martes, 27 de septiembre de 2016

                                         A saber…

¿Cuál es la realidad no ficticia del no saber, cuál es el destino que nos pertenece?, si no lo elegimos nosotros. ¿Cómo llegar a saber si no tenemos más inteligencia, el destino que nos aguarda? No sabemos nada, solo sabemos levantarnos cada mañana, primero con un pie y después con el otro.
Cantan una canción en un coro, suenan las trompetas y los violines. No por nadie en especial, solo por ti, sí por ti que sé que me lees. ¿Serás tú el próximo en saber la verdadera verdad  o quizás será el que escribe o relata?  Ahora solo saber seguir un camino, ahora solo escucha el pasar a la gente por al lado de la ventana. Esta está abierta en par en par, se mezcla el aire frío con el aire caliente. Uno, que es él, tiene calor o más bien bochorno de la humedad que se cuela entre las carnes.

Solo  desea saber, solo quiere conocer, no aprender, solo conocer. Pero es como todos un ser limitado a los sentidos que tiene su cuerpo y no puede llegar a conocer lo que realmente desea. Para ello se tendrá que esperar, esperar a vivir primero, para saber apreciar de verdad lo que deja de tener sentido. Abraza a su alma y respira, no la deja marchar ni siquiera de noche, que es cuando hay más libertad y más privacidad.

Muchos se ríen, muchos ven como seres inferiores a los pájaros. Sí, esos que vuelan y no paran de cantar. Ellos sí que son libres, ellos sí que dicen y se expresan en libertad. Solo tienen que temer al frío o a la jaula. Uno lo puede llevar a la muerte y la otra al sometimiento y al encarcelamiento.  ¿Qué es peor, la muerte física o la muerte espiritual? Sí digo bien, quien dice que no tienen espíritu. Quién puede decir si no nos trasladamos de ser en ser, hasta convertirnos en hombres. ¿O es al revés? A saber. Cuando cantan, sé que ha llegado la primavera y con ello el nacimiento de lo libre. Uno puede nacer en cualquier estación del año, pero ¡ay! Si nace en primavera, eso significa que va a ser una persona libre y maldigo mis palabras y mis frases, porque un servidor no fue en primavera. Pero eso es otro cantar.

Cuando florecen los rosales, cuando anuncian los almendros de su llegada. Todo deja de ser triste y melancólico, todo tiene ya un color que no se puede pintar porque la pintura no huele a campo. Un campo que es completamente verde y que por esta parte huele a hierba fresca. Bienvenido el que haya nacido en esta época del año, porque florecerá con su tiempo y será de tallo largo y lleno de esplendor.

Cuatro partes  son las que tiene la vida, cuatro partes como cuatro son las estaciones del año. 

Primavera, verano, otoño, invierno. Infancia, juventud, madurez y vejez. Son siempre cuatro, cuatro como todo tiene en su vida. Solo que el Sol sale cada mañana y la Luna lo releva por la noche.
Llora, llora  el cielo  de  forma tímida formando un arco iris de luces y colores.  El Sol se trasluce y el bebé llora, pero no de pena. Sino de espanto, al saber que se tiene que enfrentar a la vida. Su madre, la naturaleza no lo deja solo y estará con él, de noche y de día. No le perderá de vista y le enseñará a ponerse en pie y a andar. A andar un camino que parece largo, pero que a medida que va creciendo se le hará más corto. Bonita es la primavera, los días cada vez son más recelosos en marcharse y el campo se hace de tocar y ver, se agradece el tumbarse en mitad de él. Se respira el aire, la brisa que corre al atardecer y viendo cómo se esconde el Sol saludando a la Luna, convirtiéndose en cómplice de algo que parece que no tiene final. Como en una película sale y se esconde y vuelve a salir. Demostrando que uno va creciendo y ya no es de juegos infantiles y van pasando los meses, viendo y abriéndole las puertas a un verano, un verano que le adentrará en su juventud.

Ramos de claveles rotos, anuncian el fin de la primavera. Aunque le dan la bienvenida al verano, época de romances anónimos y fiesta de juventud. Dime que bañador me tengo que poner, para hacer la comunión con el mar. Qué más da, el año en verdad empieza en primavera, con el nacimiento y el brote de las flores. Ahora que llega a su juventud, hay que dejarle a su libre albedrío, para que baile y disfrute, con la compañía inestimable del Sol y de la Luna. Dime tu triste nombre y te volveré la reina de la felicidad. Dime cómo te llamas y sabré a donde dirigir mis cartas., dice en medio de una borrachera de deseo. El Sol calienta por el día y por la noche la humedad de la orilla del mar, nos lleva a tumbarnos en la fina arena de la playa. Juntemos las manos y miremos las estrellas,  hagamos un juramento. Uno de esos que  no se lleve la noche, agarremos las riendas de nuestra edad y consigamos demostrar la valía de todo los que nos une.

No te vayas no me dejes solo, no me dejes a merced de las olas del mar. Que yo me adentro en medio de la noche y sin ti me ahogo de pena…

Nada y nada, pero cuando se queda sin fuerzas. Como si fuese su ángel, su madre,  la naturaleza le devuelve a la orilla, no es su momento, es demasiado joven para morir.  Como se puede acabar con en el celo,  por bella que sea la noche. Son cosas que ocurren, son cosas que pasan y que según el corazón con el que se nace, se puede acabar mutilando el alma.

Tormenta de granizo es la que cae a finales de verano, anunciando la llegada del otoño. Fecha en la que las hojas caen y la madurez nace en el Ser Humano. Atrás quedan los calores y los baños en las playas y en los ríos. Los trasnoches y el divertimento propios de una juventud vivida en un verano. Llega entonces las noches frescas que invitan a estar más tiempo en casa y reflexionar lo que ha acontecido hasta entonces el largo caminar. ¿Qué sandalias aguardan sin romperse a que las nubes negras como tizones, se unan entre sí? Ya sabemos que las estaciones del año son así y que ahora toca resguardarse un poco y dejar en el recuerdo aquella canción, que nos llevó al amor. Al enamoramiento propio de un joven en su plenitud.

