cuál camino apostar, por qué jinete dejarme aconsejar, quién sabe a saber.

No tiene miedo a la vida y sabe que esta, es una lucha diaria por mantener el equilibrio. Nada puede ser más cierto y más verdadero que aquello que se consigue con la lucha y apostar sí, apostar por un sueño y poder ser lo que uno quiere ser. Vuelve a decir en voz alta y clara, tan alta que puede haber despertado a algún que otro vecino.
      
                              -   Si yo salto de alegría, tanto, que me doy en la cabeza con las estrellas. Esas sí, las que son dueñas del Universo, esas que iluminan en lo más oscuro y frío de todo que es el Todo. No lloro más, construiré la barca de mis sueños y la llenaré de ilusiones. No llores y rema, dejándote fluir por la corriente. Verás de todo, castores, peces de colores, hasta alguna culebrilla. Todo inofensivo, no llores y sonríe, por una vez sonríe.

El agua del río es tan limpia, que como destellos de estrellas relucen en él. Los peces circulan y tienen memoria. El castor sigue con su trabajo, cuando este se siente sorprendido por un hecho que puede quedar maltrecho. Es el Sol, aquel astro Rey, que domina el planeta.
       
                   -  Pensad humanos, pensad. No hagáis caso al castor, que no es otra cosa que un enviado de la Luna. Esa sí, esa que gira alrededor de la Tierra y se burla noche tras noche de mí. Algún día, espero que no sea muy lejano, la fundiré o me la engulliré, como si fuese una aceituna. Qué más da, otra vez será.

Busqué un amor de juventud y encontré el agrio rencor del rechazo. Qué más da, solo el sonido de la guitarra en la orilla de aquel mar me apaciguaba y era capaz de entrar en calma. Solo el deseo de que fuera mía, me llevaba a ser capaz de sentir tal odioso sentimiento. Que le voy a hacer, yo solo deseo felicidad y no sé cómo conseguirla. Todo solo lo pienso sentado en la orilla no de un mar, sino de un río que hace correr el agua hacia el valle.

Viaja a un nuevo mundo, zambullido en el río de la esperanza. Sin escuchar a nadie, no deja de murmurar, “fuego de pasión”, fuego que no se desinhibe en la fría agua. Cae en cascada y él se remoja sus pensamientos, ahora está “despierto” o no, quien sabe. A lo mejor solo es la ducha diaria de cada mañana. No sabe, pero acierta al decir que antes tenía su propio Ser dormido. Anda justo de tiempo, el autobús no espera y solo piensa en las ocho horas que debe de estar en el tajo. Qué más da, a dónde va puede seguirle en su mente, los castores y demás intrusos, que le abordan en su otra vida. Aquella que sueña y sueña.

Ahora no levita, ahora no es momento, se agita, se agita debajo de la ducha. No canta porque no sabe de canciones, no habla, no habla por no meter la pata. Llega sonriente, ahora no llora ni se apena de su maldito destino. Late, le late el corazón, uno tan grande que no cabe por  la puerta de la fábrica. Ficha y diciendo “buenos días” al foro. Se coloca, toma asiento de su martirio. En una fábrica de plásticos, solo se dedica a quitar la rebaba de las piezas.

Sentado ocho horas, solo veinte minutos de descanso y alguno más para ir de urgencia al baño. No fuma, no tiene esa ansiedad y se limita a seguir en su mundo. Nadie le molesta, solo tiene que dedicarse a lo suyo. El castor no le habla, a lo mejor espera a hacerlo en sueños, el Sol tampoco dice nada, solo entra la claridad por la claraboya del techo que como un resplandor ve, pero no acierta a saber.
       
                    -- Construye un nido, un nido empezando desde tu corazón. No pidas mucho y recibirás en abundancia, no llores tanto, que la riqueza está en la sonrisa, en esa que no cuesta dinero.

No sabe qué hacer, es un turno de mañana y plegará a las tres. No sabe que decidir, pero lo que tiene claro, es que se irá directo para casa. Hoy no tomará nada con los compañeros y se limitará a decir, “no tengo tiempo” y se marchará directo. Como un tren con una sola parada, como una bala dirigida a entrar por cierta ventana. No lo matará, pero resultará herido de amor. Dónde estará la bella dama que le quita o mejor dicho, le roba el sueño.

No tengo mejor espada, que mi propio tesón. No tengo mejor arma, que mi bondad. Pero no sé si será verdadero, que no tengo carácter para enamorar y solo soy un títere más de aquellos que viven para hacer aquello que no les satisface.

