jueves, 31 de marzo de 2016


                                                       Tristezas en el aire.

¡Humo negro, humo blanco!

Hay un espíritu que me ronda, que responde al nombre de "tristeza". "Tristeza" es su nombre, yo le intento alegrar y hacerle bailar, pero él no quiere. Entra, penetra por mi nariz cuando inspiro e intenta que me vuelva triste y le acompañe en su penar. En un penar que es de esclavitud, como si fuese un espíritu de servidumbre. No lleva grilletes, porque no es de carne ni es de materia, como lo somos nosotros.

¡Humo negro, humo blanco!

Yo le digo que no, yo le digo que salte y que baile. Rock& Roll o un poco de salsa.  Pero le cuesta tanto que hasta llega a llorar y yo, al verle llorar, lloro. Lloro con él y sin darme cuenta, le acompaño en la tristeza escuchando un tema de Blues.

¡Humo negro, humo blanco!

Pasa el rato y cuando el Sol está en lo más alto y florece un día de primavera, yo le canto para hacerle ver que ya mismo llega el verano. Que llega esa estación en la que  las noches serán más cortas, pero más intensas. Intensas como el sabor de un buen café, negro tostado como la noche. Entonces le recuerdo, que los tiempos negros del algodón han pasado a la historia y que todo el mundo ahora es libre y muchos cantan a su libertad.

¡Humo negro, humo blanco!

¿A quién espera el espíritu de la "tristeza", cuando canta ahora en voz baja? ¿A quien susurra, a quien le canta al oído?, para que caiga hasta en la melancolía. A mí ya me rechaza, porque ha visto que no soy de ellos y eso le enoja y se enfurece. Llamando a otros espíritus, los agolpa, los junta para que yo los inspire y caiga en la tristeza y en el aislamiento. Yo no quiero y estornudo, estornudo y me quedo mudo. Me quedo mudo al ver, que me siento cada vez más vacío si no noto su presencia. Tengo a mi pareja, que está punto de llegar. Ella siempre lleva consigo, el espíritu de la alegría y el divertimento. Yo con ella no me aburro y no pensar mal, que del todo no rueda alrededor de una cama. Aunque nos desfoguemos, también bailamos, bailamos y cantamos y el espíritu de la "tristeza" se vuelve cada vez más pequeño, tan pequeño que casi llega a desaparecer. Quedándose inmóvil, como un muñeco de porcelana, encima de un estante.

¡Humo negro, humo blanco!

Pero cuando mi pareja se marcha por la mañana, ya vuelve hinchado él. Yo no sé qué  hacer, porque lo inspiro y me rodea, me rodea y yo le pongo música, canciones alegres y otra vez se enfada. Se vuelve violento e intenta que yo también le responda. Pongo la música alta y sólo consigo que aquellos que yo ignoraba se vuelven en mi contra. Es la "soledad", otro espíritu que se alía con la "tristeza", volviendo el ambiente insoportable.

¡Humo negro, humo blanco!

Cuando aprenderé, que a la “tristeza” y a la “soledad” hay que escupirles. Digo bien, para sacarlos de bien adentro,  porque a veces le calan a uno hasta a los huesos. No sirve de nada solo el estornudar, hay que abandonarlos y abrazar la alegría y la amistad. Ya sea de un hombre o de una mujer. Unos y otras, pueden ser bien recibidas siempre que vengan acompañadas con buenos espíritus. De esos que no abundan, como no sea el del “egoísmo” y de la “soberbia”.

¿Dónde se irá ahora el espíritu de la “tristeza”? Que se siente solo y sin narices que inspiren su melancolía y su llanto. ¡A mí tócame una canción! dice él, ¡a mi tócame un Blues que me haga recordar, pero no vivir!

¡Humo negro, humo blanco!

En qué calle, en que piso vive o dónde se refugia este espíritu que me viene de visita y no puedo cerrarle la puerta. Se cuela por debajo de ella y  me entra por los orificios de la nariz. Haciéndome sollozar y me obliga a ver fotos, a ver recuerdos de un ayer que nunca volverá. Andy, Peter, Charles…..cual es el nombre de aquel que intenta embriagarme con su olor, quien es el que penetra dentro de mí, para hacerme tanto dolor. Vuelo alto, vuelo raso, qué más da. Yo solo quiero caminar en línea recta, porque así es como me han enseñado y educado. Ser feliz, porque todo el mundo tiene que serlo.