Cómo una canción de un disco de vinilo, va circulando. Ahora por el otoño, tiempo en el que el tiempo se hace más impaciente y el día se marcha antes, demostrando que necesita ya debido a su edad, más descanso. Solo siente el frío oscuro de la noche, como el viento se cuela por el marco de la ventana y escucha los chasquidos de la leña al quemarse en el fuego a tierra de la casa. Una casa que le resguarda de otra más grande, que es la madre Tierra. Esta parece de juguete y parece que le queda mucho que reflexionar, después de lo vivido. La lluvia se hace cada vez más dueña de los alrededores y siente como cae en el tejado. Llueve bastante y  el viento hace que las ramas cobren más vida y protagonismo. Como si fuesen brazos de Ser Humano, avisan que está en la mitad de su vida y que se encuentra en la madurez y que no caiga en la nostalgia y la melancolía. Que se encuentra en lo mejor de la vida, esa que ha sido benévola con él y le ha hecho vivir intensamente. La aguja del disco, se va acercando al surco del invierno y no puede retroceder. Si levantase la aguja, sería un suicidio y eso, eso no puede ser. No puede tropezar tampoco o el disco se rallaría adelantando su final o quedando bloqueado en un tiempo, aunque se seguiría consumiendo ya que nadie quita de la corriente al tocadiscos. Todo el mundo es libre, pero a todos nos toca bailar una canción. Todas son parecidas, pero todas son diferentes. Él escucha de su mente la suya propia y camina ahora un poco más abrigado.

Nada más importa que uno mismo, todos queremos lanzarnos del barco cuando vemos que estamos a punto de hundirnos. Pero él no y se va acercando al final del camino, el invierno avisa con los primeros fríos de la madrugada. Parece que uno se congele y los árboles ya no tienen hojas. Estas se cayeron en otoño y ahora permanecen desnudos, a merced de las heladas nocturnas.

Se acuerda del verano y de su juventud, hubiera apostado en que alcanzaba las estrellas. Pero todo fue y será un espejismo. No cae la nieve pausada, solo mira por la ventana y el Sol le engaña diciéndole que calienta el aire. Los vahos que salen por la boca, delatan un frío que solo es comparado con la muerte. Se estremece y se acerca al fuego a calentarse. Se ve las manos, unas manos que son como los campos sin flores, llenos de arrugas. Pero todavía suerte, que camina por su propio pie y no tiene necesidad de apoyo. Fuerza es lo que tiene y espera con ansia y curiosidad a que acabe el ciclo. El invierno es largo, es como la agonía de aquel que sabe que se le acerca la hora. Una hora que no llega, pero el Sol sale cada mañana demostrando que hay que tener paciencia. Se sienta en el sillón, se sienta y se adormece hasta quedar profundamente sumido en un sueño.

En él ve, todo su recorrido. Desde que empezó a vivir con su primer llanto, hasta ahora que se empieza a morir con la primera lágrima. ¿Qué será ahora que llega poco a poco de nuevo la estación de la floración? Calma, solo siente calma y cuando se quiere dar cuenta, con un suspiro fallece y con un suspiro renace en otro cuerpo. Mientras, la primavera saluda de nuevo con alegría y vuelven los almendros a tener flor.



viernes, 23 de septiembre de 2016

                                                  Destinos.                                      

Morena de larga melena es ella, pero nadie, ninguna la puede igualar, es bella. Morena de larga melena, no es de salir mucho y se queda sola mirando por la ventana, mientras el aire le da en el rostro.  Se hace de notar, se hace de mirar, ella se lo creé. Pasan las horas, pasan los días. No saben su nombre, pero se dicen a ellos mismos “que la quieren para ellos”. Son dos muchachos que de escapada en escapada, intentan robarles el beso a más de una. Pero no saben y ni se quieren acordar, a cuantas les dañaron el corazón. A cuantas les hicieron impacto en su plena juventud. Son dos, son inseparables en su juventud. La fiesta circula y la gomina aplaca los pelos y polvorea su sed de atraer a todas las chicas. Para que estas, no tarden con una simple llamada de voz o de teléfono, en caer en sus brazos. Una juventud que no es tardía, una juventud bien disfrutada y que todavía le queda mecha, son jóvenes. Jóvenes y deseosos de vivir, de vivir en todos los sentidos. Salen por las noches, salen por las tardes. Las visitas a la morena son diarias y suele ser una costumbre y ella, de un poco de más edad ya los espera. Quieren preguntarle su nombre, para hacer garabatos con la mente perdida en los jardines del deseo carnal. No saben todavía, pero quieren aprender rápido, saben y sienten que son mayores de edad, aunque rocen el ser imberbes.

“Ahora, ahora, hazle una foto” le dice uno al otro. Ella muerde una manzana y se le ven todos los dientes, estos son blancos y bien situados. Ella al verles, les lanza una sonrisa y parte de la manzana. Son dos para compartir, son dos para pelearse por alguna que otra muchacha. Todavía no son diestros en el arte del amor y eso les tiene presos. Quieren salir de la jaula, quieren romper el cascarón, ya que todavía se ven como polluelos dentro de un huevo.  Piensan, como les han inculcado el ir detrás de las faldas. Que algún que otro disgusto les ha costado ya, pero no piensan en renunciar. No se quieren pelear y ni uno ni otro recoge el trozo, se miran a los ojos. En un tris tras se ven con las manos juntas apretando la manzana. Un cruce de miradas que les lleva a verse el alma. Un par de almas enseñadas y moldeadas, para hacer de romances mujeriegos. Pero no es así y se acarician los dedos. ¿Oye, que haces? Solo han sido un par de segundos, un simple roce de manos, que les abre un mundo. Hasta ahora cerrado y que no contemplaban ni en lo más lejano. Murmullos, no se escuchan murmullos. Es ya de atardecer y la noche se acerca pero en un pálpito el corazón, les dice que esta noche no va a ser una noche cualquiera. Que hay algo que hacer despertar, un despertar este sí tardío y que les vuelve recelosos en su entorno. Salen a la calle, salen y escogen seguir andando por los alrededores.

“No creo que pueda dormir esta madrugada, me siento perturbado”  Se cogen de las manos, mirando a cada lado. Son solo dos personas jóvenes, que ya no son ni amigos ni hermanos. Han traspasado la línea, pero se atreven a todo debido a la edad temprana de su renacer. “Tú dices,  ¿y qué será de mí, ahora que ya sé lo que siento verdaderamente por ti? “Ya no será la misma complicidad, ya que habrán los arrumacos propios y los besos escondidos en el amanecer. Esos besos que no conocíamos sus versos y que ahora me muero de amor.”