Quién lo sabe, solo dice y solo suspira sin decir ningún nombre. Quien lo sabe, se mira en el espejo del baño, en ese minuto de urgencia, se ve, se nota los ojos rojos, se los ve como si hubiese trasnochado toda la noche de fiesta. Cansado no está, pero que habrá pasado, que habrá ocurrido para que se vea forzado o mejor dicho tentado por aquello que solo puede ser algo que se puede convertir en una pesadilla. Cierra la puerta del baño y escucha como una voz desde dentro del lavabo, una voz que le resulta familiar, quizás de algún sueño…
        
                        --Déjate llevar y me escucharás dentro de tu corazón, yo soy tú y tú soy yo, qué más da. Solo somos dos solitarios que nos une la amistad. ¿No sabes?, soy un castor y construyo una presa, no sabes si soy un pez de color y de cuál es. Solo sabes que me intuyes, estoy aquí, dentro del río. Domina el espacio, entra en tu propio entorno y demuéstrales a todos de lo que eres capaz. Tú sí, que eres un simple Ser humano, descubrirás que no todo es como lo ves o lo oyes, que a veces la percepción de las cosas nos ayuda más de lo que parece.

Atados de pies y manos, se encuentra el joven en cuestión. No digo nombres, no digo más, solo sabe que tiene que volver a su puesto y esperar, solo esperar que den las tres. El Sol, aquel que es dominador de la humanidad, le susurra al oído…
       
                    --Toma lumbre y haz un fuego, que te haga de compañía, yo ahora me marcho, pero volveré en unas horas, las que tarde en volver a girar el mundo. Espero y deseo que no te lo gire la Luna y entres en razón y no escuches al castor.

Unas nubes de tormenta acechan y haciendo sonar sus tambores, redoblan en el cielo los pájaros buscando cobijo. El Sol se oculta y la claridad que entraba por la claraboya desaparece, haciendo que las luces de los fluorescentes dominen ahora la nave. Ello le hace divagar y mientras cúter en mano quita las rebabas, deja evadir su mente y no sabe si es él o su conciencia, o el mismo castor el que le hace divagar.

Seré un tonto o seré demasiado humano, pero ahora solo deseo buena ventura y encontrar aquello que yo no supe darle. No sé si fue mi carácter o mi forma de ser o quizás fue mi actitud o mi físico, qué más da. Solo, me encuentro solo mentalmente, en la orilla del río, sentado, tirando pequeñas piedras al agua transparente de la vida. Llama en voz baja al castor y le clama por su empatía y respeto…
        
                    -- Dicen que puede haber una escalera, que te lleva a cumplir tus sueños. Quizás como tú dices, puedo construir una presa con tu ayuda, pero quién sabe. Solo deseo encontrar el roce nocturno del amor a la luz de la Luna. Que las estrellas, esas que tú dices, hagan de tiernas testigos y muestre al Sol por la mañana, el respeto de todo aquello que ha sido concebido por la noche. Pero para eso, ¡ay!, para eso, hace falta encontrar a tal bella mujer. No a la misma de antaño, porque por esta ya seguro y he perdido la esperanza. Pero no la pierdo por la estrella que me tiene que guiar en el cauce de mi destino.

Hace Sol otra vez y sale un arco iris dibujado por cuatro lágrimas que caen del cielo. Estas nos dicen, tanto a ti como a mí, que todo es posible. Déjate inundar por estas y llena tu horizonte de colores. No todo es como se imagina uno, pero tampoco es como se ve o se oye, tú eres tu propio arquitecto. Al igual que el castor construye con ramas y pocas cosas más, tú puedes hacer lo mismo.
       
                    -- Quién sabe, pero si conseguimos hacer un lago plácido, seguro que los dos nos divertiremos nadando y jugando en el agua limpia de la prosperidad. Hazlo, hazme el favor y haz que mi corazón comparta la alegría de saber que estamos vivos.

Me cortaría una mano, si con ello consiguiera encontrar un corazón que me quisiera una eternidad. Me convertiré en ladrón, en ladrón y como en un juego de cartas marcadas iré consiguiendo siempre la reina de corazones. Me convertiré esta noche en aquella alma que permuta con el diablo. Lo dejaré descansar en mi habitación y yo saldré en busca de aquella que es solitaria y está falta de cariño.

No sabe ni acierta a quién darle las gracias por haberle despertado del letargo, al Sol o a la Luna, quién sabe. Pero ahora se siente como es realmente, todo lleno de su masculinidad en busca de encontrar su propio destino. Dice “hasta dónde he llegado, quien sabe mi futuro”. No le valen unas tiradas de cartas, necesita ser sorprendido y ser alcanzado por el estallido nuclear del amor de verdad,

No creo en dioses ni en religiones, no creo en más allá en dónde esté la verdad. Camino, un corto camino de vuelta a mi casa y solo deseo comer y dormitar. Intentar entrar en un mundo, en uno de esos en los que se convierten los sueños en algo real. Tan real, tan cierto, que lo vivo intensamente. Susurros y demás voces, le llenan la cabeza de ideas.
        