¡Humo negro, humo blanco!

Ya sea la situación que le rodee, el espíritu de la “tristeza” tarde o temprano, consigue derribar el muro que intento levantar. No viene de nuevo mi pareja y me siento un día solitario en plena primavera. No se escucha ni ningún coche, ninguna moto pasando a gran velocidad. Hasta los pájaros callan, como si le tuviesen respeto al espíritu de la “tristeza”. Ningún murmullo, ninguna palabra más alta que la otra. ¿Quién está a punto de llegar?  Que se huele en el ambiente. ¿Quién será el temido? Porque los temerosos ya sabemos quiénes son.

¡Humo negro, humo blanco!

Rotura de cristales, rotura de puertas a pedazos. Grandes o pequeños,  qué más da. Todo lo que rodea aquel que se siente fuerte, fuerte y con la fortaleza de un leñador, rompe las reglas y transforma la tristeza en alegría. Como si de un chiste se tratase, me hace vibrar el alma. El espíritu de la “tristeza” está condenado a tener como pareja el de la “soledad”. Todos tenemos el nuestro y ¡ay! Aquel que no lo entienda, porque no estamos nunca solos. Siempre nos acompaña nuestro pensamiento, ese que erre que erre, le damos a la mente. Hablando no con otro que con nuestro propio espíritu.

¡Humo negro, humo blanco!

Qué más da el color que sea este, solo hay que saber inspirar y ver a donde nos transporta. Qué más da el color que sea este, si es bienaventurado que sea bienvenido. Porque uno viene a reír y a ser feliz, inspirando toda la ilusión y la alegría de un buen destino.

martes, 29 de marzo de 2016


                                               ¿Quieres ser mi amigo?

Busco dentro de una cajita azul, un amigo con quien jugar. Busco y rebusco y solo encuentro piedras, que lo único que hacen es impedirme andar. Yo no quiero andar, yo quiero volar. Por ese motivo busco y rebusco a esa alma, a ese amigo en quien confiar. Busco y rebusco y me vienen aires de libertad, pero es una libertad mezclada con la soledad y la melancolía. Algo que no quiero, porque no quiero sollozar al recordar viejos tiempos. Tiempos que ya no volverán, como tampoco lo harán aquellas personas que me hicieron sentir gozoso dentro de mí.
Busco dentro de una cajita azul y encuentro al final un perrito, un perrito que me ladra y juega que juega, moviendo el rabo de lado a lado. Ello me hace feliz y me conformo con él. Sigo queriendo tener un amigo, con el quien conversar. Pero de mientras y por los años de los años, jugaré y cuidaré del perrito que estaba en lo más fondo de la cajita azul. Cuantas piedras me he tenido que encontrar dentro de ella, hasta llegar al final a donde estaba este pequeño animal. Animal sí, pero con más sentido y sentimientos que muchas personas, que por remordimiento meten en la cajita piedras. Piedras que algunas hacen sangrar el alma, llegando a hacer sollozar unos ojos. Unos ojos que no quieren ver en nada, lo que nada se nos pueden hacer privar. Por ello y porque quiero, me quedo con el perrito. Con él daré largos paseos, paseos y le hablaré, le hablaré y muchos me tomarán por loco. Da igual, al menos él me tomará por un amigo y eso, eso es lo que seré. No ningún dueño ni ningún amo, solo un amigo.

Ando y ando en círculos por la calle, la gente me dice "loco" y yo solo quiero que me dejen ser quien quiero ser. Ya no es un juego de niños y no pueden tenerme entretenido en cosas, en cosas que ni me dan vida ni me interesan y yo sigo andando en círculos. Sigo caminando con el miedo a torcerme un tobillo, "seré cobarde" o "seré valiente". Lo que es seguro es que mi mente sigue pensando, mientras sigo sentado en el sofá.
Ando y ando en círculos por la calle. Nadie me da una oportunidad y yo la pido a gritos, a gritos como si fuese un volcán en erupción me encuentro. Solo que no es lava lo que expulso, solo mi voz como un trueno. Un trueno de alguna nube quizás. Ya no sé lo que digo, solo escribo y escribo, pero como un "loco" sigo escribiendo. Sigo escribiendo porque nada más me divierte.