“No, me niego a mí mismo a aceptarme y me niego a aceptarte. Olvida mi nombre, olvida de que existo” Marchó para casa con las manos temblorosas, su amigo sollozó. Unas lágrimas que no fueron capaces de caer por ninguna chica y que pensaba que era porque todavía no había encontrado la suya y la verdadera verdad, la tenía a menos de un metro de distancia. Que ahora será más lejos, distanciados y sin una llamada, pasarán los días. Cada uno en su casa, son ahora ellos dos los que se acercan a la ventana. Un futuro por construir, un futuro de lo más corriente está a punto de cambiar. Ya no será lo mismo, ya no será igual. Es amor, es verdadero amor. Pero ninguno hace por coger el teléfono, aunque lo miran con ansia y anhelo.

Vientos de cambio, se respiran en el ambiente. Vientos húmedos, que sumidos en la tristeza les une a los dos. No saben que fue, si un roce o un beso equivocado, lo que les despertó. Ahora ya saben que hay detrás de una sólida amistad, ahora saben y no es tarde, que están ahora enamorados de verdad. Que ninguna chica ha conseguido separarles ni ha conseguido romper y hundirles en la envidia o en la venganza. Que bastó una sola semana separados, unos pocos días para descubrir lo que realmente les unía y no era solo esta vida para ser amigos. Unos días de Sol, otros de deambular por el piso en horas de sueño. Unas cuantas lunas han alumbrado las oscuras calles, hasta que han visto que puede más el corazón que la mente. Los dos entrelazan telefónicamente unas palabras y sin pensárselo mucho, se visten con lo primero que encuentran y agarrando las llaves, de un salto están paseando por la acera. Andan los dos con las manos en los bolsillos, porque ya saben que pasará si las juntan. Se miran y quitándose complejos se alejan de la urbanización.

Dos inocentes corazones caminan por el arcén de la autopista, dos muchachos veinteañeros que todavía no han llegado a la verdadera edad adulta. Que sabrán ellos de la ignorancia si son completamente ignorantes sobre ella. Dos, solo dos caminan felices, han alcanzado la mayoría de edad, pero todavía les falta. Ya desean lo que desean y son totalmente ajenos a la realidad. A una realidad injusta e intolerante, que les lleva a mantener en secreto su relación. No hay chica por medio, solo ellos dos, que ahora se cogen de la mano. Que será de ellos, solo son precavidos a la hora de cruzarse con algún coche. Entonces se sueltan y disimulan. Saben dentro de su poco saber que lo que hacen, no está bien visto. Como dos espadas al viento se cruzan y con una gota de sangre, amor se juran. Qué sabrán ellos si todavía no alcanzan a ver detrás del horizonte. No se ven dentro de un tiempo, no se ven en un lugar de trabajo. ¿Qué será de ellos? Lo que ahora es de color de rosa, se puede volver negro. Negro como el corazón de algunos, que no saben y no toleran ciertos actos o ciertos sentimientos.

Ellos dos son jóvenes y lo mandan todo a tomar viento. Son algo más que amigos y eso les tiene que hacer aprender más, aprender más rápido. Ya que se salen de la cadena, se salen de aquello que es inculcado desde pequeños. Chico-chica y chica-chico, como salidos de una película de los años 70’, no saben todavía que algunos son ignorantes, que caminan en sus jaulas dentro de un redil.

¿Qué pastor les guía, que no consiente tal unión?

Víctimas de la oscuridad se pierden por el camino, no saben a dónde van y solo los faros de los coches en dirección contraria les deslumbran. Llenando de luz todo aquello que quieren mantener en la más absoluta intimidad. Se miran, se ríen y se abrazan. Se dicen que ahora sí que no los separa nadie. Nadie podrá desunir aquello que parece que estaba predestinado y piensan y hacen planes.

Pero los destinos a veces son como las cartas y estas a veces están marcadas, marcadas con un triste final. Por una tontería  absurda discuten. Por una tontería absurda, le da un empujón echándole adentro de la vía. Un coche que viene lo levanta por encima y por mucho que lo intentan. Solo sabe cogerlo por la cabeza abierta del golpe y de rodillas, con la voz entrecortada solo dice que “no”, que no puede ser. Todo es sangre por el suelo, el conductor del coche, se queda parado. No sabe si llamar a los de tráfico o a una ambulancia. Pero qué más da, ya es tarde para él, ya es tarde para los dos. Uno muerto en la vía y el otro en vida, como una momia andante, caminará por mucho tiempo. Sin poder evitar saber, que quien fue quien le abrió las puertas del amor.

Llora, llora como no lo ha hecho por ninguna mujer. No hay consuelo, se siente desconsolado y perdido. ¿Qué será de él, ahora que su amigo se ha marchado? No vio como se le acercaba un coche a gran velocidad y se echa la culpa por haberle empujado en mitad de la discusión. Una discusión y un empujón, que les une a perpetuidad. Siempre y cuando lo recuerde, lo llevará en el corazón.
El tiempo no es tiempo, este se puede parar, dejando que solo el cuerpo se marchite o se oxide. ¿Puede él parar el tiempo? Quien sabe, a saber. Lo que es cierto, es que no lo puede hacer retroceder. No puede volver a sentir el fuerte abrazo de su amigo, lo echará de menos. Ningún cálido beso inocente ni ninguna fusión con alguna chica, lo podrá igualar ni superar. Tanto mirar a aquella dulce morena, para que ahora ella les sea sin sentimientos algunos, sin saber lo que es realmente amar.
Se peina la larga melena morena y les ignora,  él en cambio parece que se le cae a mechones. Siempre, para siempre quedará en el recuerdo. Tiempos que no eran tiempos, eran espacios secretos que ellos dos solo sabían y que a ellos dos solo les pertenecía.

Después de todo el papeleo, le dejan marchar para casa. Solo sabrá poner su música, solo colgará y mirará los buenos ratos en una foto plasmada en papel. Que será de él, son dos anónimos personajes de una vida anónima. Solo los dos hubieran sabido una verdad, que ahora le da igual que se sepa ya. Tardará tiempo en cerrarse y el calmarse el dolor. Tiempo que no es tiempo, vida fuera de la muerte. ¿Existirá? Por si acaso no lo olvidará y lo recordará siempre joven, joven y divertido, como las tardes y noches que dieron al amanecer.