                    -- Dame la mano, préstame tu cariño y aprecio. Yo, un simple castor, te lo convertiré en algo real, tú solo descansa, que hasta mañana puedes disfrutar del viaje. No, no es ninguna droga, no es ningún estimulante. Solo es la sangre, circulando por tus venas la que te hace sentir y burbujear en tu cabeza, que hay, que existe tal bella dama. No sufras más, ten paciencia, pero ten cuidado, que no todo es oro lo que reluce y lo que puede ser que resplandezca como oro, nada más puede ser que sea plomo.

Sonríe, por fin sonríe y se dice a sí mismo…

No pueden conmigo, yo sí puedo, yo soy el más fuerte. Qué más da, seguro que está al doblar la esquina, o simplemente es una panadera o frutera de las que acostumbro a ir a comprar. Si no, qué más da, seguiré viajando, levitando con la señorita de mis deseos. Pondría mi hombro, para que ellas sollozaran sus penas si con ello consigo hacer una pareja de corazones. Siempre jugaré con un As e intentaré conseguir aquella que esté de ante mano marcada. Aquella que no tiene equivocación alguna y es deseable por un montón de hombres.

Suenan las campanadas de una vieja iglesia, suena la voz de la libertad y sigue su curso, comerá rápido y luego a descansar. El Sol le martillea el cráneo y no consigue despejar su mente. Solo mira al cielo y piensa, “¿dónde están las nubes, dónde están aquellas que aplacan tal imposición?, como un duro molino de trigo doy vueltas en círculo. No me dejo llevar por el aire ni la onda de la sociedad, solo soy un Ser único, único y libre”. Desea encontrar aquella alma gemela convertida en una diosa del amor, porque según dice él, se lo merece. Se merece llevar su propio camino y no estar dentro de ningún redil.

Aquel, el que se dice su mentor, le advierte que solo hay un camino y que el río que ve en sueños es aquel por el que los “peces” nadan en libertad. No puede, según dice, no puede desviarse del cauce ni ir a su libre albedrío. Todo es relativo según el hombre del cuál narro, todo es solo una quimera o una utopía, quién sabe. Algo, alguien le dice y le sugiere que siga por un sendero que lleva a un arroyo, dónde los peces nadan plácidamente en un lago transparente.


No hay ducha, no hay río, solo el agua a rebosar en la bañera de su pequeño piso. Un piso humilde para un hombre humilde de los que hay a centenares. Ha llenado la bañera tanto, que al entrar el agua inunda el lavabo al esparcirse por todo el suelo. No sabe cómo, si era su propio destino. Que al hacer contacto con la corriente, esta hace apagón, apagón como la vida del hombre del que narro. Electrocutado por un error, como error es a veces el deseo de tanto amor. Cuál es su sorpresa, cuando descubre que el tiempo no es tiempo y que se encuentra con aquella chica, con aquella mujer que tanto le robó. Le dice en voz tenue, “ven, ven conmigo y te enseñaré tu destino”. Él la sigue, a él le pega un vuelco el alma, cuando le coge de la mano y lo dirige a una calma, a una tranquilidad de la que solo unos pocos están privilegiados a conseguir. Esta chica, esta mujer de cuando él estaba en la playa, y sonaba las canciones por medio de una guitarra española, radia una luz que ciega al más puro. Pero a él, solo a él le es permitido ver. Y es que, no es que lo hubiera rechazado, es el triste destino de una ola del mar que se la llevó. Quién lo iba a saber, solo él se quedó toda la noche esperándola. Al no tener noticias, pensaba que solo había sido un juego juvenil para ella y por eso no se había presentado. Ahora y solo ahora, le pregunta su nombre y ella le responde con una sonrisa. “Teresa, me llamo Teresa”. Es tal la alegría que radia luz por todos los costados, él le responde de igual forma. Cogiéndola de las dos manos, se lo dice, se lo dice mirándole de manera pura y transparente, “David, me llamo David”. No hay nada más que narrar, solo se fundieron en la Luz los dos, caminando despacio, se confundieron entre la brillantez de aquello que nace y permanece.

miércoles, 20 de septiembre de 2017

                                         No me tires más piedras, por favor.

Son las siete de la tarde de algún viernes, no llueve, pero el verano ya dice adiós. Veo jugar a unos niños en un parque, veo como se pelean uno contra todos, uno diría “son cosas de niños”. Pero no, no lo son. No dejan jugar a uno, no lo dejan entrar en el grupo, todo por ser su piel de diferente color. Negro, blanco, amarillo, qué más da. Los padres de estos pequeños, no dicen nada. Ellos entre sí, sí que tienen su mismo color y tienen su propio grupo, siguen a lo suyo y miran para otro lado, no educan ni inculcan a los pequeños, el respeto y la cordialidad.  La tolerancia a todos aquellos que por alguna razón, se sienten o son diferentes.