Sería muy fácil, desaparecer. Sería muy fácil, evadirme y pensar que yo solo existo. Que no hay nadie más en este mundo y que escribo hasta que me lo prohíban o me excluyan de un grupo. De un grupo que no sé si me leen, pero yo les sigo escribiendo, como el que escribe cartas sin apuntar dirección alguna.
Sería muy fácil dejarlo todo, dejarlo y ver hasta donde llego. A lo mejor acabo mis días solo, solo pero sin saber si he sido valiente o cobarde. Después de todo, no sé si merece la pena saberlo. Un pájaro no sabe si sabe volar hasta que se lanza al aire, pues uno tiene que hacerlo de la misma forma. No estar conforme y dar todo lo que da de sí, por el simple hecho de saber que está vivo.

Qué razón tienen los que se reúnen con los de su condición. Yo que haría en una sala de aviadores si me da miedo volar. Para eso tengo que buscarme salas donde se reúnan los que sean como yo. Ni más ni menos, la historia se repite y uno no para de darse con los dientes en el suelo. Qué más da lo que piense, si mis vibraciones no componen la misma música que aquellos que me rodean o piensan que me tengo que marchar. Yo sé cuál es mi sitio, otros no saben ni que están vivos. Tengo narices y dignidad, que no es lo mismo que tener vanidad. Aunque reconozca que de vez en cuando peco de ella, pero me considero una persona valiente. Pero a la vez me reconozco que soy una persona reservada.
Qué más da, si sale la Luna o sale el Sol. Si el día está nublado, nublado para aquellos que tienen algún tipo de trastorno mental. Ese soy yo, el de la izquierda ¿No me ves? Pues mira que se me ve claro y nítida la imagen y como me aburro, escribo y escribo sin ton ni son, pero seguro habrá quien me lea y es cierto, me siento nervioso y ansioso. Pero no solo por la vuelta y la aventura, pero todo queda así. De forma reservada, ya he os he comentado lo de la cajita azul y es que no hay que esconderse de nada ni de nadie, porque para vivir un poco hay que sentirse vivo y para ello, hay que estar un poco "loco".

Relata y relata, mientras te ata. Te ata, te cose la boca y te pone grilletes en los tobillos, quien será ese mal nacido. Quien será el que osa hacer cualquier cosa, con tal de tenerte atado. Quien será capaz, de como un pájaro en una jaula, tenerte de demostración. Si al menos supiese cantar, pero si por ello fuera, tendría que hacerlo debajo del agua, porque me parece que los peces no tienen oídos.
Solo relato y ahora no tengo nada más que un rato para un trato, ¿un trato con quién? A saber.
Algunos dicen que es con el mismísimo diablo, pero otros no creen en él. Yo no es que crea en él, es que yo soy él. Con el mismo que conversas, está en la oscuridad y en la rebeldía.

Porqué nacer y porqué morir, cuando te puedo ofrecer el ser inmortal. Cuando te puedo ofrecer los que otros con dinero no pueden comprar. ¿Estaré loco o será solo un relato? Que cada uno juzgue como quiera este escrito, que yo pito por que no acabe la partida. La partida de la vida, no quiero volver a empezar. Quiero continuar y aprender, aprender y vivir. Vivir un sin fin de situaciones, si la dichosa enfermedad me deja. Esa enfermedad que no es otra que las ganas de vivir.
Por eso mismo, si lo deseas. Solo tienes que llamarme en tus sueños y yo acudiré y te hablaré, te hablaré y te despertaré mientras duermes. Para que veas que es verdad, que la vida continúa. Que todo no son carnes y huesos, que sois algo más, algo que reluce en la oscuridad. En la oscuridad y en el vacío como un cable incandescente.

viernes, 11 de marzo de 2016


                                                Llantos oscuros.