¡Hey, amigo mío! Acompáñame esta noche que no soy capaz de salir. ¡Hey, amigo mío! Es mi primera noche sin ti y deseo que me abraces fuerte, quiero sentir lo que te quiero, porque sin ti me quiebro en mil cristales, esparcidos por el suelo. Buscando en ellos tu reflejo, me encuentro. ¡Hey, amigo mío! Me acuerdo de aquellos ratos, de nuestro primer y único despertar, el mismo el que el destino nos arrebató. No conoceré a nadie como tú, no seré capaz de asumir nunca tu vacío.


miércoles, 14 de septiembre de 2016

                                               Tumbas ardientes

Ellos siempre presentes, nunca se descomponen. Polvo no es al polvo, son aquellas que son elegidas y no vuelven a germinar, como un girasol en el barro. Ellos siempre presentes, nunca se les oye, ¿qué será ello? Quién sabe, a saber. La Luna no hace eclipse, pero se mantiene dentro del misterio, misterio en aquello que son tumbas ardientes.

Estrellas iluminadas en el firmamento oscuro, que es el Universo. ¡Ese sí! Al que pertenecemos y no podemos mirar durante el día. Dicen algunos que todos ahí, tenemos nuestra nueva casa, nuestro nuevo mundo. Ese que no lo mueve la codicia y el dinero no existe ni tiene valor. Solo nuestra fuerza y energía es la que nos mueve y al no tener cuerpo, no tenemos sed y no tenemos hambre. Todos somos iguales,  el color de la piel no importa ya que carecemos de él. Danzas iluminadas son protagonistas de la noche, como pelotas de tenis se lanzan a la aventura. Unas amarillas, otras azules, otras verdes, pero en definitiva todas luces. Que serán, no necesitan ni dinero ni alojamiento, pero tienen de esto último. Solo traspasan el muro de mármol o el barro y la lápida que las tapa y las encajona. Danzas flotando en el anochecer, nadie sabe de sus existencias. Solo saben que algunas no son de jugar, porque no se sienten en total libertad. Estas que juegan y las otras que no, no han atravesado todavía la cortina transparente que nos separa de un mundo lleno de misterio y que hoy en día, parece de ciencia ficción.

Campanas de bronce que dan las doce, las doce de la noche. Campanas de una lejana    iglesia de no se sabe de qué siglo, hace resonar su sonido. Retumba como si vinieran de ultratumba ¿Quién es el valiente que se pasea por los alrededores, quién será el osado que recorra aquellos lugares que no son de tránsito? Quién se muere desaparece, desaparece dejando huella, dejando un hueco difícil de tapar u olvidar. ¿Quién será? Un padre, un abuelo o simplemente un hombre. Todos merecen un poco de respeto, la muerte es escenario de reconciliación con los que están o con los que nos esperan. Qué será de aquellos que no tengan luz propia y caminen a ciegas. ¿Qué será de ellos?
Quién es aquel que hace turno de noche, como vigilante de la oscuridad. Será real o irreal todo aquello que no se mueve es inerte, sin vida. Todo es vivo mientras se mueve, en nuestro caso es el corazón quién nos guía. ¡Ay! Aquel que le guie la mente y esta, esté envuelta por la envidia y la codicia, andará ciego por el camino de la vida.

Hay un dicho que dice, hay un disco que hace sonar. “Solo me muevo y solo me muero. Todos aquellos que vivían cerca de mí, cantan una canción. Una canción de alegría por no poder decir y no poder callar, quién sabe de mí” Tanto dinero, para que ahora solo el Sol haga testigo de mi entierro, porque aquellos que me querían, era solo por interés y ahora danzan libres, con mi único pecado de haber sido en vida engañado. Cuantos cometen el mismo error, cuántos son los que piden una segunda oportunidad. Para hermanarse en carne y no después, como ocurre muchas veces. Escucho una canción que hace que se doble mi energía, que hace que vibre a un diferente tono. Es uno más alto, es uno más claro. Ese que ni las campanas más grandes, pueden replicar. Escucha y vibra tu alma, hasta que amanezca y salga de nuevo el Sol. No busques entre la tristeza y la melancolía, todo lo que pudo y no llegó a ser. Vive y revive, que las oportunidades existen y por lo tanto lo nuevo vuelve a ser lo que nunca te has podido llegar a convertir.

¿Quieres dormir o quieres vivir? A veces y solo a veces, es mejor estar dormido. Dormido en un letargo, como si de un oso pardo en invierno se tratase. No salir de la cueva, no salir de la habitación. ¡Qué más da! Solo dormir y volar con algo más que un simple sueño.

Dos gotas de agua caen por la mañana, dos gotas de rocío caen como dos lágrimas y se resbalan y se cuelan por la ventana de la caseta del vigilante. Dormido controla la gente que viene a traer flores a aquellos que son de llorar, en los recuerdos de un ayer que ya es un pasado.  Pero sus seres queridos, hombres y mujeres se aferran a no hacerles caer en el olvido. Como en panteones de cristal, viven ya algunos. Les falta el roce y el cariño de su ser querido, quien no es capaz de quedarse por lo que resta de vida dormido. Dormido y sumido en sueños, en sueños que te acerquen a esa persona que con tanta unión y pasión te hizo llegar a lo vivido. Dos romanceros de la antigua estampa es lo que hay, dos amantes de un tiempo tortuoso que no volverá en parte a repetirse. Ya que nadie puede ni debe olvidar lo que ya pertenece a la historia y tampoco a estos dos que lo vivieron con amor.

Un pequeño muro de mármol separa a la ya anciana mujer del que fue su gran personaje y hombre. Porque un hombre, es aquel que se le llama por su nombre. Los pájaros cantan felices, lejos y ajenos a los recuerdos de ella. Solo enciende una vela y se queda un rato y reza, reza por aquel que ahora está callado y que en su día con él había bailado. Con él echó raíces, raíces de un árbol que no dio fruto y ahora está condenado a secarse poco a poco. Pero ella aviva la llama con un ligero soplo, no la apaga y se queda un rato. No es de religiones, pero sí de fe, de fe en la esperanza de verle algún día. No tiene prisa, pero es impaciente. La llama de la vela se apaga y solo las farolas del lugar, iluminan el solar. Un solar lleno, lleno de aquellos que alguna vez, caminaron por su propio pie.

Es como un pequeño pueblo, un pequeño pueblo donde todos callan y todos descansan. Tumbados dentro de los cajones, perecen sus cuerpos. Pero no sus almas, que por la noche forman un baile, un baile de luces. Para festejar su nuevo estado, como si fuesen mariposas, hacen aletear sus alas invisibles. Quién me niega lo que es verdad, quien es capaz de contradecir un hecho probado y ese es el que uno no está aquí por casualidad. Muchos son solo para procrear, otros son para descubrir y otros, como quizás yo, para escribir.