El padre del niño, sentado solo en otro banco, pero cerca. Harto de ver como se niegan a dejarle jugar, se va cabizbajo, pero apretando los dientes con su hijo, echa una mirada hacia atrás, pero sigue su camino. Mira a su hijo y mostrándole una sonrisa, le seca los ojos con las manos y levantando la mirada, tragándose su propio orgullo, se marcha con el niño para casa. Los demás, aquellos que deberían ser sus “amigos”, no se molestan en despedirse y si lo hacen, qué más da, “son cosas de niños”. Lo que no saben o sí, es qué por mucho que digan que cambien las leyes, lo que no dicen es que no cambian los valores en la sociedad. Estos pasan de padres a hijos, de abuelos a nietos. Todo es pertenecer a algo, pertenecer a algún grupo, por pequeño que sea estar dentro de alguno. Todos absolutamente todos, tenemos el derecho a la vida y que esta sea digna.

La vida es como una ruleta rusa. Desde nuestro nacimiento, estamos predispuestos. No se sabe si es acertado o no, donde nacemos y donde nos criamos. Pero miramos la televisión, leemos el periódico y alguno piensa, alguno razona, que todo lo que pasa en nuestro entorno es solo la punta de un iceberg. Flotando se encuentra y solo enseña el pico, el trozo más helado se encuentra debajo, oculto en las frías aguas de la injusticia.

Camino despacio, camino dando un paseo, solo por culpa a la desolación humana, le doy una patada a una lata vacía de un refresco. Soy una persona adulta y observo, hago hincapié mentalmente en las injusticias y en todo aquello que según dicen algunos, nos deshonra como personas humanas. ¿Qué es justo y quién es portador de la verdad absoluta?, yo no lo soy, pero también tengo mis valores, eso sí que es cierto. Aquellos que no es que fueran inculcados ni gravados en mi mente como el ardiente acero de una espada. Hace frío y empiezo a estar cansado. Veo al final, en una de las esquinas, una taberna y entro, entro y digo “buenas tardes”, nadie contesta. En parte eso es normal y yo, yendo a mi aire me pido una copa de cerveza.

Tomo asiento en la barra, solo una copa de cerveza, solo una. Observo a mi alrededor todo aquello que me rodea, pero me quedo mirando fijamente la tele. Todo son desgracias ajenas, todo es frío y hambre. Yo me encojo, al mismo tiempo que me da un escalofrío.  Sí, lo estoy y si entro, solo son quince minutos, el tiempo de hacer un descanso, pero ya eso me cansa de ver y de oír. Salgo a la calle y encendiéndome un cigarrillo, camino calle abajo, hacia el final de la avenida. Son las nueve de la noche y las luces de las farolas están ya encendidas. No corro ni aligero el paso, ¿para qué?, no tengo nada mejor que hacer.

Como un alma en pena se marcha uno, con dos o tres cervezas de más, yo no soy nadie para juzgar a nadie, cada cuál es libre y se marcha, se dirige hacia su casa hablando en voz alta.
      
                 -   No digo que llueve, porque no lo hace, eso sí, ya refresca y es que el verano se acaba. Mi mujer me espera en casa ¿qué le digo ahora?, no tenemos hijos y tampoco los deseamos. Estamos bien así, como ahora. Aunque haya quien mire mal, una relación sin hijos, pues así es. Ya mismo es más, se nos pasará la edad de tenerlos y no por ello caemos en la rutina, soledad o depresión.

Anda, vaga con rumbo, hacia abajo, por la avenida. Hay muchas luces, muchas de ellas se encienden y se apagan de manera intermitente. Intentan con ello captar, hipnotizar, para apoderarse de tu dinero y de tu vida. Él, tentado, pasa de largo y casi sin mirar y se dirige  sin parada, hacia casa.
      
                             -    Largos caminos, hondos mares de desidia y de maldad, ensombrecen la penumbra luz del Sol en la niebla. Inciertos parajes de desolación, es lo que une aquello que debería ser ajusticiado.

¿Qué piedra hace más daño, la que es alzada con el puño al aire y tirada o aquella que es arrastrada con una cuerda a la espalda, debido a una esclavitud o a una cobardía? Todo depende, yo sigo mi camino, bueno o malo, ese es mi destino. Hago un rodeo, no voy en línea recta, no voy con una dirección marcada o una dirección prefijada. Observo, solo observo y medito. No rezo, no hago ninguna oración, porque no creo en ningún dios ni en ningún Ser divino.

Las piedras, las dejo rodar, como el que las ve moverse en un riachuelo. Peces de todos los tamaños y colores, nadan en el agua transparente de la bondad.  ¡Porqué!, ¿no lo hace igual el hombre y la mujer? No inculcan valores reales y no se limitan a enseñar la cadena de la vida, solo enseñan aquellos que ellos llaman de protección, trayendo consigo los racismos y la falta de empatía y respeto hacia a todos los grupos infinitos que existen y viven alrededor nuestro. Todo ello es igual que siempre, “respetarás y conocerás, pero la sociedad no está por ello.