Desde los tiempos en que la mujer paría agarrada a un árbol, hasta los tiempos del amanecer de hoy. Ha llovido, ha nevado e incluso a granizado de forma que podría haber negado en una sola noche, la faz de la Tierra. Desde los tiempos en que el hombre forjaba su corazón a golpe de espada, hasta los de hoy. Han habido muchas generaciones que han hecho avanzar al hombre y a la mujer, hasta la fecha. Pero hay cosas que no cambian y eso, eso se llama esperanza, ¿si no porque? Vamos a seguir trabajando como abejas en un panal. Donde estará la abeja reina y donde estará la obrera y aquella que ayuda y protege. Porque de todos es temido su pinchazo, el aguijón de esta produce dolor y en algunos casos, cosas peores.
Pero a qué viene esta pequeña introducción, viene a ver quién descubrió que la vida sigue después de esta como un río en un mar. Llantos, llantos oscuros a plena luz del día. Quienes son los que cantan y quienes son los que escuchan y callan………

Oh! Príncipe de la oscuridad. ¿Quién es entonces tu Rey? Ese que maneja con destreza, los entresijos de lo que hay detrás de las tinieblas. Quien es tu princesa, si no es otra que la princesa del amanecer. Quien hace de faro en la oscuridad de las tinieblas, para que todos lleguemos a buen puerto y no perezcamos en un mar de dudas, que nos impida seguir para adelante y nos haga nadar para atrás, como en el que busca refugio en medio de una tempestad. Ese faro, esa luz tiene que ser tu Rey, aquel contra el que te rebelas y te vuelves inconsciente y piensas que eres un incomprendido.
¡Oh! Príncipe de la oscuridad. Quiero dormir seguro, sabiendo que tú me proteges. Quiero despertar y no caer en el letargo de la Luz. Por eso, tú que dominas la Luna y ella que domina el Sol, prometerme que ningún relámpago y que ningún trueno, hará retumbar el cielo. No es que le tema y es que está dominado por quién es y yo no creo en él. Dame fuerza y energía y con tu compañía haremos frente a esta agonía. Agonía del Ser, de qué Ser. Del de la ignorancia y de la quietud. El de quedarse de brazos cruzados, mientras se muere parte de nuestra alma. ¿Porque digo todo esto? Sinceramente no lo sé, pero la simple pasividad ante los hechos, me hacen ir hacia tu castillo. Que no es otro que la morada de todos aquellos, que se hacen llamar rebeldes. No busco ni la guerra ni la gloria, solo busco que me hagas el camino más llano. Para que pueda respirar y descansar mi corazón. Corazón agotado de ver como la injusticia invade todo lo que acapara.

Dame un trozo de papel de plata y te traeré la Luna de regalo. Dame un trozo de papel de plata y en él, esconderé tal trofeo. De quien soy yo o a quien pertenezco, después de todo el saber me lo merezco. Yo tengo una madre, yo tengo un padre y a ellos les soy fiel. Pero hay algo, pero hay alguien que me hace como si la sangre común me tirase. Yo no he encontrado querer, pero sé que estás ahí. Eres mi esperanza, eres mi única piel.
Hay algo que me hace mantener los pies en el suelo, pero la cabeza...¡Ay! La cabeza es otro cantar, está me hace divagar. Hay que ser sincero y no volar si yo no quiero. En el cantar o en el escribir, todo sale de dentro, de dentro del alma. Esa sí, esa que todos tenemos y que solo en la soledad, somos capaces de encontrarla. Porque somos dueños del aire y volamos a la vez que andamos. Esto no es una despedida, solo es un ¡hasta luego!.¿Pero con quien hablo si estoy solo? Solo mientras veo en el minutero como pasa el tiempo. El día se irá oscureciendo y aquellos espíritus, aquellos que salen solo por la noche. Andarán, caminarán a sus anchas por la avenida. Una avenida en el que solo las luces de las farolas, se mantendrán en pie.