No veo el despertar, no veo el adormecer de un espíritu sincero. No muy noble ni caballero, pero que es lo que veo, si ya no es a través de mis ojos. No queda nada o queda todo de aquello que fui y en lo que me convertí. Seguramente lo que fui es referente a mi aspecto humano y lo otro, ¡ay! Lo otro es lo que he convertido y forjado mi alma, que no es para dar la alarma. Pero en qué color tan vivo y tan incandescente, me he convertido. Caminando, caminando. Hasta que los dedos de los pies sobresalían de los zapatos. He caminado por lugares que no son fiables, pero de otros sí. No llores tanto anciana, te lo digo a ti, porque lo tenía de vecino y ya se marchó. Atravesó la cortina transparente y está en el otro mundo, esperándote, pero sin prisas. Me dice, me dejó escrito en la memoria. Que en algún lugar de algún espacio, te esperará. Para juntos caminar o volar, hasta lo más infinito de vuestro amor. Con que no llores, que no has tenido una perdida. Simplemente ha cambiado de estado y ahora no lo puedes abrazar, pero después podrás fundirte en una sola luz.


Guarda bien las fotos y no las mires más, porque aunque siga vivo vuestro amor. No mantiene la misma imagen, no busques un amor platónico. Porque lo vuestro es un deseo cómplice de todo aquello que es espiritual. El abrazo será cálido, porque él ha sido quien ha sido y no ha sido frío y lleno de maldad. Porque para ello hay que serlo de nacimiento, hay que llevarlo dentro. Él solo lleva dentro una rosa sin espinas y tú eres la única dueña, con que vete tranquila y en paz. Que aquel que te espera, será paciente y no caerá en el engaño o en la mentira, porque lo vuestro ha sido y será amor, amor de verdad.

sábado, 10 de septiembre de 2016

                                                El coche de Javi.

Conduce despacio, no tiene prisa, es domingo y ni tiene tampoco a donde ir. Solo escucha la música estridente, por los altavoces integrados en el salpicadero y conduce. Va lento, como si se hubiese sacado el carné  hace  dos días. Conduce, pero no aprieta las manos en el volante y conduce sin los nervios de a lo primero.

Todavía se acuerda cuando le temblaban hasta los párpados de los ojos, cuando su  único y principal objetivo, era subir en su coche y que fuera a su lado, la chica más guapa del barrio. Todavía conserva el mismo, han pasado tres años y solo se han sentado en el auto, su madre y su hermano. Pero no pierde la esperanza y cuando pasa por al lado de la gasolinera de la carretera secundaria de la playa, no duda al ver el túnel de lavado libre en girar en su sentido. Lo centra y echando una moneda, observa sentado desde el interior como el agua cae sobre los cristales y siente el pasar los rodillos en la chapa del automóvil. Como pasa y llega hasta que el aire caliente lo deja casi seco, ya solo falta que con un paño, le saque brillo.

Piensa mientras lo seca, como será la suya. Cuál será su destino, la chica más bella o será aquella que aunque no sea la mejor, sea inmensamente rica en su interior. Porque en verdad lo que merece la pena es la compañía. Pero debido a su edad, prefiere que sea con un buen “chasis” y que tenga una melena larga y morena, aquella que el pelo le tape la media cara.

Muchos se ríen de él, se ríen de Javi. No tiene amigos y sale poco por las noches, no es de alternar  por los pubs y las discotecas, aunque tiene la mejor edad,  ésta la va a dejar pasar. El amor, el amor llega siempre a cualquier edad. Pero los recuerdos empiezan en un ayer, que todavía para él es hoy. No tiene más de 22 años y no es de cubatas ni de cervezas. Solo trabaja y cuida de su madre y de su hermano. Su padre o al menos el biológico se marchó con una joven camarera de un restaurante de comida rápida, dejándoles en el más profundo desengaño.

Un padre alcohólico y vago, que solo hacía que explotar a su mujer trabajando en los portales de limpiadora. Para después agenciarse del dinero, que solo servía para la bebida y el juego. Tristes vagaban por las calles sus dos hijos, con las ropas dañadas por la lluvia y el viento. Solo le quedó a Javi que al salir de la escuela, ponerse a trabajar a escondidas y de la misma forma, darle su pequeño sueldo a su madre. Con ello conseguían comer cuando él no estaba, con ello solo se prometió a sí mismo que no entraría en según qué lugares, como las casas de juego. Esas que son la ruina y la miseria de aquellos, que ingenuos se creen que van a reventar la banca y lo único que consiguen es reventarse la cabeza de un disparo, al ver cómo se han quedado arruinados.

Muchas luces y mucha música, bellas damas hacen de anzuelo. Para aquellos que son débiles y de pocos valores y de respeto. Juegos de cartas, máquinas que hipnotizan con sus imágenes y destellos.
Todo aquello, había quedado atrás. Ya cumplidos unos años, tenía su propio coche y no quedaba ni una sola foto de su padre en casa. La camarera trabajaba y en la puerta la esperaba a la hora de terminar su turno, bien afeitado y bien vestido su padre. Solo pensaba en que la vida eran dos días y este era su destino. Pensaba de manera egoísta, que su mujer y sus dos hijos, habían sido un error y un obstáculo en su camino. Cosas del pasado, cosas que no tienen  “el porqué”  perturbarle en el presente ni en el futuro. No podía pensar otra cosa y con un palillo de dientes en la boca, esperaba la salida de su compañera de noche. Noches de bebida y desenfreno, con la paga semanal de ella. Otra que lo mantenía y además, como era bonita pues tenía lo que tenía y no quería dejar escapar la oportunidad.

Es lunes por la mañana, las siete acaban de marcar y bajando las escaleras Javi de un salto, está en el portal del bloque. No tiene miedo, ya mismo su hermano será mayor y podrá elegir camino, siempre que este se aleje de lo que tiene que evitar. Será un camino recto y digno de respeto. Pero siempre hay que tener cuidado, porque siempre hay buitres al acecho. Al acecho de quedarse con lo ajeno o dejarte sin vida y sumido en la tristeza. Como antes era en lo pasado, sabe que todo pasa, pero el recuerdo marca y eso lo tiene él por siempre en la memoria.