No somos solo víctimas de cambios sociales y eso, eso me exaspera y me enoja. Todo son grupos, todo son guetos. Si te sales de la norma, eres diferente y en la mayoría de los casos, serás marginado. Pero no desfallezcas, seguro que perteneces a algún colectivo, todos, absolutamente todos, pertenecemos a uno. Luchar por vivir en un lugar, donde estás solo y aislado, es meritorio, pero no vivirás plenamente, ya que no gozarás del todo y de todo.

Todo es así, no hay más. Todo es relevante para aquellos que tienen inculcados unos valores arcaicos y que no deberían de ser y existir en el siglo actual.

Ando despacio, camino solo, como el que deambula entre la muchedumbre que va en destinos opuestos. Solo, ando solo, nadie me coge de la mano. ¡Qué más da! Si eres un chico o una chica, te tirarán piedras, te lanzarán insultos. ¿Quién sabe? Comenzar este relato es un reto, ¡qué más da!, si soy un hombre o una mujer. Lo que verdaderamente importa y lo que es importante, es que el amor y el respeto tienen que ser noble y sincero.

Te tirarán piedras, te harán el vacío, mientras ellas y ellos, murmuran a tus espaldas. Murmuran y dicen, alardean tanto de ser “mujer” o de ser “macho”. ¡Qué más da! Si soy un hombre o una mujer y cuál es mi edad, lo importante, lo que es la esencia es el amor y que este, sea noble y sincero.
Veo, porque tengo ojos, a personas de la tercera edad, caminar cogidos de la mano, haciéndose bromas, haciéndose sonrisas cómplices y nadie, absolutamente nadie se da por sorprendido.
No me tires piedras, por favor no lo hagas, que nadie, absolutamente nadie es portador de la verdad absoluta. ¡Eso sí!, Hay muchos, varias decenas, varios cientos y miles, que creen tener la razón de todo aquello que nos rodea. Ya sea por criterio propio o por religión, se creen que saben cuál es el camino a seguir por toda la humanidad y ello, ello sí que es una catástrofe.

Estamos abocados a vivir muchos dentro de una mentira, todo por no querer luchar y ser sinceros con nosotros mismos.

Ya de muy joven, me abrieron una ceja de una pedrada y ahora de mayor, por culpa de los palos recibidos uno abre los ojos, para desdicha mía veo lo que realmente es la vida.

¿Quién tiene mayor grado de estigma? Quién es, que colectivo tiene mayor grado de rechazo. Después dicen que todos somos iguales ante la Ley y ante aquello que se llama respeto a la convivencia como seres humanos. Respeto y cordialidad, ¡quién sabe por quién canta la canción! Una canción que es como la vida misma, circula por un disco de vinilo. Cuando llegue al final, se acabará todo, dando fin a la existencia de uno. No habrá vuelta de hoja o vuelta a una cara “B” del disco. Lo único que podemos conseguir, si damos mucho a la cabeza, es rallar el disco y que este salte una y otra vez ante el mismo problema o situación. Sería penoso, sería incluso en algún caso, hasta trágico. Quién sabe lo que nos depara el futuro. Solo espero que algún día exista el abrazo mundial al respeto y a la cordialidad.

Me paro en una esquina, enciendo uno de mis cigarrillos y me viene a la oreja, me viene al oído, la conversación de un padre con su hijo adolescente. Yo no soy chafardero ni me gusta ser intruso, así que me alejo. Pero el tono de voz empieza a subir y no yo solo no lo deja de oír.
    
                        --     Papa, por favor no me regañes. No me regañes por pensar diferente, por no encajar y correr dentro de la rueda de hánmster. Yo no soy como tú quisieras que fuera, ya sabes que no. Soy como la mayoría, eso es cierto. ¿Y qué es la mayoría? No sé, si la mayoría es blanca o negra, pero mi condición, mi identidad sexual va por otro lado. No, no, no va por mal sitio o lugar, simplemente que no encajo.

Respira hondo el padre y en voz más adecuada le dice…
    
 -                        --     Acabarás merodeando y deambulando por los barrios oscuros y los guetos de la ciudad. Te harás mayor y envejecerás como todo el mundo, pero te reinará la soledad, quien sabe si completa o compartida. ¿Quién sabe en realidad lo que puede ocurrir? Lo único cierto, es que hay que luchar, luchar y vivir. Por un segundo de vida, muere uno. Por instante de sentirse vivo, uno se arriesga y no se es cobarde. La cobardía no lleva a ningún lado y dicen también que el cementerio está lleno de valientes. La única diferencia es que unos son recordados y respetados. Los otros, nadan en la más pura indiferencia y nadie se acuerda de ellos.

Cogiéndole de las manos y mirándole fijamente a los ojos, se entrecruzan sus almas y corazones.
        
                --    Papa, por favor no me regañes. Las chicas no me enamoran, son los chicos los que son mi verdadera debilidad y atracción. Si quieres que reniega de mi condición, estoy renegando de mi identidad y por lo tanto, no me puedo sentir vivo.