¡Dime lo que quieras! Llámame o di de mí lo que se antoje, yo seguiré esperanzado. Yo te seguiré aguardando, como el que espera la hora de empezar a soñar. A soñar despierto y sin más luz que la de las estrellas. Estas sí que son las mejores guías y son las mayores confidentes. Si tuvieran la capacidad de hablar o de potestad. El mundo o quizás el Universo sería completamente diferente. Llámame como quieras, di que no valgo mucho. Porque todo eso es mentira, yo solo sigo esperando a aquel que me espera. Que me espera, no con ansia, pero si con incertidumbre. Porque no sé, porque ni él sabe, lo que viene después de esta lucha, llamada vida.
Por quién seré recibido, todavía es una incógnita. Pero lo que es seguro, es que haré y volaré como un murciélago en la noche oscura. Así encontraré mi camino, porque seguramente tendré la vista cansada por ser un viejo decrépito. En el cual, el único apoyo que recibo es el del bastón que me apoyo firmemente. No te digo mi edad, pero ya es de suponer de qué estoy cerca y no por ello me comen los nervios. Solo estoy tranquilo por el camino que he andado y camino que he dejado trazado para aquel que quiera seguirlo.

Dime de verdad si te acuerdas de mí o solamente me utilizaste, me utilizaste para tu fin, que no es otro que el de la rebeldía. Yo no soy una oveja en un redil, más soy un perro viejo. Que descansa entre los pastos y entre los prados de una montaña. ¿De qué montaña? A saber. Tú ya lo sabes. Esta montaña tiene un nombre, pero su nombre es de secreto. Podéis llamarla si lo deseáis “Libertad”. Libertad porque en ella se huele los arbustos de la sinceridad y los árboles son rectos y altos. Tan rectos, que por su fuerza y coraje, han sabido mantenerse firmes y yo ahora descanso en su sombra. No es un bosque ni una ladera, a lo mejor solo es un sueño y cuando despierte, me vea encerrado en mí mismo. Con las alas cortadas y sin poder salir. ¿Eso que significaría? Yo solo ahora descanso y pienso y deseo continuar en mi letargo, al menos hasta que se vaya el Sol y la Luna me vuelva a mostrar mi camino. Solo con su reflejo me basto para poder seguir la marcha.

sábado, 5 de marzo de 2016


                                               El carrito de los deseos

Voy por el supermercado de los deseos, tiro de mi carrito aún vacío. No tengo apenas meses de vida y como todos, empiezo a gatear y como un gato me encaramo en lo más alto de los estantes, para conseguir agarrar mi primer deseo. Aquel que no puede ser otro que la muñeca de mis delicias. Se me parece mucho y llego a pensar si es hermana mía. Pero sé que eso no puede ser, mi madre es muy joven y yo soy la primera que ha traído al mundo.
Ahora, miro para abajo, estoy en lo más alto y me pasa como a muchos gatos y ahora no sé bajar. Me siento como sentada temblándome las piernas, en las ramas de un árbol. Rompo en un llanto y mi salvadora me rescata y me baja, pero sin muñeca. Sin costarle mucho, solo ha tenido que alzar los brazos y agarrarme con las manos, dándome un gran beso. Sin olvidar una regañina, pero no pasa de ahí. No quiero volver a llorar y entiendo o empiezo a entender. Que quién quiere algo, tiene que ser valiente hasta el final y no llorar y esperar que te solucionen lo problemas cotidianos. Sigo gateando, con mi carrito vacío. Pero no me importa, miro al mi alrededor y ahí está, mi mamá. Aquella mujer, que verdaderamente me quiere y que sería capaz de hacer o deshacer cualquier cosa, si fuere necesario. Seguimos el paseo, no hay mucho de interés. Al menos para mí, será por cosa de mi niñez. Solo veo a veces, quien coge vientos y nubes. Yo me alejo porque si no  me va a hacer falta un chubasquero. Y es que a algunos, les gusta ver como llueven lágrimas desde el cielo. Ahí me gustaría llegar con mi mano, tocarlo y saber que existe de verdad y que no es solo un sueño. Miro y veo, otra vez la misma muñeca, pero esta vez está más a mano. No me tengo que subir a ningún lado ni escalar ninguna montaña. Pero ¡Ay! Mi sorpresa es que habla, parece que es de más edad  y ya habla y corre. Quiero seguirla, para poder meterla en mi carrito. Pero se me escapa, es demasiado rápida y veloz. Me aguanto las lágrimas y doy las gracias por haber nacido. Nacido y saber, que el reloj de mi vida, acaba de ponerse en marcha y que tiene mucha cuerda por recorrer.