Cristales rotos en el bordillo, se fija y ve la ventana del conductor sin vidrio y los cables del radio cd todos sueltos. La gente se ríe, la gente no sabe estar. Esto y todo lo acontecido le provoca un enfado de grandes proporciones. No sabe, no entiende, como si no tuviese suficiente. El que le roben y encima se rían, como si fuesen cómplices pasan por su lado. Haciendo murmullos en los oídos se van diciendo. Le hierve la sangre, le sube como si le fuese a explotar la cabeza. Respira hondo, lo deja estar y se sube y haciendo contacto, arranca el coche. Aquel que con tanto mimo cuida, no piensa pero sabe. Pero ahora le urge ir al trabajo, un triste turno partido en una fábrica de tejidos industriales.
Todo es textil en la zona, al llegar al polígono sus compañeros de turno, entran sin hacer mención de tema. Se pone a trabajar, su encargado lo tiene bien apreciado, por su trabajo y dedicación. Aunque que para don de gentes, no sirva. Aunque todo se pula con la edad, no lo ve con esa habilidad. Pero eso al no le incumbe, solo tiene que estar por el telar. Las máquinas hacen verdaderamente ruido y usan cascos de esos que amortiguan el sonido. Solo piensa en cuál va a ser su porvenir, está absorto hasta que uno de los cercanos. Le dice y le avisa que está cayendo una tormenta y que la lluvia está entrando en su vehículo. No sabe qué hacer, no puede dejar el puesto. Pero aunque parezca insólito el mismo que le avisa se ofrece y le cubre.

Sin que se percate el encargado, sale a la puerta y agachando la cabeza se dirige a su coche. Llueve a cantaros y el agua resbala como si fuese un pequeño torrente.  Con un trozo de tela, tapa la ventana. No sabe, pero no tiene tiempo y hasta que no den la una y media, no podrá calibrar el alcance del agua. Pero solo cree que se habrá mojado el asiento y poco más. Regresa mojado, pero más tranquilo,  le da las gracias a su compañero y sigue con su trabajo, como si no hubiese ocurrido nada. Sigue y sigue haciendo tela en el telar.

Canta como pájaros en libertad, solo le faltan dos cosas. El aire en su cara y su chica al lado. ¿Serás tú la afortunada? Quien sabe, a saber.

Suena la sirena es hora de comer y marcha a casa con los suyos. A la tarde se pasará por el cristalero,  pero de mientras a comer callado y vuelta al tajo. Se hace largo hasta que la sirena, vuelve a dar la hora de la libertad. Apaga la máquina y barre su zona. Ya está listo, ya está preparada y se va, se va y arregla el cristal, total lo paga el seguro. Todo menos el radio cd, ¿quién habrá sido capaz?, si ya se pensaba uno que todo eso ya era historia.

Llega el verano, apetece ir a la playa a descansar. Está cansado de tanta tela y de tanto telar. Aunque el encargado sea comprensivo, eso no quita a que sea a veces de apretar las tuercas y presionar, presionar porque hay pedidos que atender. ¿Pero, y esa chica? Esa de la que tiene un poster mudo colgado en la pared, digo mudo porque no existe. Digo mudo porque solo está en su imaginación y con ella sueña. Quiere ponerle imagen al poster, quiere ponerle audio a algún vídeo de aquellos que se hacen con el móvil y porque no, “fardar” de coche y “fardar” de mujer. Dejando a todos aquellos, mudos a todos aquellos que se ríen porque se piensan, se creen, que no tiene arte en el amor. Puede ser cierto, pero ganas no le faltan y quién sabe si es hábil en el deseo y en el sexo. Ni él mismo lo sabe, todavía no se ha iniciado en la práctica y a su edad, eso no es de perdonar. Aparca el coche en el paseo marítimo y ve la gente pasar, de pie y con la ventana bajada. Escucha por una vez el silencio y las olas romper contra las rocas y el espigón. Es tarde, pero le apetece quedarse, solo piensa en quién puede haber sido el ladrón si ya no hay quien compre radios por bajo mano. Echa la mirada para atrás y vuelve a ver los cables pelados, le hierve la sangre pero no puede hacer nada.

Llega al barrio y aparca cerca de donde vive. Cuál es su sorpresa, cuando ve a su padre con la camarera y bien arreglado. No sale de su asombro y se queda sin palabras, cuando observa que tiene su radio cd  en su mano. Todavía no lo ha vendido, pero sí que ha dejado una cuenta por  haber bebido. Se baja del coche, cerrando la puerta. Se le acerca, como si fuesen de confianzas y  le pide las llaves.

Le ha robado el radio cd y ahora quiere robarle la vida y el coche, Javi no sabe qué hacer. Le amenaza con volver a casa, le dice que necesita su coche porque necesita dinero. Que no lo vuelva a engañar diciéndole de que está estudiando. Porque si no de donde sale este bienestar. Le responde, que para él no tiene ni padre. Se enfurece y como si fuese un vendaval le cae dos guantazos. No quiere responderle por cosas de la edad y se aleja. Le increpa volviendo a acercarse de que le dé los papeles y las llaves. “No”, le responde. “No, aléjate de mí y de nuestras vidas”. Solloza por no querer entrar en pelea y en disputa. Este se le acerca a centímetros y Javi se aleja un metro, por el olor a Brandy del aliento. “Porqué no te mueres y no nos dejas en paz”.

Echa a correr y no le queda más remedio que entrar corriendo en el piso donde viven los tres. No se da cuenta, no se percata de que no han cambiado la cerradura y en un segundo lo tiene dentro dando un portazo, a la madre y mujer se le cae al suelo un plato. En un momento se ven en guerra, ella coge el móvil y le advierte. Él coge un cuchillo y la amenaza.

La camarera espera abajo, fumando un cigarro como si le importase un carajo. La gente, pasa y murmura, el escandalo se escucha hasta a pie de calle. Está bebido y no sabe o sí lo que hace, en un amago para intentar increpar a la todavía esposa, el hermano menor lo agarra y lo tira al suelo, con la mala fortuna que es desgarrado en el abdomen. Es a la altura del hígado y la sangre brota como si fuese el nacimiento de un manantial. Se pone de rodillas pidiendo perdón, la mujer llama a una ambulancia. Pero Javi cansado de todo y de todos, agarra el cuchillo del suelo y en un segundo le secciona el cuello al padre. Se mira las manos,  todas llenas de sangre y lo suelta, mira a su madre y sonríe, “ya se ha acabado todo, mamá”.

La camarera, al ver acercarse a un coche patrulla. Corre y se larga.