Ya no somos títeres, ya no somos gobernados con hilos transparentes. Ahora pensamos y sabemos elegir nuestro propio camino, así qué quien sea puro y transparente, que me pegue una pedrada y me abra la ceja. Porque los ojos ya los tengo abiertos y es qué quien dice que existe alguien que mueve los hilos a su antojo, como si fuésemos títeres o marionetas viviendo en cajas de hormigón.
        
                    -- No me seas flojo, todo será que no has conocido a esa chica que está hecha para ti, date tiempo, no me hagas esto. Tengo muchos planes para ti y si eres como quieres ser, estarás renunciando a ser alguien, alguien de verdad, un hombre de provecho. ¿Qué le digo a tu madre, que le digo a la gente? ¡Ay! Lo que me va a caer encima, pero en fin, si es tu deseo, vete a la capital y fórjate un futuro. No quiero conocer a nadie de los tuyos, no quiero ni deseo entablar relación alguna, con aquellos que tú llamas “amigos”.

Lloro, a mi edad y lloro. No deseo nada más que tu aprobación y que me apoyes. ¿Y que recibo a cambio? Todo un descontento y un sermón. Lejos quedarán aquellos años en los que verdaderamente me respetabas y me respaldabas, todo ello quedará lejos.

Camina recto hacia a algún cierto lugar, solo un timbre, solo un tono…

–          Hola Juan, soy yo.

La puerta se abre, se abre como el corazón de quién lo recibe. Solo desea romper los muros de la intolerancia y de la falta de respeto. ¿Qué se les inculca, que salen con los mismos valores de los años 70’? ¿Qué será de él, por seguir un camino que le atrae y hace suyo? Le hace suyo y no sabe o sí, que la humanidad se rige en amar sí, pero amar procreando. Procreando y trabajando como hormigas. Todo es relativo, el amor, el bienestar y la identidad. Bueno esto último no, la identidad es lo que prevalece siempre. Puede uno estar sin dinero, abocado a la soledad completa, que su “yo personal”, siempre prevalecerá y por mucho que lo pisoteen, le hará fuerte.
Se queda un buen rato, incluso a cenar. Mira el móvil, ninguna llamada, ningún mensaje.

–          ¿Puedo quedarme a dormir? Le pregunta con la voz entrecortada.

–          Claro que sí, tienes una cama en esta habitación. Le pone la mano en el hombro, mientras le enseña donde dormir.

–          Ven, no te alejes, acércate y mírame. Sí, soy negro y qué más da, mi sangre es igual de roja que la tuya.

–          No te miro por ello, te miro por tu fortaleza y que a pesar de los trances vividos, te mantienes en pie.


No deberían de existir ni las razas ni las religiones. Si es verdad que existe otro mundo, otro lugar, debemos haber sido concebidos por la misma Luz. Esa sí, la que dicen que vamos cuando dejamos este atrás. Y me dicen que da igual el color de la piel, pero no solo existe ello, sino además, hay diferentes creencias y diferentes maneras de ser y actuar. ¿Quién no dice, que tú, el que me lees, no eres puro y transparente? Hoy en día, este es el mayor pecado mortal, te puedes morir en vida, por reflejarte tal y como eres, “desnudo a la vista de un espejo”. Ese espejo es el mundo y no dudes, no dudes que si pudieran te hundirían, no por ser malvado o mala influencia, te hundirían por el mero placer de verte vencido.

domingo, 3 de septiembre de 2017

                                                Aquella otra puerta de color azul.                                          

Madrid, 31 de diciembre de 1906, yo como un aficionado escritor me encuentro delante de un papel en blanco. A la espera del que al día siguiente empiece el año nuevo, un hecho que cambiará mi vida y la idea de esta.  Te voy a contar una historia, sí, te voy a narrar un relato discordante, de ahí depende que tú, como buen lector, te lo creas o divagas en una utopía. Ahí tú mismo, yo solo dejo resbalar mi mano…

No voy a comenzar por el final, pero tampoco voy a empezar por el principio. Lo importante, lo más  destacado de todo es prevalecer,  es mantener lo que verdaderamente importa. Vale la pena luchar, vale la pena esperar y saber pelear por lo que quiere uno. Eso te puede hacer merecedor de una torre o de un castillo, o simplemente de un sincero respeto. Todo depende de la actitud con la que te enfrentes a la situación, todo depende, con miedo o sin miedo, enfrentarte te puede hacer sentir libre. Libre y volar, volar tan alto que te sientas como un águila o un halcón. Esta, por muy adversa que sea, siempre te enseña que hay una pequeña luz al final del túnel, todo  es si quieres ir hacia ella o sentarte a lamentar tu mala suerte. Todos tenemos miedos, todos tenemos fobias, todos hemos sentido las piernas, pero no por ello las hemos doblegado. Si no, no seríamos humanos, pero quién es aquel que viene y como humo de un cigarrillo, entra por la nariz y después de abrazar toda tu alma y sale por tu boca.