Choco con otro carrito y veo solo pañales y chupetes, pero todo eso lo quiero dejar atrás. Lleva el carro lleno de todo ello, pero nada de eso me interesa. Yo creo que ya es hora de desear algo de verdad,  algo que me llene y que no me traiga recuerdos pasados. Prefiero llevarlo vacío e ir a mi aire, a mi aire aunque todavía dependa de mi mami. Que vamos a hacer, soy demasiado mayor para según qué cosas. Pero todavía espero y me hago con los deseos del abrazo de una madre. Que me abrace y me acurruque, mientras me canta una canción de cuna. No hay que pasar por caja, porque quién lo hace ya no vuelve. A saber porque y porqué llenamos los carritos si después no podemos llevarlos con nosotras. Tanto deseamos, que no podemos tirar de ellos. Algunos por codicia, otros por avaricia, dejan los estantes vacíos. Vacíos sin recordar, que lo que más llena es el amor y que es de lo más barato de comprar y por eso es lo más difícil de encontrar. Todo el mundo lo busca, ya sea adulto, anciano o bebé. Todos buscamos los abrazos y estos no se ponen de oferta y cuando lo están, por algo es. Algo escondido llevan o será mi desconfianza, que solo quiero los de mi mamá. Esa madre joven, que estará atenta a lo que cojo y no se fiará y me guiará a través del supermercado de los deseos. Somos libres y cuanto más crecemos, más alto podemos llegar. Llegar y elegir y no dejar escapar, el sueño o el deseo de tu vida. Pero para eso, hay que empezar por los estantes de abajo, ya que estos serán los cimientos de mi vida.
Yo me hago cada vez más mayor y mi madre también. Qué lástima me dará, cuando ya no me acompañe y haya pasado por caja, dejándome sola o quien sabe, si por entonces compartiré el carrito. Un carrito, que puede llegar a ser tan pesado. Pesado por cosas materiales o sentimientos no correspondidos. Quien sabe, quien se cruzará en mi camino. Quién sabe si escucharé una voz lejana y a la vez, conocida. Quién sabe si cuando llegue a cierta edad, me dé por correr, por querer vivir cada vez más rápido. Cogiendo los deseos de solo un salto y que estos se acumulen de tal forma, que se me caigan al suelo. Haciendo rodar o rompiéndose a trozos como si fuese de cristal, aquellos que más ansío. Y es que hay sentimientos y deseos muy frágiles. Tan frágiles, pero al mismo tan deseados. Que no suelen ser baratos y nos cuestan caros, tan caros como es el sudor de una frente.

¿Mi nombre? Mi nombre es Rosa. ¿Porque no lo he dicho hasta ahora? Pues porque hasta ahora no era lo suficientemente mayor, para poder decirlo y poder contar mis años, con los dedos de la mano. Ya he aprendido a hablar, ese sí que era un deseo que no cuesta mucho o sí, no todos lo consiguen. Seguimos caminando por los alrededores de los estantes, podemos estar todo el tiempo que queramos. El supermercado no tiene hora de cierre, por eso la gente entra y sale. Pero es curioso, todos y todas las que entran, lo hacen a gatas. Como si intentaran hacerlo a escondidas, que tendrá este lugar que hay cola para entrar. Nadie quiere salir, pero cuando ya no pueden con el carrito o este ha quedado oxidado, por el paso del tiempo se tienen que marchar. Algunos se despiden, otros es de repente. Dejando en el medio, como si estorbase, el carrito de los deseos. Salen sin despedirse, pero sí pasando por caja. Nadie se libra y todos pagan de alguna forma sus vivencias e inquietudes. Se les abre la puerta automática, esa, esa que es de cristal y se mueve de forma paralela, para abrir o cerrar. No tiene hora de cierre y yo me veo cada vez, más fuerte y más segura. Está a punto de cambiar las tornas y ser yo, quién vigile y proteja a mi madre. Por un momento tiro de los dos carros, pero me cansa y me agota. Entonces me dirijo al estante de los celadores, esas personas que tienen más experiencia en ello. Hay muchos y de todos los precios, pero mi madre no quiere. Quiere que sea yo, la que tire de los dos. Accedo y con los ojos llorosos, me alcanzo con un deseo de abrazos. Uno que vale por mil, le doy un achuchón y me viene a la memoria, cuando estaba gateando y ahora es ella, la que no puede casi ni mantenerse en pie. No quiero perderla de vista, no quiero, vaya que sin darse cuenta pase por caja y entonces necesite, algo más que un abrazo. Solo espero que cuando marche, me espere en la salida. Me espere y volvamos las dos juntas a casa.
No se me cruza nadie, pero no tengo miedo. Miedo a tirar sola y no compartir mis deseos. Claro está que puedo arriesgarme, los hay de oferta. Los mejores, ya tienen dueña y los veo juntos eligiendo deseos la mar de felices. Como si yo no pudiera ser feliz, ser feliz y estar contenta de haber compartido mis deseos, con la persona que más quiero. Que será, será………