Noche larga le espera al muchacho, noche de vigilia le espera a la madre. Todo puede ser, por amenazas y demás atenuantes, como quedará el resultante. Sin más, el padre acaba en una fosa común y la camarera seguirá con sus clientes, le llora dos días pero después se olvida, ha encontrado a otro acompañante. La que se queda sola con su hijo todavía menor, es la madre. A la espera de la sentencia del Juez.


lunes, 5 de septiembre de 2016

                                        ¿A dónde va señora?
A galope, va montada a caballo. Al trote, va sentada de lado. Quién es tan alzada mujer, que no se detiene ni por nada ni por nadie. Será reina o duquesa, ¿pero de dónde? No hay casona ni castillo alrededor de hasta dónde alcanza la vista a uno. Salta, brinca, salvando los obstáculos del camino. 

Pero, ¡ay! Mi señora no se descuide, que en estos territorios olvidados de la mano de Dios, se esconden lo peor de la humanidad. Aquellos que no dudan en clavarle una daga a uno, por dos perras gordas. ¿Porque no espera a que algún gentil caballero le acompañe? No para, solo quiere llegar lo antes posible. ¿Pero a dónde? A saber. Quien lo sabe a ciencia cierta, son unos años en los que superar la barrera de los 35 años, ya era motivo de alarde o sorpresa.

La sigue, pero pararla no consigue. La llama a voz tan alta, que hasta los pájaros de los árboles, echan a volar asustados.

Venga conmigo dulce señora, que conmigo a su lado, no va tener que temer a ningún desalmado. Ya que a mí me conocen, no por ningún dibujo ni ningún cuadro. Si no por hechos que han acontecido y que a voces se han ido relatando. Podría contarle más de alguno y contar y faltarme dedos en las manos de aquellos que mi espada han probado.

Ella al escuchar su historial, reduce su galope. Tirando del caballo, lo hace ir más despacio. Le mira, pero no abre boca y le deja que diga y se exprese.

Los más afortunados han podido andar, los menos yacen entre la tierra, sin que nadie les venga, ni a traerles oraciones. Oraciones que hagan la paz dentro de sus almas, oraciones que hagan olvidar o perdonar, todo lo maltrecho de sus hechos. Porque no hay mayor virtud que aquella de tener conciencia y saber perdonar y rendir obediencia a aquel que es superior. Ya sea por linaje o profesión, siempre hay alguien superior que nos hace mantenernos en nuestro lugar.
Yo por ese motivo, guardo distancias y respeto hacia su persona. Pero baje, baje de su caballo y dele de beber, que se le ve sediento y agotado de tanto cabalgar y de tanto correr. ¿Mi nombre? Qué más da, yo no soy nadie a su altura o lugar. Yo solo cabalgo y como, como de aquello que me ofrecen por mis servicios. Pero no, no se sienta en tal obligación. Que yo a usted se los ofrezco con todo mi corazón, ya que mis ojos se sienten premiados al observar tal belleza.
Como se le puede ocurrir, cabalgar sola por la estepa, ¿a dónde va? Si no es mucho preguntar, ya que yo no tengo destino y muy gustosamente le acompañaré, para que no le suceda contrariedad alguna.

No es de merecer su ayuda, quédese usted tranquilo. Que quien me aguarda es muy celoso y muy vengativo. No me lo quiero imaginar bravío al verme llegar con su persona. Prefiero ir sola, sola y con celeridad, ya que el motivo de mi viaje no es otro que estar al lado de él. Me necesita y por eso voy tan deprisa. Me necesita y quiero verle, porque seguro que es capaz de emprender la marcha sin mi llegada. No puedo explicarle más, mi caballo ya ha bebido y ha descansado. Así que buen hombre, gracias por ofrecerse, pero ya sabré yo defenderme.

No sabe, mi gran señora a lo que se enfrenta y que sola, lo más posible es que sea atacada por cualquier andante del camino. De esos que no tienen educación ni respeto y que solo buscan la carne o el dinero. Tenga cuidado entonces y le deseo un buen viaje. Yo, con su permiso haré un alto y encenderé una fogata. Para que me caliente y dormiré con un ojo abierto y otro cerrado, porque me pueden robar hasta el caballo. Ya puedo tenerlo bien atado, que si no se queja yo no me entero. No me entero y me despellejan como si fuesen carniceros.

Hasta siempre y vaya usted con Dios, descanse y si eso no duerma, guarde vigilante hasta la salida del Sol y que las ideas se les aclare. Yo a ese instante, tengo que estar entrando en donde él me espera. Me espera con ansiedad y nervios, pero ya es cierto que podía haber enviado a alguien. Algún lacayo o algún andante de esos en que uno se puede fiar. Pero ciertamente es que no puede confiar, ni la misma palabra pertenece a su vocabulario.  Ya que no son de intimar los que le rodean ni son de en sus filas estar.

Pasan las horas y la Luna toma el relevo al Sol, son momentos de incertidumbre, nunca sabrá si tan bella dama, habrá llegado a su destino. Pero su corazón yace herido, por tal mujer que no sabe o sí lo que es el querer. Como aprender a soportar los envites del amor, cuando este aparece sin perdón. Que será de ella, que no se ha parado ni ha reparado en la cortesía y buen hacer del caballero. No sabe si llegará, solo espera que salga otra vez el Sol, para sentirse aliviado.
Diosa fortuna que es el querer, que el día repunta y el Sol en lo más alto apunta, no ha pasado nadie ni ha pasado nada. Su caballo descansa en calma, él sonríe y solo necesita beber un poco, para sentirse más despierto. Pasa el rato y ya está cabalgando, sin destino pero eso no le preocupa. Baja al pueblo que hay cerca y escucha rumores, rumores que una bella dama ha sido asaltada y asesinada por un gentil caballero. No se lo puede creer y pregunta, pero al preguntar se le escapa de qué con él había hecho parada.

Los lugareños se miran entre ellos y le hacen preso, hurgan entre sus pertenencias y encuentran algo de dinero. Dinero que dicen pertenecer a la dama del lugar. No se creé tal historia e intenta escapar. Escapar montando de nuevo en su caballo, ya no sabe qué hacer. Al escapar le ha caído encima la culpa, de algo que había ocurrido y que era inocente. Pero como demostrarlo, no tiene pruebas, solo una boca de no saber callar y al escapar todos irán en su busca. No le va a servir nada ni nadie puede ayudarle, ya que solo ella podría hablar en su defensa, pero está muerta y no hay testigo ninguno, con que a la muerte se enfrenta.