Yo solo soy un simple narrador o hago de puente, quien sabe,  yo soy un simple escritor aficionado de todo lo más simple que existe en la Tierra. Me dicen, me comentan, que una vez  fui trovador, que otra vez fui escribiente y que por última vez, hace años, pero muchos años  fui guardián de armas, guardián del mismo hombre. Del mismo que viene y se va, de la misma forma que la muerte hace el amor con uno.

        Toc, toc, toc, ¿quién pica a la mismísima puerta del infierno, quién puede ser si no soy yo mismo con mis propias locuras? Debe estar loco o demasiado falto de cariño cuando busco algo que no se encuentra, solo se tropieza uno con ello. Será seguro algún osado que quiere alborotar mi tranquilidad y yo lo expulso, como el que escupe en el suelo de aquello que queda turbado.

No entiende, pero escucha y no se lamenta sin saber todavía el qué y el porqué. Pero como diablo le advierte…

        ¿Quién te crees que eres? Tan fuerte en tu silla y tan cobarde a la hora de andar por caminos tortuosos. Abre la puerta si eres capaz, abre la puerta, esa, la de color azul, si es que tienes la llave de todos los corazones de la humanidad. No golpees en una puerta que te es completamente desconocida.  Sabes que tú solo no puedes con ello, es demasiado peso para tu propio Ser. La llave no es de oro, pero pesa lo suyo porque es el peso de la conciencia de aquellos, de demasiados hombres y mujeres, y ahora te das cuenta que el óxido se apodera de aquellos que se creen listos y libres.

Son las siete de la tarde y empieza a anochecer. ¿Dónde estáis? Yo no dejo de escribir y a la luz de un candil sigo con mi fin. Si la oscuridad te envuelve y eres como el humo negro de todo aquello que se congela y queda en un “no muerto”, pero carente de ser capaz de amar y de sentir, es que eres el mismísimo diablo. Dejarme que os salude y haga de testigo de todo aquello que es referente.

        Dame una oportunidad de demostrarte mi valía, dame la opción de ser un Ser rebelde, déjame congelar mi corazón en medio del Cosmos. No hay nada que me ate a ningún jefe o amo, solo necesito sentir lo que es el respeto y el deseo de ser poseído en carne. El Cosmos… Ese sí, el que es igual de grande que el infinito. Ahí no lloverá ninguna ceniza, solo el polvo de estrellas fugaces surcarán el cielo oscuro de la noche.

Navegando a toda vela, volando por encima del mar, voy surcando los cielos de la bondad y el libre albedrío. ¿Quién me puede negar el saber? Que levante la mano quien sea capaz o cerrad el puño de la impotencia humana. No se formará ninguna nube oscura, ni se ennegrecerá mi ilusión y mi esperanza de veros libres. Sois todo lo que yo conozco y con ello no significa que me vea solo y sin compañía. No hay mayor saber que aquel que se sabe o se ignora.

        Te veo al final, en el horizonte, sí tú, el que me lees, eres mi meta. Háblame, susúrrame al oído, cántame una canción que me sumerja en el mar de la desidia y de la discordia, esa sí, la que tú y yo solo sabemos. Esa que hace que la mano escriba y no se canse, porque te quiero, te quiero, te amo y solo tú y yo somos capaces de volar cogidos de las manos. Háblame y pinta mi corazón de color azul, azul intenso como lo es nuestro amor y la oscuridad.

Yo hoy salto de alegría y desazón por todo lo que nos colma, que es lleno de alegría por saber y no ignorar. Me gustaría un día, escribir mis memorias y ser recordado, no por lo  que  fui en antaño, en otras vidas, sino por el presente y ese es estar a tu lado. A tu lado y no olvidar lo que deseo y lo que amo, al dejar mi mano deslizar y que no me duela esta de escribir de manera rápida y sencilla.

Suena a lo lejos una flauta, suena una canción desconocida para la humanidad, como si fuese un pistoletazo de salida y hago como un roedor y me dejo hipnotizar y me dejo llevar. Suena suave, pero su ritmo y letra me colma y me llena de gozo. No soy un roedor, eso es cierto, más bien soy un reptil que se arrastra por el suelo de manera sigilosa. No te confundas, no soy una sombra ni venero como un lobo la Luna a tus caprichos. Solo quiero estar a tu lado siempre y cuando yo, el escribiente os deje.

        No soy padre ni tutor, ¿porqué, negar tal acercamiento? Dejemos llevar nuestros propios arcos de luces,  no por el sonido de una flauta sino por el trovador que fuiste en otra vida y dejarme que os cante y os narre un hecho, una situación y un principio sin final. ¿Quién sabe si es real o es ficticio? Yo solo sé que esto te lo contó un anciano a la luz de un fuego de medianoche y este, el que lo hizo le fallaba ya la vista y por ello creo yo que se cruzó solo en mi camino.