Dónde está mi madre, ahora sí que rompo en un llanto. Pero un llanto sordo y hueco, solo ha sido un descuido y sí, sí la veo marchar entre los cristales. Me mira y me dice adiós, lanzándome un beso. Agarro fuerte el carrito de los deseos, porque todavía es pronto para mí. Pero al menos se ha despedido y sé que después, cuando acabe. Saldré afuera, un mundo que para mí es completamente desconocido. Pero si está ella, me lo enseñará y será divertido, porqué aquí todo se compra y todo se vende, espero que afuera no pase lo mismo y valga verdaderamente la pena. La pena que se convierte en alegría, alegría por haber tenido la suerte de tener su compañía. Aunque me vea ahora caminar más despacio, entre los pasillos. No son lo mismo, que las calles resbaladizas, donde te puedes perder o romperte el alma y para eso no hay pegamento que valga.

 

viernes, 4 de marzo de 2016


                                               Puñales.

Caminando solo por la calle, una calle llena de gente pero vacía de personas. Que habrá sido de todos aquellos, que nacían con una ilusión. Donde estarán, todo sea vuelto tan individualista y creemos que todo esto significa “igualdad”. Que es la igualdad sin la libertad y sin la fraternidad. Todo esto parece que ha caído en el olvido, como si hubiese caído por el vacío de un precipicio. No sé porqué, pero sigo caminando solo. Cuando de golpe y sin razón alguna, un hombre me coge de la mano. Lo primero que siento, es el rechazo de mi cuerpo, pero después le miro a los ojos y le veo una mirada limpia y honesta…

-         ¿ Porqué me hundes este puñal, en el centro de mi corazón? No sabes que soy de hielo, de hielo que quema y te quedas pegado a él, por toda una eternidad. Yo no tengo frío, pero el puñal se hace añicos. No por nada y sí por todo, todo lo que toco o quien se me acerca, se rompe en mil trozos. Yo fui concebido entre el fuego y el calor humano del amor. Pero yo, no soy así y por eso soy dueño de la soledad. La soledad me pertenece, nadie más tiene derecho a ella.

Sigo mi rumbo y me habla y me contesta en voz suave..

-         Quien te crees que eres, para decir tal cosa. ¿Qué es de aquel? De aquel que cambia, como si un ángel se hubiese posado en su ventana. Como una paloma que busca su propia libertad, así es la soledad. Esta la llevamos todos dentro y no es de propiedad de nadie. Todos, pero todos. En algún momento del tiempo horario, se encuentra solo. Solo, sin que nadie le escuche ni le hable.

Me hace razonar y que hay muchos que se creen que el dinero es la felicidad y que cada noche estrenan cama, pero siempre solos. Yo tengo gente a mi alrededor, pero me he convertido en una figura de hielo.

-         A lo mejor es un alivio para aquellos que necesitan el abrigo humano, cuando a uno lo que le llena, es el mar de la oscuridad. Aquella que no te ciega y te deja ver, por los senderos de las sombras. Sol y sombras que son aquello que no deseamos. Pero qué más da. Uno puede estar muy acompañado y estar solo a la vez.