Es cierto que el esposo anda bravío y enojado de rabia y quiere él personalmente darle caza. En su caballo y varios guardas buscan, pero no encuentran. Solo la experiencia de saber galopar por el lugar le lleva a ponerse a salvo y guarecerse de la búsqueda. Pasan los días y se deja hasta la barba, ya que no tardan mucho en mostrar dibujos de su cara. Rodea y rodea los pueblos del camino. Hasta que se encuentra en la frontera portuguesa, allí respira hondo y aunque no entiende el idioma, sabrá defenderse y podrá volver a ser el que era. Pero con una lección aprendida y cuál es esa, que si no la soledad y la propia defensa. No volverá a advertir ni a ser tan gentil y solo buscará de aquellas lo que buscan todos, eso sí sin falta y sin ofensa. Que bastante tiene uno con alejarse de lo que creía eran sus tierras, tierras de nadie para alguien que ni su nombre se sabe. Menos mal que se lo calló si no ahora podía estar escrito en cualquier piedra de cualquier cementerio.

Con un poco de suerte y haciendo valer sus habilidades, encontrará en que ocuparse. Ya no podrá traspasar la frontera, se siente bastardo de su propia tierra. Aunque para él siempre la quiera, como quería a tal dulce mujer. Mujer que no encuentra en parecido y no se casa, quedando siempre en soltería maldecido.


sábado, 3 de septiembre de 2016

                                               La karraka.

Una vez yo volé muy lejos, solo una vez. Solo fueron algunos años, de los que me acuerdo a ráfagas. Tengo ciertas lagunas, debido a que solo era en mis sueños cuando yo vivía y yo alcanzaba el cielo. Solo era entre los árboles llenos de amapolas, cuando yo era feliz. Me posaba en ellos, como un pajarillo silvestre y cantaba una canción. No sé qué pasó, no sé qué sucedió, pero un día una gran tormenta me despertó y dejé de ser feliz, para enfrentarme a la cruda realidad. Ese bucle que solo te dice lo que tienes que hacer y solo te dice lo que tienes que decir, sin llegar a ser realmente del todo pleno.

El río se llevó las amapolas y los árboles se quedaron sin hojas, debido al viento. Un viento que no se sabe a ciencia cierta, desde donde provenía. Muchos dicen y muchos creen, que venía desde mi propia conciencia, solo creo que no fue la providencia. Yo solo deseaba ser feliz y pensaba que si despertaba con la lluvia pura y transparente, podría llegar a elegir la vida que deseaba. Pero que más lejos de la realidad, que me veo abocado a la soledad. Una soledad que parecía lejana y que me toca el alma, agarrándose a mis huesos. Sin dejarme, sin darme la oportunidad de volver a cantar.  Carcomiendo todo lo que yo pensaba que era verdad y es que lo único cierto es mi nombre y porque este está registrado,  registrado con una fecha de nacimiento. Pero no de muerte y eso me da alas, me da la suficiente fuerza para superar cualquier contra-tiempo y saber dominar una situación parada en el presente. Un presente que no se mueve y si lo hace, lo hace muy despacio. Tan despacio que no me entero, tan lento que cualquier tren regional de montaña, es capaz de adelantar y presentarse con antelación a un futuro, un futuro que puede estar en lo más alto, sí de esa cumbre.

Estoy cansado, muy cansado. Solo deseo volver a dormir, volver a volar entre mis sueños. Qué más da si no son reales, qué más da si no son más que fantasmales. Pero mis alas ya están húmedas y paso frío y tiemblo. Yo creo en ellos y estos me salvan y no me dejan pensar en que mañana será igual, será igual hasta el día de mi muerte. Que mejor amigo hay que uno mismo, ese que te empuja a todo, menos a las vías. A unas vías muertas, que solo tienen parada en la misma salida. En la misma estación, que estación debe ser aquella que me deja volar. Volar haciendo círculos, haciendo como buitres al acecho. Solo quieren mi vida, solo quieren mi suerte y esa, esa ya está echada. ¿Qué partida de cartas, se hace sin comodín? Como trapecista sin red, juego a la vida. Nadie tiene red, solo un duro cemento donde romperse la cabeza y con ello dejar de soñar y por lo tanto de volar. ¿Quién eres tú, que te crees con tal poder? Yo si te conozco, eres el que me hace subir al trapecio y que dé vueltas con mi propio y único riesgo, del riesgo de una persona con un solo nombre y unos solos padres que aguardan que baje y siga un camino, un camino que ellos dicen que es el recto.
Es que no hay camino más recto y más directo, que aquel que te hace vivir rápido, tan rápido que ni el mismísimo tren de alta velocidad te puede alcanzar.

Respiro hondo y una bocanada de aire me llega al corazón, sé que no estoy solo. No estoy acompañado, pero no estoy solo. Tengo que esperar, ser paciente y mis sueños, aquellos que tenía mientras dormitaba en medio de mi mundo, se harán realidad. Yo no  quiero nada raro ni nada nuevo, solo aquello que me permita decir, que me permita pensar que he hecho lo que realmente tenía que hacer. Que rompa el huevo y que mire hacia el cielo y me diga a mí mismo “que he aprovechado realmente la vida”. Quién puede decir y quién puede sacar una canción, un tema de blues cantado en medio del Sol. En medio de aquello que necesita un poco de aire fresco, para que las letras. Aquellas que se componen en medio de un par de cervezas, sean realmente las que valgan la pena. Para que todo hombre que se levante, se alce pero no en armas. Solo levante el puño para decir basta ya, basta de hincar la rodilla y sea capaz de demostrar a contracorriente su valía.
Toda persona tiene su propia habilidad, qué más da la profesión, qué más da que sea de mayor. Lo importante es demostrar y ser de respeto, que ninguna tormenta mueva los árboles y no caiga en las amapolas, esas que dicen que dicen la verdad. Esas que te hacen dormir un letargo, un letargo tan largo como toda tu vida. Despierta si duermes y demuestra que no es fruto de la casualidad que estés aquí y que tienes tu porvenir. Un porvenir labrado por tener el puño cerrado y la mente abierta, como un corazón caliente y un alma valiente, un ser de querer, que encontrará a su propia mujer. Esa que se le cruzará, en la calle o en el parque. Quién lo sabe, solo lo sabe el destino, ese que nos pone a prueba. Ese que nos dicta y nos dice que lo que hemos hecho a estado bien.