Cuál fue el emperador de tales tierras, cuál sería el rey de tales torres y tales almenas.  Que como abejas en un panal, trabajaban para poder saciar la sed y el apetito de tales comensales. ¡Trabajad!, dicen. Zumban sus alas y de esa manera se comunican, volándome a mí, mis oídos y con ello escribo y traslado sus deseos…

        Dame un beso y te mandaré directamente al infierno, ese sitio, ese lugar donde tienes prometido tu hueco, tu pequeño espacio en un infinito Universo. Dime, atrévete y te envolveré en papel, para fumarte después.

¿Qué será de ti, qué será de mí? Yo te deseo al igual que tú a mí, atrévete y no mires alrededor tuyo, solo soy, solo te pertenezco a ti y a nadie más. Tú eres mi dueño, tú eres mi amo.

        Dame un beso y déjame fluir por tus venas, soy tu perro, soy tu fiel amante, yo nunca te olvidaré, porque nunca te dejaré. Te amaré en la distancia y te desearé en lo cercano. Como es posible que no te des cuenta de que todo es deseo carnal. No hay dinero, no hay nada que pague el alto precio de que lo que te estoy hablando. Dame ese beso y déjate de rezos y de oraciones. Da igual, deja de leerme y déjame que te quiera y te desee.

No soy un simple hombre y tú no eres un simple Ser, simplemente eres quien eres. ¿Cuánto mides, que pie calzas? Dímelo y te diré cuánto te mide la parte baja de tu cuerpo. Que eres tú, dímelo ya y no me hagas esperar, como el que espera una llamada telefónica del extranjero.

        ¡Bombea, late, corre mi corazón! Esa es mi vida sin ti. No quiero ser de nadie más. No duermo, no como, no vivo. Solo tuyo, solo deseo fundirme en una sola luz, en una sola alma y que esta no sea posible deshacerla en el más intenso fuego ni quebrada en el más helado oscuro anochecer. Qué será, vivo solo, muero solo y renazco a tu lado. Que alegría, que gozo mayor puede haber, que traspasar la puerta cogidos de la mano. ¡Dímelo! Quiéreme, quiéreme, como si fuese el último suspiro o la última calada de aquello que no se perpetúa en el hacer diario.

Quienes serán aquellos que me hacen partícipe de su verdadera historia, quienes son aquellos que me hacen escribir sin fin. Algunos dirán, algunos comentarán, pero muy pocos sabrán realmente lo que es ser como se es. No todos son capaces de canalizar, no todos son capaces de sentir el amor y el deseo de ellos dos. Como si fuese una historia que no fuera real se escribe, pero no se relata. No se puede, no, no se puede.

Desde las estepas rusas, hasta lo más recóndito de la India. Desde el más lejano insólito lugar del planeta hasta Marte, sigo buscando y sigo haciéndole escribir al sonido de una flauta. ¿Que será al final, macho o hembra, o las dos cosas juntas? Como una música en armonía será el sexo que nos une. Porque no se puede vivir sin el deseo y el amor, por eso estás dentro de mí. Cielo oscuro de la noche, duerme conmigo, cielo oscuro de la noche, vela por que mañana no sea el pasado ni el presente. Si no será el futuro que nos alberga juntos, juntos y mezclados, no unidos, para así nacer de nuevo en el Cosmos.

–          Suénate la nariz, límpiate tu respirar y deja de suspirar, que cuando sea será. No corras, no desfallezcas y verás cómo llegaré a ser tuyo y tú mío. Que es cierto y que es mentira. Que es real e irreal, nada es blanco y negro solo. Todo no es bueno o es malo, simplemente es diferente.

Me quedo atónito, me quedo perplejo y sorprendido, de la rapidez como va mi mano. No es nada verdad o todo es sincero, quien sabe. Solo sé que estoy aquí, haciendo que dos  Seres se unan o mejor dicho se mezclen en uno solo, como si fuese agua y aceite yo sigo moviendo la cucharilla. Un torbellino, una rueca que no deja de girar haciendo hilo, es lo que soy yo. Uno o desuno, mezclo en mi intento de ser bueno o malo, no lo sé, simplemente diferente. Algunos dirán, que se hizo la luz, algunos dirán que fue un milagro. Yo digo que fue un eclipse encendido, solo el arco que se formó, fue capaz de mezclar a los dos. ¿Quién engulló a quién, quién posee a quién?  Solo dos luces que como en un agujero negro se entregaron formando una sola estrella. Esa es aquella, aquella que alumbra en lo más alto del cielo y que a veces se confunde con el planeta Venus. Es muy, pero muy brillante y hoy en día, pasado ya 1906, se ve pero no se conocía la historia. La leyenda de aquel que vino y volvió, que volvió y regresó hasta que se vio completamente desnudo y tan transparente, que se convirtió en un Ser puro, puro pero no inocente y sí lleno de orgullo.