Me para y me pone ambas manos en los hombros y me mira, me mira de tal manera que me penetra su mirada, hasta lo más hondo de mi alma.

-         Cierto, muy cierto. Pero es que cada uno necesita su espacio y su tiempo. Espacio, como  rincón de meditación y tiempo, tiempo para hablar con el señor del espejo. Yo lo hago a menudo, sobre todo cuando toca afeitado. Me veo en él y me pregunto cómo se me ha pasado la juventud. Esa que solo se tiene una vez y que eres capaz de tirar todos los muros. Ya sean de injusticia o intolerancia. Qué más da, no quiero decir que esté cansado de luchar o de vivir, pero solo espero que un puñal se me hunda en mi alma, haciéndome por los tiempos de los tiempos, en el hombre más feliz del mundo.

Esbozamos una sonrisa a la vez, miramos a nuestro alrededor y la gente va a lo suyo. Nadie se percata de nuestra conversación y no escuchamos ni los coches al pasar. Estamos sordos o simplemente estamos en nuestro espacio-tiempo.

-         El amor es el peor puñal que existe, ya que te entra en todo el interior del corazón y al ser este engañado o sacado a la fuerza, sangra y se desangra de pena y desconsuelo la persona en cuestión.  Que será de aquellos que reciben esta clase de puñaladas. Muchos lo llevan clavado toda la vida y ellos danzan el ritmo del amor. Que será de aquellos que reciben puñaladas y estas no encuentren ese amor, serán de amor frío o simplemente no conciben la amistad y el deseo. Que serán de estas personas, a lo mejor no salen del fondo del mar, cuando este está embravecido. Como coraje y enfado, te puede llevar a lo más lejos. A la deriva y las estrellas se apaguen y la Luna, la Luna no te ofrezca el reflejo del Sol.

Quienes somos en verdad, somos almas y existen los ángeles y ese es el que me ha detenido en mi marcha..

-         Puede ser verdad, pero hasta en el fondo del mar existen estrellas. Aquellas que llamamos de mar y van a ras de suelo. A lo mejor te ves en la oscuridad, como en lo más profundo y ahí encontrar esa soledad que tanto añoras. ¿Qué es un océano, sin profundidad ni distancia. Que será de verdad, todo aquello que nos separa, sino un simple mar, bañado por la lejanía. Una lejanía hoy es salvada y que no hace falta que sea por carta. Aunque si lo prefieres, pueden hacerlo a la antigua y mandar una y que esta sea contestada con un buen perfume y que te recuerde el olor de esa persona que añoras.

No sé quién es, simplemente un desconocido, que al parecer me conoce. ¿Quién será? Da la impresión de que sea un libro abierto para él,  qué más da. A lo mejor es ese hermano que tanto deseaba y no solo para que fuera compañero de juegos.

 

-         No esperes ni sirenas ni delfines que te orienten. Unas porque lo único que buscan, es tu persona, robarte el corazón y el alma. Los otros, porque son listos y no se acercan a aquellos que no son de querer. Porque solo unos elegidos, pueden llegar a intuir y no caer en una red de araña. Ese querer que pocas personas, pueden decir tenerlo y por ello sentirse ricos. Porque todo no es el dinero y las propiedades.

Que puñales hay, hay de todos los tipos. Cada uno tiene uno y el más peligroso se encuentra escondido en la envidia y en la rabia. Aunque la codicia y la avaricia, también lo son. Los primeros son más grandes y más ciegos.

-         Alguna vez he dibujado un águila en mi imaginación y he volado con él, enganchado a sus alas. Unas alas que pueden llevar a lo más lejano del cielo y a la vez, hacer que si ocurre una caída, esta sea más fuerte y más dura. Pero no quiero pensar en ello, pero no puede haber algo peor que caer y recibir un pisotón de una sociedad. Que como bien observas, solo va a lo suyo.

Se despide apretándome con las manos en los hombros, suelto un estornudo y cuando reacciono y levanto la vista, ya no hay nadie. Miro a mi alrededor, me miro los bolsillos. Todo está en orden, ¿Qué habrá sido? Quizás un ángel o quizás solo mi imaginación. Quien sabe, a saber.